La asesora ambiental Carolina Acosta explicó a CLG los impactos de la cuarentena sobre el medioambiente. "No podemos depender de una próxima pandemia para que la naturaleza pueda respirar", afirmó
Por Emilia Ottogalli
Desde enero de 2020, la pandemia de coronavirus ha puesto en jaque al mundo entero. La mayoría de los países ha ido decretando, cada uno a su tiempo, el aislamiento de los ciudadanos para evitar la propagación del covid-19. Esta pausa obligada ha producido un impacto directo en el medioambiente.
Algunas de las muestras más claras las dieron los propios animales apareciendo en lugares insólitos o dejándose ver después de años sin hacerlo; pero también ha habido otros efectos que no se aprecian a tan simple vista. CLG dialogó con Carolina Acosta, asesora ambiental, sobre el tema y explicó algunos de los impactos más importantes.
«El principal cambio que se está evidenciando en el ambiente es la disminución de la contaminación del aire», comenzó. Entonces, profundizó: «Las ciudades más superpobladas del mundo pararon su producción industrial y su tránsito vehicular, aéreo y naval. Todo esto generó una inmediata disminución de tóxicos en el aire y también el enfriamiento de la atmósfera, ya que son los gases los que elevan su temperatura».
Esta disminución en la contaminación del aire produce directamente beneficios en la calidad de vida. «El aire que respiramos es uno de los principales factores de enfermedades», señaló. Otra de las grandes consecuencias de la cuarentena se reflejó en los cursos de agua. «Los que frecuentemente reciben efluentes industriales, han sido vistos con agua mucho más transparente y hasta los peces pueden verse», comentó.
Hablando de los animales, la irrupción de la fauna en espacios poco comunes no deja de destacarse: «Podemos ver videos de lugares de todo el mundo en donde diversas especies ingresan a las ciudades, cruzan carreteras con sus crías, sin ningún temor. Se ven especies de aves volando que previo a la cuarentena no se veían ni escuchaban».
Para la asesora, estas apariciones de las especies de alguna manera están ayudando a mostrar que «los animales también existen y merecen el acceso al territorio, que ha sido usurpado por completo por la especie humana». «Es el derecho a la coexistencia para poder coevolucionar entre diversas especies, derecho que a partir de la industrialización del planeta se ha visto completamente vulnerado», aseguró.
«La especie humana ha subyugado a todas las demás especies bajo su dominio, cuando la realidad nos demuestra que sólo somos una especie más de una inmensa red y todo lo que hagamos impactará de un eslabón hacia el otro», reflexionó. A su vez, aseveró: «La naturaleza ya no soporta tanta presión sobre sus ecosistemas. Se han sobrepasado las tasas de renovación de los recursos, esto quiere decir que se dilapidan sin dar el tiempo correspondiente para que se renueven».
Este receso de actividad social que se está desarrollando en gran parte del planeta podría considerarse «un respiro en cuanto a la presión humana sobre los ecosistemas». De todas maneras, vale aclarar que «es un tiempo muy escaso para alivianar la presión y brindar el tiempo correspondiente a la renovación de los recursos naturales teniendo en cuenta los 200 años ininterrumpidos de desarrollo industrial contaminante».
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«Este período de ‘pausa’ de la presión humana sobre los ecosistemas, debería tenerse en cuenta para cambiar el rumbo de ciertas políticas mundiales y determinar objetivos, reglamentar leyes ambientales y hacerlas cumplir», analizó la asesora. Y añadió: «De nada sirve esta pausa si luego de 60 días se recupera el mismo ritmo de consumo y emanación de contaminación y generación de residuos».
Una vez que se vuelva a un ritmo de vida más similar al habitual, hay muchas prácticas que pueden incorporarse para reducir el deterioro del ambiente. «Desde el hogar puede empezarse con la separación de los residuos en orgánicos (a compostar) y en inorgánicos (a reutilizar y reciclar)», ejemplificó Acosta. A lo que agregó: «Utilizar productos hechos con ingredientes naturales para la limpieza del cuerpo y de la casa. Alimentarnos en forma saludable, cuánto más sana es la dieta, menos presión sobre el ambiente se ejerce».
También incorporó a las recomendaciones la utilización del transporte público ya que «traslada hasta más de 30 personas en el espacio que ocupan por lo menos dos vehículos que sólo trasladan a 4 personas». «Amigarse con la bicicleta es una buena opción», sostuvo. «Otro punto necesario es reducir el consumo de plásticos de un solo uso, reducir el consumo de agua, optar por artefactos eléctricos de bajo consumo y de etiqueta ‘A’ de eficiencia energética, utilizar programas cortos de lavado de ropa y ser eficientes en el uso de la climatización del hogar», dijo para cerrar la lista.
Sobre el final, la asesora detalló: «Estamos ante un cambio que se dio en forma global, muchos hablan de la tercera revolución industrial en la transición de la energía fósil a la energía renovable. Asimismo se habla de la instalación a nivel global de las redes de comunicación 5G, de altísimo impacto ambiental». «Estamos evidentemente transcurriendo ante grandes cambios que suceden al mismo tiempo y que si no se crean políticas eficaces, las consecuencias pueden llegar a ser más drásticas aún», reveló.
«Es urgente el cambio de conciencia global y la obligación de los líderes mundiales a tomar como prioridad la gestión ambiental de sus propios países y de acuerdos transnacionales», declaró. Y enfatizó: «No podemos depender de una próxima pandemia para que la naturaleza pueda respirar. Debemos comenzar a vivir en armonía con ella, haciendo posible la vida en su totalidad».
«Lo que está en juego es el futuro de la humanidad, no del planeta, la Tierra no nos necesita para seguir viviendo, conoce miles de otras formas de vida que puede alojar. Somos nosotros los que dependemos al 100% de ella para poder vivir», concluyó.