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Por la cuarentena los animales invaden las calles: un tatú peludo en Río Negro


Los animales, comúnmente alejados de la ciudad, aprovechan la pandemia de coronavirus y las medidas de aislamiento para vagar libremente

En distintos lugares del mundo han aparecido animales silvestres circulando por calles y sitios públicos. Toda una rareza dado que suelen huir de los humanos, y los medios de prensa se encargaron de difundirla.

En San Antonio Oeste, en Río Negro, también se vivió un suceso similar en la tarde del jueves. Un peludo pasó al trotecito por la calle Ramos Mexía, a escasos cien metros del sector céntrico donde se encuentra la plaza Centenario, el edifico municipal y la comisaría.

El animal, una de las especies características de la región, iba para el lado de la marea. En la esquina de calle San Martín lo vieron desde las oficinas de la empresa Oil, y le tomaron la fotografía que ilustra este artículo.

Conocedores de la fauna autóctona sostienen que es improbable que el ejemplar haya llegado por sus propios medios desde su ámbito natural. Más bien se inclinan en sostener que se le escapó a alguien que lo había atrapado en el campo. Más de uno se lamentó no haberlo encontrado, pues si bien dicen que no es tan rico como el piche, no está para desestimarlo.

Imagen ilustrativa

¿Qué es un peludo?

El sitio patagonia-ffg.blogspot.com, que difunde información sobre la flora, fauna y geografía del extremo sur de Sudamérica, dice lo siguiente:

Habita praderas, bosques templados, sabanas secas y húmedas, estepas, desiertos, plantaciones, bordes de vías y caminos, jardines y campos de cultivos. Es nativo de Paraguay, sur de Bolivia y Argentina. Al sur de del río Chubut ingresó debido a los puentes y otras alteraciones humanas, llegando hasta el estrecho de Magallanes, ingresando así a Chile; también se introdujo en el norte de la isla Grande de Tierra del Fuego.

Es de hábitos principalmente nocturnos, se alimenta de insectos, pequeños animales, lombrices y carroña.

Está protegido por una coraza de pequeñas placas óseas en la parte dorsal, la cola y la parte superior de la cabeza donde tiene un escudete. La parte media de la coraza está formada por unas nueve bandas transversales que le confieren menos rigidez y libertad de movimientos. La piel está recubierta por un pelaje largo, que incluso sobresale entre las placas, de ahí su nombre vulgar.

Las patas son cortas, con grandes y fuertes uñas que le sirvan para cavar sus cuevas donde pasa el día y se refugia, también para aferrarse al suelo o el interior de las cuevas e intentar evitar así ser llevado por un depredador.

Su visión es muy pobre y se guía principalmente por su agudo sentido del olfato.

Las madrigueras miden hasta 3 o 4 metros de profundidad y 7 u 8 metros de longitud, con la particularidad que no es compartida por ejemplares del sexo opuesto. La hembra pare a 4 crías idénticas del mismo sexo proveniente de un solo cigoto segmentado, característica propia de esta familia.

Su carne es consumida en poblaciones rurales o por algunos pueblos originarios, siendo en muchos casos evitados de consumir por sus hábitos carroñeros.

No obstante, si se lo captura, alimenta con cereales y leche por el tiempo de algunas semanas, se «purga» al animal y se le quita el sabor intenso.

En algunos lugares se lo captura para confeccionar «souvenirs» o recuerdos, aunque cada vez más cuestionados éticamente, siendo esta tradición propia del norte donde hay culturas mestizas y criollas.

En la Patagonia un lugar muy fácil de verlos y donde están acostumbrados a los turistas es en Punta Norte y alrededores, dentro de la Península Valdés.