La diplomacia brasileña debe dar un giro radical bajo la dirección de Ernesto Araújo, un diplomático de carrera modesta que se ganó la confianza de Jair Bolsonaro por compartir una ideología que prioriza la alineación con Estados Unidos y la oposición severa el multilateralismo.
El futuro canciller de este gran país de 208 millones de habitantes ascendió en junio al rango de embajador, aunque en sus 29 años de carrera nunca dirigió una embajada. A partir del 1º de enero, sin embargo, será el encargado de «regenerar» Itamaraty, la sede de la diplomacia brasileña, donde hasta ahora era el jefe del Departamento de Estados Unidos, Canadá y Asuntos Interamericanos.
«Las ideas que defiende marcan una importante ruptura» para la diplomacia, subrayó Fernanda Magnotta, especialista en Relaciones Internacionales de la Fundación FAAP, en San Pablo.
Tras la designación la semana pasada de este diplomático casi desconocido de 51 años, los analistas se abalanzaron sobre su blog Metapolitica17, presentado con un subtítulo que no dejaba lugar a dudas: «contra la mundialización».
Y encontraron serios motivos de preocupación.
Descrito como un «brillante intelectual» por Jair Bolsonaro, y apoyado con fuerza por su hijo y diputado Eduardo Bolsonaro para obtener el puesto, Araújo comparte allí unas opiniones radicales que van del patriotismo exacerbado, hasta el rechazo virulento del multilateralismo y del «marxismo cultural», que «influenció el dogma científico del calentamiento global».
Brasil «renunció a ser un gran país» por su «obediencia al orden global», lamentó el futuro jefe de la diplomacia en su blog, al que ya no se podía acceder libremente el lunes. «El objetivo último de la mundialización es romper los lazos entre Dios y los hombres», escribió.
Como Jair Bolsonaro, Araújo es un ferviente admirador de Donald Trump, de quien piensa que puede «salvar Occidente». Este nacionalista apasionado adaptó «el América primero» de Trump a «Brasil primero», y con él a los mandos de la diplomacia Brasilia podría facilitarle a Washington un mayor aislamiento para Cuba y Venezuela.
Araújo estima también que hay que «resistir a la China maoísta (sic) que dominará el mundo». Jair Bolsonaro ya molestó a Pekín, acusándole hace unas semanas de «comprar Brasil» y con su visita a Taiwán a comienzos de año.
«Devastador»
«Vamos a ver un alineamiento muy fuerte [de Brasil] con la administración estadounidense», valoró Monica Herz, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de Rio (PUC).
«Las relaciones con Latinoamérica podrían sufrir, y la preocupación más evidente es China, aunque también Europa», a la que Araújo calificó de «espacio culturalmente vacío».
«De hecho, las relaciones [de Brasil] con numerosas partes del mundo van a sufrir», añadió Herz.
Pero «ignorar la importancia de China o del mundo árabe podría ser devastador no solo en términos diplomáticos, sino también para la economía brasileña», estimó de su lado Fernanda Magnotta.
«En 2017, China fue el primer mercado de exportación de Brasil con 47.000 millones de dólares de ingresos, de la soja al hierro», subrayó la analista. Y el gigante sudamericano es el primer exportador mundial de carne halal.
Aunque tanto un traslado de la embajada de Brasil de Tel Aviv a Jerusalén, como una salida del Acuerdo París sobre el Clima -dos medidas muy polémicas sugeridas por Bolsonaro- encontrarían «una fuerte resistencia, especialmente de su equipo económico y del lobby del agronegocio, al que Bolsonaro necesita para gobernar» añadió.
Araújo se expone igualmente a una «fuerte oposición» dentro del propio Itamaraty, cuya «tradición descansa sobre los principios del multilaterialismo», estimó Magnotta.
«Proyecto totalitario»
El odio del futuro canciller al Partido de los Trabajadores (PT) del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003- 2010), que gobernó Brasil durante 13 años, solo se iguala al del propio Bolsonaro. Con la vista puesta ahora hacia el norte, se espera que la nueva diplomacia dé la espalda a los antiguos amigos y deje atrás la cooperación sur-sur.
En su blog, Araújo rebautizó al PT como «Proyecto totalitario», que criminalizó «todo lo que es bueno y puro: la familia, la propiedad privada, el sexo (…) heterosexual, la fe en Dios, el patriotismo».
Incluso «la carne roja, el aire acondicionado, el petróleo o cualquier energía eficiente y barata», en nombre del cambio climático.
Ernesto Araújo fue escogido porque «expresa muy claramente la visión» del mundo de Bolsonaro, estimó Mónica Herz. «Estaban buscando a alguien que hablara a sus bases, con sus valores ultraconservadores, y una fuerte interacción entre religión y política».
La misma noche de su elección, Bolsonaro prometió liberar a Brasil y a Itamaraty «de las relaciones internacionales con sesgo ideológico a las que fueron sometidos en los últimos años».