Opinión

Misma brecha, nuevo desafío


Por Claudio Caprarulo. Director de Analytica Consultora.

La ministra de Economía, Silvina Batakis, viaja a Estados Unidos para reafirmar el compromiso de cumplir el acuerdo firmado con el FMI. El apoyo del organismo es fundamental para garantizar que continuarán los desembolsos de dólares para cancelar el préstamo stand-by tomado en 2018 y no profundizar aun más la incertidumbre.

Para eso, el Gobierno debe lograr flexibilizar las metas de diciembre, hoy de difícil cumplimiento, y comprometerse a cambiar el programa económico que implementó hasta la fecha. Un necesidad que excede el beneplácito del FMI y se justifica en resolver la profunda crisis financiera que atravesamos.

Desde hace un mes y medio que los dólares paralelos ingresaron en una carrera alcista que no encuentra techo. El tiro de arranque se produjo cuando los fondos comunes de inversión se desprendieron de deuda pública en moneda local ante temores de un posible default. Hasta entonces la brecha cambiaria se encontraba en torno al 70%, mientras que hoy alcanza porcentajes récord: 160% para el blue y 152% para el dólar financiero por excelencia, el contado con liquidación.

No es la primera vez que el actual Gobierno se enfrenta a una fuerte presión devaluatoria manifestada en la brecha cambiaria. En octubre de 2020 la diferencia en el valor de los dólares paralelos y el oficial llegó a ser de 146%: para dimensionar a valores de hoy sería un dólar blue a $391. Sin embargo, casi un mes después logró reducirla al 80%.

¿Qué pasó? Entre otras medidas, a fines de 2020 el Gobierno logró acuerdos internos para dar una fuerte señal fiscal. Por un lado, dio por terminado el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y anunció que el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) finalizaría en diciembre.

A su vez, desde el lado de los ingresos, retomó en el Congreso el tratamiento del denominado «Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia». El famoso «impuesto a la riqueza» se sancionó a mediados de noviembre en la Cámara de Diputados y a inicios de diciembre en el Senado.

Al mismo tiempo, a contraposición de una estrategia que hasta el momento buscaba desacoplar el financiamiento del sector público del dólar, comenzó a licitar títulos de deuda en pesos con rendimientos atados a la evolución del tipo de cambio oficial. Una estrategia arriesgada, si finalmente convalidaba una fuerte devaluación al mismo tiempo aumentaría el déficit fiscal. Pero el resultado fue exitoso, logró en el corto plazo redireccionar los pesos sobrantes en el sistema desde las cotizaciones paralelas hacia el Tesoro. Bajó la brecha cambiaria y contuvo las presiones devaluatorias.

Actualmente el Gobierno intenta replicar una estrategia similar: Batakis anunció un programa de ajuste fiscal para el segundo semestre y la Secretaría de Finanzas volvió a licitar bonos dólar linked. Pero ésta vez no está dando resultados.

¿Por qué? Primero, a diferencia de 2020, hasta ahora la necesidad de mejorar las cuentas públicas sólo fue una enunciación de la ministra y no hay señales de que la coalición de Gobierno tenga la decisión política de avanzar en esa dirección.

En segundo lugar, la evolución de la inflación, acumulación de reservas y déficit fiscal en el primer semestre fueron bastante peor de lo proyectado. En resumen, la gestión de Gobierno tiene poco margen de maniobra y menos credibilidad que hace casi dos años para trabajar sobre las expectativas.

La situación de extrema fragilidad obliga al Gobierno a dejar de procrastinar decisiones. Principalmente, respecto a sobre quiénes recaerá el ajuste que deviene luego de toda crisis financiera, en nuestro caso una que está presente desde 2018. Y la oposición deberá jugar un rol responsable para que los conflictos que surjan no nos lleven a situaciones aun más complejas. Recién ahí Batakis podrá intentar estabilizar la economía para que la agenda de los consumidores y empresarios no quede devorada por el dólar blue.