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La radio «Aire Libre» cumplió 30 años de comunicación autogestiva


Por Diego Carballido

La radio FM 91.3 “Aire Libre” es uno de los proyectos comunicacionales comunitarios que ha logrado sostenerse a lo largo del tiempo contra las vicisitudes y contratiempos de los diferentes contextos sociopolíticos. “Aire Libre” cumplió tres décadas de permanencia en la zona oeste de la ciudad. «La idea surgió a comienzos del año 1988 cuando nos esteramos de una experiencia de radio comunitaria que funcionaba en las villas de Buenos Aires. La noticia nos llegó a través de un programa de radio de LT3 que se llamaba “Conciencia”. Sus conductores organizaron la proyección de un vídeo para algunas organizaciones sociales donde se mostraba esta experiencia con la intención de que se replicara en la ciudad. A partir de allí, muchos de mis compañeros que participaban en vecinales o parroquias del barrio empezaron a pensar que todo ese trabajo podía visibilizarse mejor a través de una radio», recuerda uno de los coordinares e iniciadores de este medio comunicación, Alberto Palacios -aunque todos lo conocen como el “Beto”- en diálogo con CLG.

«Aire Libre es una radio que no ve a las noticias como un mercancía, sino como una construcción ciudadana entre muchas voces», explica Palacios mientras detalla aquellos comienzos donde tuvieron que pedirles prestado el micrófono al verdulero del barrio y el tocadiscos a un vecino para poder realizar la primera transmisión en el patio de la escuela Nº 733 “Pablo Pizzurno” de Riobamba y Felipe Moré, el sábado 20 de agosto de 1988. Aquella emisión de dos horas fue la primera de una serie de producciones semanales itinerantes que recorrían las diferentes instituciones del barrio.

«Todos éramos oyentes de radio, pero ninguno tenía el conocimiento para montarla. Por eso, tuvimos que contactar a técnicos que nos armaron un transmisor, una especie de caja de zapatos con un cable que iba a una antena que izamos en el mástil de la escuela y teníamos un alcance de un par de cuadras” cuenta “Beto”, y agrega: «Cuando comenzamos a funcionar regularmente, desde algunos sectores nos vieron como un peligro que podía inspirar la generación de este tipo de medios, por eso fuimos catalogados de subversivos o clandestinos, pero en paralelo nadie trabajaba por una ley que contemple mayor cantidad de medios de comunicación. La ley de medios es una lucha que nosotros emprendimos desde la década del noventa».

¿Cómo los encuentra estos treinta años de la radio?

—Desde el punto de vista humano y colectivo estamos contentos y sorprendidos por la cantidad de años que venimos sosteniendo la gestión de este medio comunitario. Después, con respecto a la situación de las radios comunitaria en el país, y la situación social en general, sentimos que hay como un retroceso porque nuevamente vivimos época de resistencia que ya habíamos vivido. Pareciera que los procesos son cíclicos y tenemos que estar preparados para las vueltas propias de los contextos sociopolíticos. Nosotros somos vecinos que no vivimos de la radio, sino de otras profesiones y por eso el presente nos encuentra nuevamente resistiendo los embates de las políticas neoliberales.

¿Qué aspectos resultan hoy más difícil de sostener desde la radio?

—Sucede que como medio comunitario no tenemos un fin de lucro y por lo tanto los impuestos nos resultan cada vez más difíciles de pagar, sumado a las trabas burocráticas relacionadas con la vigencia del estatus jurídico. Somos una asociación civil y todos los años hay que presentar un balance económico, lo cual conlleva pagar escribanos, contadores y una serie de trámites que nos cuesta cada vez más. Después, si hablamos de la Ley de Medios Comunicación, una norma pensada para apoyar a los medios comunitarios con los fondos recaudados de los impuestos que se cobran a la radiodifusión, en los últimos dos años estuvo todo parado. Muchas radios que necesitaban equiparse, remodelar su edificio o disponer de recursos para producir tuvieron que suspender todo. Ahora, cada compañero que forma parte de «Aire Libre» tiene que pensar en otra forma de llevar el pan a su casa porque la radio no constituye una fuente de trabajo. Eso, es un gran esfuerzo colectivo que estamos haciendo.

La radio se convirtió en un espacio que representa, en la actualidad, algo más que un medio de comunicación.

—Así es, hoy somos una organización política en el sentido que intervenimos en la vida pública y social de nuestro barrio. Trabajamos para que los vecinos se sientan representados o sean protagonistas de nuestros micrófonos. Y lo conseguimos a partir de la gran cantidad de propuestas que contempla nuestra programación.

¿Cómo es el presente del barrio? Ya que ustedes han sido testigos de su transformación con los años.

—Cuando comenzamos había mucho descampado en la zona y actualmente está más urbanizada. Durante todos estos años hemos acompañado muchas luchas y vimos como han desaparecido, por ejemplo, fábricas que eran muy importantes para el barrio y la radio ha sido el lugar para poder expresar la bronca que generan esas situaciones. Un hecho muy importante fue en el año 2000 poder fundar la biblioteca «Cachilo» para poder completar el proyecto social que teníamos en mente desde los comienzos. Un espacio de comunicación y la cultura popular.

¿Cuál es el desafío de ahora en más?

—Poder tener mayor presencia, disponer de más móviles en la calle, tener un mayor alcance porque llegamos a toda la ciudad pero no con la nitidez que queremos, poder lograr que la biblioteca siga creciendo y que la ley de medios pueda ser aplicada en su totalidad.

En la actualidad, la FM 93.1 alberga una variada programación donde se encuentran propuestas que no suelen tener espacio en otros medios, como por ejemplo, el programa de los internos del psiquiátrico Agudo Ávila, las dos producciones de la ONG “Mujeres tras las rejas”realizadas por internas de los penales de la ciudad o el programa producido íntegramente por alumnos de diferentes escuelas primarias conocido como “Radio Changuito”.