El desempleo en Brasil cayó a 11,9% en el periodo julio-septiembre, frente a 12,1% en junio-agosto, pero aún afecta a 12,5 millones de personas, informaron este martes fuentes oficiales, dando la medida de los desafíos que esperan al próximo gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.
La reducción, la sexta consecutiva, coincide con la expectativa promedio de 26 analistas consultados por el diario económico Valor.
La mejora se debió principalmente al avance del trabajo informal, señaló el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), que realiza sus informes sobre la base de encuestas en 70.000 domicilios.
«Hubo una reducción de personas en las filas del paro, de casi medio millón de personas [respecto al segundo trimestre del año].
Pero el problema mayor de esa mejora es que se dio con el empleo no declarado y con las personas que se instalan por cuenta propia», explicó el coordinador de Trabajo y Rendimiento del IBGE, Cimar Azeredo.
«Es un resultado favorable, pero provocado por la informalidad y el aumento de la subocupación», subrayó.
Otros 4,8 millones de brasileños forman parte de la categoría de los «desalentados», que desistieron de buscar un empleo ante las dificultades del mercado laboral, un número similar al de junio-agosto, pero con un aumento de 530.000 respecto al mismo periodo de 2017. El contingente de «desalentados» representa 4,2% de la fuerza laboral total.
Los brasileños eligieron el domingo presidente al ultraderechista Jair Bolsonaro, que hizo campaña fustigando la corrupción, la criminalidad y la crisis económica que sumió a la principal potencia latinoamericana en dos años de recesión y otros dos de débil crecimiento.
Bolsonaro anunció que tras la asunción del cargo el 1º de enero nombrará ministro de Hacienda a Paulo Guedes, un economista liberal que planea lanzar un plan de privatizaciones y una reforma del régimen de las jubilaciones y tributaria para sanear las cuentas públicas, como estrategia para recuperar la confianza de los inversores.