Pascale Trouillaud (NA)
El ultraderechista Jair Bolsonaro confirmó en su primera semana como presidente electo de Brasil que está determinado a cumplir sin demoras sus principales promesas de campaña: lucha férrea contra la corrupción y la inseguridad, y medidas de ajuste para sanear las cuentas públicas. Pero también que su presidencia, que comienza en enero, podría ser atípica y estar marcada por controversias, confusiones y retrocesos en algunas decisiones.
Gobierno
Su gabinete ya está decidido «por lo menos en un 80%», dijo Bolsonaro, aunque precisó en Instagram: «Anunciaré oficialmente los nombres [de los ministros] en mis redes. Cualquier otra información carecerá de credibilidad y será malintencionada».
Sólo se anunciaron hasta ahora cinco carteras: el jefe de gabinete y los ministros de Economía, Defensa, Justicia y Ciencias. El gobierno se verá reducido a una quincena de ministerios, contra 29 actualmente.
El anuncio de la desaparición del ministerio de Medio Ambiente y su fusión con el de Agricultura provocó una ola de indignación.
Bolsonaro dio a entender el jueves que daría marcha atrás sobre el tema por segunda vez.
El ultraliberal Paulo Guedes fue designado «superministro» de Economía, principal baza de Bolsonaro para tranquilizar a los mercados. Pero para el diario económico Valor, «el gigantismo» de este ministerio (Finanzas, Planificación, Industria) lo hará «imposible de manejar».
Otro «superministro», y carta importante de Bolsonaro, será el popular juez anticorrupción Sergio Moro –que puso tras las rejas al expresidente Lula–, que entra a la arena política en filas de la extrema derecha al frente del ministerio de Justicia y Seguridad Pública.
«Moro comprometió su independencia como magistrado de manera irreversible», escribió el diario Folha de San Pablo.
Grandes líneas de gobierno
Tras espectaculares vuelcos en cuestiones como la reforma del sistema de pensiones o las privatizaciones, Bolsonaro dijo esta semana que quería avanzar en la primera, considerada crucial, debido al «déficit monstruoso» que genera en las cuentas públicas.
«Si se quiere imponer 65 años» como edad para poder jubilarse «se tienen muchas probabilidades de fracasar, entonces, 62 años», declaró. Falta que el Congreso acepte adoptar una reforma muy impopular y que la Bolsa se conforme con una medida a medias tintas.
También dijo que estaba decidido a armar «a la gente de bien».
«Si un camionero anda armado cuando tratan de robarle la carga, mata al ladrón». El camionero «no será castigado, y eso seguro va a disminuir la violencia en Brasil», declaró.
Su ministro de Defensa, el general Augusto Heleno, dijo ser partidario de recurrir a francotiradores de élite para matar a criminales armados, incluso en casos en que no haya confrontación con las fuerzas del orden.
Diplomacia
Sus primeros desplazamientos al extranjero deberían ser a Chile, Estados Unidos e Israel, y no como era tradicional a la vecina Argentina: el Brasil de Bolsonaro parece relegar a segundo plano al Mercosur.
Abrazará en cambio a Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump dijo ser favorable a un acercamiento «comercial y militar» con la primera potencia latinoamericana.
Tras su victoria, el embajador de Israel en Brasil, Yossi Shelley, viajó a Rio para felicitar personalmente a Bolsonaro. El presidente electo confirmó el jueves su determinación de trasladar la embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén, una medida controvertida, que Trump adoptó en mayo pasado.
Italia saludó la llegada al poder de Bolsonaro y Matteo Salvini solicitó inmediatamente la extradición del «terrorista rojo» Cesare Battisti, radicado desde hace años en Brasil.
En respuesta al hombre fuerte del gobierno italiano, Eduardo Bolsonaro, hijo diputado de Jair Bolsonaro, tuiteó sin rodeos: «Pronto les llega el regalo».
Prensa
Bolsonaro se dijo cien por ciento «partidario de la libertad de prensa».
Sin embargo, afirmó que el diario Folha de San Pablo, el de mayor circulación, «se acabó», y amenazó con cortarle los contratos de publicidad estatales.
Folha había publicado un reportaje sobre el envío de millones de mensajes de propaganda bolsonarista por WhatsApp que podrían ser considerados como propaganda electoral ilegal.
Sus declaraciones produjeron una ola de indignación de numerosas organizaciones de periodistas brasileros e internacionales.
«Vayan acostumbrándose», replicó Folha en un desafiante editorial. «No dejaremos de escrutar el ejercicio del poder», agregó.
Comunicación
La noche de su victoria electoral, Bolsonaro se expresó en tres ocasiones: dos en Facebook y una en televisión, durante una oración religiosa.
El asiduo recurso a las redes sociales como canal de comunicación deja prever que va a saltearse a los medios tradicionales, al estilo Trump.
La mayoría de los anuncios de la semana se hicieron desde el domicilio de Paulo Marinho, un industrial amigo, o frente a su casa en una zona acomodada de Río de Janeiro, obligando a los periodistas a acampar en el lugar durante horas, sin información alguna ni contacto de prensa.