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Vuelve el FMI: comienza el segundo round de la reestructuración de la deuda


Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

La semana pasada el Ministro Martín Guzmán, con el gabinete en pleno secundándolo, anunció un paquete de medidas que abarcan el sector financiero, el sector agroindustrial, el sector industrial, el sector minero, la construcción y un abanico de programas destinados a sectores que permitan sustituir importaciones y generar ahorro de divisas.

Sin embargo, el núcleo central del asunto permaneció relativamente bajo la superficie de los anuncios. Efectivamente, la negociación más relevante en función de los problemas que atraviesa el gobierno nacional, estuvo focalizada en establecer un acuerdo con las grandes cerealeras para acelerar el ritmo de la liquidación de exportaciones. De ese modo, el Centro de Exportadores de Cereales y la Cámara de la Industria Aceitera, responsables del 45% de las ventas que realiza la Argentina al exterior, negociaron la baja de retenciones hasta fin de año para todo el complejo sojero. Se espera pasar de los U$S15.000 millones liquidados hasta septiembre, a U$S21.000 millones a fin de año, algo así como U$S6.000 millones, un incremento apenas por debajo del récord registrado en el último trimestre de 2019, que fue de U$S6.386 millones. Para tener magnitud de lo que significa esa cifra, debemos decir que hay que remontarse a 2002 para encontrar un registro mayor.

Muchos dudan del verdadero impacto de las medidas sobre la recaudación de dólares, particularmente debido a que la baja de retenciones no sólo se produce por tres meses, sino porque el porcentaje que se resta no ofrece un incentivo suficiente, ya que representa apenas un par de dólares por tonelada. El razonamiento es sencillo: si los productores tienen en su poder una mercancía que está valuada en una moneda extranjera cuyo valor aumenta con el tiempo, la quita debería ser mucho más significativa para estimularlos a salir de esa posición de certidumbre y seguridad.

Evidentemente el bajo nivel de reservas del Banco Central es hoy uno de los mayores focos de atención del gobierno nacional, y se están llevando adelante todas las acciones a mano para tratar de restablecerlas. A comienzos de la primavera, el presidente Fernández ya había expresado su preocupación por la sangría de divisas cuando declaró que la Argentina estaba transitando “un tiempo de emergencia” por el escaso nivel de las reservas internacionales. Asimismo había afirmado que se debían cuidar los dólares disponibles fundamentalmente para permitir la compra de los insumos básicos que la industria necesita para continuar produciendo.

En medio de la puesta en marcha de las medidas anunciadas la semana pasada, el martes pasado llegó la misión del Fondo Monetario Internacional, para tratar de reencauzar el préstamo otorgado y luego caído durante la gestión de Mauricio Macri. Dos nombres nuevos, que pronto serán familiares encabezan la comitiva. En primer lugar está Luis Cubeddu, el reemplazante del italiano Roberto Cardarelli, que fuera elegantemente desplazado luego de conducir al fracaso el mayor préstamo otorgado en la historia del FMI. Es el jefe de la misión Argentina que viene negociando con el gobierno de Alberto Fernández, la reestructuración del crédito stand by otorgado durante la presidencia de Mauricio Macri. El venezolano lleva más de 23 años trabajando en el organismo. Su relación con la Argentina data del período 2002-2004 cuando fue el representante del Fondo durante el gobierno de Eduardo Duhalde y el primer tramo del gobierno de Néstor Kirchner. De aquella época se lo recuerda como un estrecho colaborador del indio Anoop Singh, quien encarnó el endurecimiento de las relaciones entre el organismo y la Argentina. Casado con una argentina, y amante del fútbol, supo formar parte del equipo del Fondo años atrás.

Luego está la subdirectora para el Hemisferio Occidental, Julie Kozak. La norteamericana es la gran esperanza del equipo liderado por Martín Guzmán, ya que siempre mostró una excelente sintonía con los funcionarios locales y su relación con Buenos Aires ha sido muy fluida. Todo hace pensar que exhibe una notable comprensión de la situación local, a la vez que no expresa voluntad de adherir a los requerimientos tradicionales del Fondo como las reformas estructurales o el ajuste draconiano. Un dato relevante para algunos es que la economista tiene un doctorado en la Universidad de Columbia, obtenido entre el año 94 y el año 99, la misma universidad donde se formó el ministro Guzmán como discípulo del Premio Nobel, Joseph Stiglitz. Kozak forma parte de la nueva camada del FMI y de los aires de cambio que trajo consigo la nueva directora gerente, la búlgara Kristalina Georgieva.

Ambos estarán a cargo del informe técnico que será recibido Georgieva y el responsable del Hemisferio Occidental, Alejandro Werner. Ellos serán los encargados de decidir en función del reporte, si el programa y las metas macroeconómicas propuestas por el gobierno argentino son consistentes. De su decisión dependerá el nivel de las exigencias que mostrará el Fondo en la reestructuración del crédito. La directora del FMI se refirió a la visita de los funcionarios a la Argentina, y sus palabras trajeron tranquilidad al gobierno de Alberto Fernández, ya que aseguró: “No venimos al país para pedir más ajuste del gasto”. ¿Habrá cambiado finalmente el Fondo?