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Una noticia que hizo eco en todo el mundo: la muerte de Pablo Escobar


Sin dudas la muerte de Pablo Escobar fue un hecho que tuvo gran resonancia en todas partes. A 26 años de tal suceso, realizamos un breve repaso de su delictiva vida.

Sin dudas la muerte de Pablo Escobar fue un hecho que tuvo gran resonancia en todas partes. A 26 años de tal suceso, realizamos un breve repaso de su delictiva vida.

Pasaron 26 años. Un día como hoy, sucedió un hecho que fue eco en todo el mundo. El 2 de diciembre de 1993, en Colombia, el bloque de búsqueda de la policía localizó y mató a Pablo Escobar, el máximo líder del Cartel de Medellín.

Pablo Emilio Escobar Gaviria fue un narcotraficante, terrorista, criminal y político colombiano, fundador y máximo líder del Cartel de Medellín.

Nacido de una familia campesina, Escobar demostró habilidad para los negocios desde muy pequeño. Inició su vida delictiva a finales de los sesenta en el contrabando, y a comienzos de la década de los ochenta, se involucró en la producción y comercialización de marihuana y cocaína al exterior. Tras formar alianzas con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y Jorge Luis Ochoa, Escobar fundó el Cártel de Medellín, organización que en su auge, monopolizó el negocio de la cocaína desde su producción hasta su consumo, controlando más del 80% de la producción mundial de dicha droga y del 75% del mercado ilícito de la misma en Estados Unidos.3​ Durante esta década logró consolidar su imperio criminal, convirtiéndolo en el hombre más poderoso de la mafia colombiana, acumulando una inmensa fortuna, que rondó la cifra de entre 25 000 a 30 000 millones de dólares, consagrándolo así como uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes durante siete años consecutivos.​

Para excusar su inmensurable capital, a comienzos de los ochenta Escobar trató de pulir su imagen a través de la realización de obras de caridad para los desprotegidos y con una breve incursión en la política, ocupando un escaño como representante a la cámara en el Congreso Nacional en 1982. Sin embargo en 1983, tras diversas publicaciones del diario El Espectador y con la acusación directa del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, pierde su escaño y es acusado públicamente por sus negocios ilegales. Meses después, Lara Bonilla y Guillermo Cano, director del El Espectador, son asesinados por órdenes de Escobar.

Para 1985, el narcotráfico ya estaba en auge y asimismo los cárteles dominaban Colombia, lo que desató una guerra contra el gobierno, encabezado en ese entonces por Belisario Betancur. Este último puso a Rodrigo Lara Bonilla como ministro de Justicia, el cual señaló a narcotraficantes que estaban involucrados en política,  economía, inclusive en el mundo del fútbol. Los narcos tenían ejércitos privados, negocios por todo Colombia, grandes extensiones de tierras y el control de mercados como el de las esmeraldas. Más adelante, Lara desmantelaría el laboratorio de cocaína más grande del Cartel de Medellín, Tranquilandia, y decomisaría 30 aviones del mismo grupo.

La guerra de los narcos contra el Gobierno, se tornó violenta y sádica. Tras el asesinato de Lara Bonilla en abril de 1984, Betancur se dispuso a aplicar el tratado de extradición de narcotraficantes a Estados Unidos.

Tras sendos intentos de negociación y múltiples secuestros y asesinatos selectivos de jueces y funcionarios públicos, en 1989, el Cartel de Medellín con Escobar al mando declaró la guerra total contra el Estado.​ Organizó y financió una extensa red de sicarios, fieles a su mando, que asesinó a personalidades clave para la institucionalidad nacional y perpetró actos terroristas indiscriminados con el empleo de coches bomba en las principales ciudades del país que desestabilizaron al mismo, puso a las autoridades «de rodillas», y que lo convirtió en el criminal más buscado a comienzos de los años noventa.9​10​ Fue responsable del asesinato de 657 policías entre 1989 y 1993, y de feroces enfrentamientos contra el Cartel de Cali, los paramilitares del Magdalena Medio y finalmente Los Pepes.

Después de la consumación de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, que le dio a Colombia una nueva constitución y la prohibición de la extradición de nacionales a Estados Unidos, Escobar decidió someterse a la justicia con la condición de ser recluido en La Catedral, una ostentosa cárcel ubicada en sus terrenos. Tras demostrarse que aún seguía delinquiendo tras las rejas, el Gobierno quiso capturarlo, por lo cual Escobar se dio a la fuga, saliendo fácilmente por la parte trasera de la prisión, lo que significó uno de los episodios más vergonzosos para la autoridad penitenciaria del país. Tras su escape, el gobierno conformó el denominado Bloque de Búsqueda para recapturarlo y tras diecisiete meses de intenso rastreo, fue tiroteado en un tejado de un exclusivo sector de Medellín a los 44 años de edad el 2 de diciembre de 1993.