Los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump se reunirán el 16 de julio en Finlandia en una cumbre que busca recomponer las relaciones bilaterales y podrá tener repercusiones en diversos escenarios internacionales.
Desde su llegada a la Casa Blanca Trump defendió la urgencia de mejorar la convivencia con Moscú, toda vez que las relaciones entre los dos viejos adversarios se encuentra en su peor nivel en décadas.
En un comunicado oficial, el gobierno ruso informó que en la histórica reunión los dos dirigentes se proponen discutir el «estado actual y de las perspectivas de desarrollo de las relaciones» bilaterales así como de los principales temas internacionales.
Según el Kremlin la cumbre incluirá una reunión cara a cara, una comida de trabajo, una conferencia de prensa conjunta y la publicación de una declaración conjunta. En tanto, al informar sobre la reunión la Casa Blanca añadió que la agenda incluía también la discusión de «asuntos de seguridad nacional».
La cumbre debería permitir abordar temas de desarme, luego de que tanto Moscú como Washington hicieran los últimos meses declaraciones sobre el refuerzo de sus capacidades militares.
Limar asperezas
«Celebro el próximo encuentro entre el presidente Trump y el presidente Putin, porque creo en el diálogo», reaccionó el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg.
Según el presidente de Finlandia, Sauli Niinisto, la agenda definitiva de la reunión «será decidida en las próximas dos semanas, pero seguramente ellos discutirán la situación internacional y, espero, el control de armas y desarme».
Hasta ahora Trump y Putin solamente habían coincidido en eventos internacionales, pero ahora tendrán la oportunidad de conversar cara a cara después de una negociación que, de acuerdo con fuentes coincidentes, se arrastró durante meses.
Este encuentro permitirá a Trump y Putin discutir sobre las evidentes tensiones que deterioraron dramáticamente la relación bilateral en años recientes, aunque para el mandatario estadounidense tiene un impacto directo en el plano interno.
Este foso en las relaciones se tornó más profundo con la anexión de Crimea por parte de Rusia, en 2014, y se agravó peligrosamente a raíz del conflicto en Siria, donde Moscú pasó a actuar militarmente en soporte del gobierno.
Pero además Trump no ha ahorrado su artillería verbal contra bloques tradicionalmente aliados de Washington, como el G7 y la OTAN, y que mantienen por su parte tensas relaciones con Rusia.
Durante una reciente reunión del G7 Trump llegó al punto de decir que la OTAN «es tan mala» como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), e insiste en que los países europeos deben ayudar a pagar por esa alianza militar.
Inclusive esta reunión entre Trump y Putin ocurrirá después de una cumbre de la OTAN en Bruselas, donde no se descarta que el estadounidense reitere la presión a que los asociados europeos aumenten su cuota y actualicen sus pagos.