Opinión

Se acomodaron las sandías por el propio peso


Por David Narciso

Por David Narciso

El bloque de senadores provinciales del PJ respira satisfacción. Los dos grupos respiran satisfacción por dejar un mes de furia. Ellos, que siempre fueron una mayoría monolítica capaz de imponer condiciones a todos, los últimos 30 días se desconocieron, se enojaron y hasta discutieron en público. La paz llegó con la charla entre el gobernador Perotti y el jefe de la bancada Armando Traferri, cuya consecuencia inmediata fue la aprobación sin votos en contra y en menos de 24 horas del paquete de tres leyes del gobierno. “Se acomodaron las sandías por el propio peso”, resume un senador.

En el sector de Traferri cuentan que la conversación con el gobernador fue “muy buena” y proyectan: “Si vamos a seguir trabajando en esta línea está todo dado para que Perotti haga un gran gobierno”.

David Narciso

En la Cámara alta se da por hecho que en mayo, cuando se inicie el período de sesiones ordinarias, el bloque de senadores volverá a ser uno –en lo formal y en la práctica– y presidido por Traferri. Quizás un vicepresidente del otro sector (lo más probable que sea Alcides Calvo). Hasta tanto, se mantendrá el esquema actual en el que Traferri, José Baucero y Calvo van a la reunión de Labor Parlamentaria.

Según distintas fuentes consultadas, la reunión entre Perotti y los senadores que se habían rebelado fue franca y hablaron de todo. El gobernador pidió apoyo y prometió mejorar el diálogo.

Los senadores plantearon que deben respetarse los espacios de poder (los políticos y los institucionales) y las relaciones de fuerza existentes. También soltaron la espina que traían clavada desde que Traferri se bajó de la mesa de transición y que podría resumirse así: “La relación funcionará en tanto se cumplan los compromisos asumidos”. El refugio a Rafael Gutiérrez hijo como secretario Parlamentario de la Cámara, se dice en la Legislatura, es consecuencia de una de esas conversaciones, que para algunos fueron compromisos previos a la campaña incumplidos y para otros charlas que no conllevaban una garantía explícita de ocupar un lugar en una lista o en un cargo en el Ejecutivo.

Como sea, la charla de la semana pasada debería ser borrón y cuenta nueva. Quedaron cicatrices, algunas desconfianzas que sólo el tiempo y las circunstancias podrían conjurar. En lo concreto, Traferri y los otros cinco senadores ponen a disposición de Perotti una aceitada mayoría de 12 votos sobre 19 y oficiar como cámara de origen para los proyectos de la Casa Gris.

¿Y si no, qué? Y si no hay que mirar lo que ocurrió con el Presupuesto 2020. Esos senadores mostraron que pueden vivir sin ser oficialistas, pero no renunciarán a ser mayoría.

Por supuesto, el know how legislativo de los senadores tiene su precio. El Ejecutivo está compelido a negociar recursos y obras y contemplar sus intereses territoriales. Todo lo que refiere a su base de sustentación de poder buscarán someterlo a negociación, desde el nombre de un director de escuela hasta el comisario. A eso se refería el ministro Marcelo Sain cuando les dijo a los nuevos jefes de unidades regionales que tienen un único mando y es el jefe de Policía provincial.

La convocatoria de Perotti a Traferri descomprime todo. Básicamente significó aceptar a Traferri como un interlocutor ineludible en la Cámara de Senadores. El de San Lorenzo retribuyó con otra demostración de fuerza y agradecimiento a la vez. En menos de 24 sacó las tres leyes del gobierno sin votos en contra, ni siquiera de los senadores del Frente Progresista.

Esa cumbre también permite avizorar cómo será de ahora en más la relación entre el Ejecutivo y los senadores del PJ. El vínculo será esencialmente en bloque y no una negociación personal de cada legislador; nada de premios y castigos, ni alineamiento incondicional ni mayoría automática como en otros tiempos.

Es cierto que, para algunos, resultan poco simpáticas las formas en que los senadores manejan las relaciones de poder y el perfil conservador que le imprimen a la Cámara alta, pero son un referencia ineludible en el mapa político santafesino. A partir de 2007 la Cámara de Senadores fue la última y única trinchera de poder institucional peronista capaz de resistir y condicionar a los gobiernos del Frente Progresista y dio los primeros y esenciales pasos para la unidad que le devolvió el gobierno al PJ. Doce años después, Traferri y el resto del bloque demandan que se los trate como accionistas de un proyecto de poder ganador y no como legisladores que deben obedecer órdenes.

El próximo paso del gobernador es encontrar el punto de estabilidad en la relación con la Cámara de Diputados, dominada por la oposición y presidida por un adversario político. Como a Binner en 2008 cuando los senadores del PJ lo desairaron al rechazar in limine la reforma tributaria, el lunes el Frente Progresista hizo lo propio con el paquete de emergencias pedido por Perotti. Tampoco aquí las relaciones de fuerza le son favorables. El combate perpetuo nunca es negocio para nadie, aunque siempre hay una parte que pierde más que la otra.