Por Enrique Genovar
Por Enrique Genovar
Mateo Tanlongo se fue libre. El volante decidió y está en todo su derecho en hacerlo. Pero la decisión que tomó dejó muchas cosas para analizar y en la misma no mostró agradecimiento hacia el club. Los futbolistas deciden sobre su carrera y está bien que lo hagan, ya que su trabajo es de corto plazo y si no toman decisiones importantes pueden dejar pasar una gran oportunidad. Pero no hay dudas de que la gran mayoría de los profesionales piensan, o lo hacen pensar, también en el club donde estaban antes de dar el salto profesional. Es decir, no sólo se benefician ellos en las decisiones que toman sino también la institución que los acobijó.
A Central ya le ha pasado con otros jugadores y seguramente la ida de Tanlongo, en condición de libre, no será la última. Pero lo cierto y lo concreto es que el club destinó recursos para formar un jugador que se fue y no le dejó nada. Tanlongo no fue agradecido con la institución y su apellido quedó impreso en una lista no muy clara.
¿Cómo se llegó a esto? Las negociaciones con el padre del jugador, que era su representante, comenzaron a principios de año. Si bien don Tanlongo nunca se expresó al respecto, por el lado de la dirigencia siempre fueron optimistas en llegar a un acuerdo. Ya con Carlos Tevez como entrenador siguieron las charlas hasta que un día el jugador cambió de representante y acordó con una empresa internacional que lo representara. Ahí fue cuando el DT le preguntó al chico que iba a hacer de su futuro y este no dudó en decirle que iba a firmar. Con el sí del juvenil, el Apache lo siguió utilizando y los directivos confiaron en que todo iba a llegar a buen puerto. Sin embargo, desde Europa llegó la información que ya había acuerdo con un equipo de Portugal y ese mismo día hubo respuesta negativa, por parte de sus nuevos agentes, hacia la dirigencia.
Más allá de la conducta desagradecida del jugador, lo cual no hay dudas. Lo que es materia opinable es por qué la comisión directiva y el propio DT no tomaron la decisión de “no tenerlo en cuenta” hasta que firme la renovación. Luego del desenlace los dirigentes cuentan que no tomaron esa decisión porque siempre confiaron en que el jugador iba a extender su contrato. Hoy a la luz de cómo terminó la historia fue un error no plantarse en su momento y depositar tanta confianza en la palabra del jugador.
Lo que pasó con la ida de Tanlongo debe servir como experiencia. Seguramente no será el último que se irá de esta manera del club en un futuro, pero como el jugador tiene derecho absoluto de pensar en su carrera, la institución tiene el mismo derecho en tomar las medidas necesarias para defender su patrimonio.