Por Diego Carballido
Varios meses atrás, CLG mantuvo una charla con un grupo de estudiantes que tuvieron la iniciativa de formar una asociación para poder ayudar, de manera organizada y sistemática, en determinadas zonas vulnerables de la ciudad. “Hemos crecido mucho en el último tiempo y fuimos cumpliendo con los distintos objetivos que nos planteamos”, cuenta con satisfacción Elías Pagani, uno de los referentes de Sumar Rosario, la agrupación que está a punto de comenzar a dictar clases de apoyo en diferentes barrios y abre la convocatoria a todos aquellos que quieran sumarse.
«Después de la nota que se publicó en Con La Gente se incrementó bastante el número de socios. Hoy estamos rondando los 35 socios activos que participan de las reuniones y de las distintas actividades. Eso, sumado a un número mayor de personas que aportan al proyecto de Sumar Rosario” dice Elías, y agrega: «Son momento donde se necesitan más manos para colaborar”.
Luego de su experiencia inicial en el barrio Tablada, en estos momentos la agrupación realiza un trabajo social en simultáneo en dos zonas distintas de la ciudad. Por un lado, se desempeñan en las instalaciones del club Ñandú, de Entre Ríos al 4400, y también tienen contacto permanente con el club Itatí, de Iriondo y bulevar Seguí.
Al respecto, Pagani aclara que hay dos realidades totalmente diferentes: «El trabajo en el club Ñandú está abocado solamente a las clases de apoyo y no a la contención social del merendero, porque es un barrio bastante tranquilo donde, por suerte, la mayoría de los chicos tienen asegurada su comida, ducha con agua caliente y hasta pueden practicar un deporte. Aunque si nos movemos un par de cuadras al oeste ya nos encontramos con una zona de vulnerabilidad perteneciente a barrio Moreno, donde ya hemos mantenido conversaciones con los vecinos para poder comenzar a trabajar».
En cambio, el panorama con el que deben lidiar en el barrio Itatí presenta otras dificultades: “Las necesidades presentes nos exigen un trabajo más férreo. Encontramos a muchos chicos en una situación de vulnerabilidad muy grande. Por lo tanto, se necesita de manera obligada el funcionamiento de una copa de leche. Es un barrio donde se percibe más la crisis” describe Pagani, y afirma: “Es la problemática que tiene Rosario desde hace tiempo. Esta cuestión de marginar a los barrios. Mientras más te alejás del centro, más se percibe que la gente la pasa peor. Es una especie de maqueta mal hecha de la teoría del derrame».
Este panorama es el que obliga a necesitar más ayuda a la hora de afrontar la tarea social que habitualmente realiza Sumar Rosario. «Duele ver esta realidad», sostiene Elías mientras manifiesta que hace tiempo dejó de creer en las estadísticas porque, según su criterio, «la mejor estadística es la calle, y la verdad es que la gente está pasando hambre».
Los lugares elegidos son el resultado de un trabajo previo que realiza la asociación en el territorio. “Antes de empezar en el club Ñandú nos contactamos con las escuelas de la zona (Provincia de Corrientes e Islas Malvinas), y de esa manera nos pudimos empapar de la realidad. Por otro lado, personalmente conozco bastante el barrio porque yo me crié ahí», asevera Pagani.
Esta agrupación, nacida a partir de la iniciativa de un grupo de estudiantes que decidieron poner manos a la obra frente las necesidades de los sectores más carenciados, en la actualidad cuenta con un detallado organigrama divido en secretarías para poder hacer más efectivo al trabajo. Con el objetivo de ejercitar el pluralismo, Sumar Rosario tiene distintas áreas específicas, como por ejemplo logística o la recientemente establecida de género.
«Logramos que cada espacio esté representado por uno de los integrantes, con secretarios y subsecretarios. De esa manera, todos son parte de la cocina de los proyectos que genera nuestra asociación» detalla Pagani y concluye: “La idea es ejercitar el pluralismo apuntando a una mayor horizontalidad”.