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Día Mundial del Alzheimer: ¿qué relación tiene con el envejecimiento poblacional?


 

Por licenciada María Josefina Gonzalez Aguilar

El 21 de septiembre de cada año se celebra el Día Mundial del Alzheimer con el fin de informar y concientizar a la población general sobre esta enfermedad. Pero, ¿qué es la enfermedad de Alzheimer? ¿Qué relación tiene con el envejecimiento poblacional?

En las últimas décadas, los avances tecnológicos en el ámbito de la salud han brindado a las personas una prolongación en la esperanza de vida sin precedentes. La Organización de las Naciones Unidas proyecta que se triplicará el número de personas de 80 años o más de 143 millones, en 2019, a 426 millones, en 2050. Estos cambios demográficos provocan modificaciones en la forma en la que se compone la población, y también hacen repensar la prevalencia de las enfermedades que están asociadas a la edad avanzada.

Así, el fenómeno de “envejecimiento poblacional” no sólo conlleva consecuencias positivas vinculadas al incremento de la esperanza de vida, sino también efectos colaterales, como el aumento de las enfermedades crónicas que comúnmente aparecen luego de los 60 años. A los profesionales de la salud nos cabe una importante responsabilidad, y es desmentir la aparente relación que se plantea entre vejez y deterioro cognitivo.

Al envejecer, todo nuestro cuerpo sufre modificaciones y nuestro cerebro no es ajeno a este proceso. Pero ello no implica que vejez y demencia sean sinónimos, sino que deberíamos pensar a la demencia como una excepción, y no como una regla.

La enfermedad de Alzheimer es una patología crónica, irreversible y progresiva, cuyos síntomas de debut suelen iniciar alrededor de los 70 años. Esta patología genera cambios a nivel neuronal que provocan atrofia en determinadas áreas del cerebro. Conductualmente, esta atrofia se traduce en diversos trastornos, siendo el más notorio el déficit en la adquisición de nuevos recuerdos y en la recuperación de la memoria reciente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la demencia afecta a nivel mundial a 50 millones de personas, y cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos. Se prevé que el número total de personas con demencia alcance los 82 millones en 2030 y 152 millones en 2050. Dentro del contexto de envejecimiento poblacional que está viviendo nuestro planeta, la prevalencia de demencia por enfermedad de Alzheimer ha alcanzado una cifra sin precedentes.

La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia a nivel mundial: alrededor del 70 por ciento de las demencias se explica por esta enfermedad, por lo tanto, la cantidad de personas que padecen demencia por enfermedad de Alzheimer resulta alarmante y un tema prioritario en salud pública. Al tratarse de una patología crónica, irreversible y que, a la fecha, no presenta una cura, la prevención y el diagnóstico precoz resultan esenciales.

La Alzheimer’s Association enumera una serie de factores de riesgo asociados con la enfermedad de Alzheimer que son inmodificables, como la edad, los antecedentes familiares o la genética, pero existen otros factores sobre los cuáles sí podemos influir. Seguir una alimentación saludable, llevar un adecuado control sobre nuestro colesterol y presión arterial, realizar actividad física moderada, llevar una vida social activa, evitar el tabaco y reducir el consumo de alcohol, se encuentran entre los factores protectores y características de estilo de vida que podemos asumir para un envejecimiento cerebral más saludable.

¿Qué responsabilidad le cabe a cada actor de la sociedad?

A los profesionales de la salud nos compete la formación constante y la agudeza clínica en la detección rápida de signos de alerta que nos haga sospechar de indicios de una enfermedad de Alzheimer.

Para la población general, el conocimiento y control de los factores de riesgo modificables deben ser parte de la propia responsabilidad del cuidado de la salud.

Finalmente, las políticas públicas a nivel nacional deberían acompañar estos cambios demográficos y las demandas sanitarias asociadas, destinando mayores recursos a la investigación de la enfermedad y proyectando políticas a largo plazo para la prevención y atención de esta patología, que tanto afecta a la familia del paciente, y sobre la cual queda tanto por avanzar.

Docente de la carrera de Psicología de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral