Un total de 12 personas de los casi 600 heridos en los disturbios que tuvieron lugar la semana pasada en Catalunya permanecen hospitalizados, entre ellos un policía nacional en estado muy grave, según el último balance difundido este lunes por las autoridades sanitarias catalanas.
Además del agente, que sufrió un traumatismo craneoencefálico, otras seis personas están graves, tres de ellos con lesiones oculares, presuntamente por impacto de balas de goma utilizadas por los antidisturbios.
Del resto de los heridos, tres se encuentran menos graves, uno leve y uno evoluciona.
Los graves disturbios que estallaron el martes pasado de Cataluña, con Barcelona como epicentro, dejaron casi igual cantidad de heridos entre policías, 288 heridos, y los manifestantes, ya que la cifra total de personas que recibieron asistencia sanitaria asciende a casi 600 personas.
En los disturbios, los grupos de manifestantes violentos utilizaron piedras, adoquines, material de obra, palos de hierro, cócteles molotov, pirotecnia -que lanzaron contra un helicóptero policial y a vecinos, según pudo comprobar Télam-, quemaron más de mil contenedores, y destrozaron semáforos y el pavimento.
Por su parte, la policía nacional y los Mossos d’ Escuadra -los dos cuerpos que actuaron como antidisturbios- emplearon peligrosas balas de goma o foam, gases lacrimógenos y un camión hidrante, algo que no se había utilizado nunca en Cataluña desde el regreso de la democracia.
Las autoridades españolas argumentan que la actuación de los agentes fue «proporcional» en relación al nivel de agresividad de los manifestantes que protagonizaron los disturbios, en su mayoría jóvenes que mostraron una gran capacidad a la hora de provocar caos y resistir a los agentes.
Sin embargo, el movimiento independentista denuncia que las fuerzas de seguridad ejercieron una violencia excesiva contra los manifestantes, y de ahí que pide la dimisión del responsable de Interior catalán, Miquel Buch.
La propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con una posición intermedia, dijo que no quería más violencia, fuegos ni barricadas, ni excesos de la policía en la represión de las protestas contra las duras penas a los líderes del proceso de secesión de 2017, en el marco de las cuales el martes pasado irrumpieron los disturbios, que se extendieron hasta el viernes.