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Argentina y Perú, un duelo con historias de emoción y sufrimiento


En términos estrictamente numéricos, Argentina lidera con comodidad el historial: ganó en 33 oportunidades, empató 14 veces y cayó en solo 5 partidos

La historia futbolística entre Argentina y Perú es rica, de larga data, y lleva consigo mitos como las exportaciones en negro de cereales para el país incaico y las valijas llenas de dólares para que vayan para atrás en el Mundial de 1978, las clasificaciones agónicas a las citas de Sudáfrica 2010 y México 86, y la histórica eliminación en La Bombonera para México 70.

En términos estrictamente numéricos, Argentina lidera con comodidad el historial: ganó en 33 oportunidades, empató 14 veces y cayó en solo 5 partidos.

Los mejores recuerdos se dieron en el estadio Monumental, y de hecho el gol de Ricardo Gareca (hoy DT de los peruanos) en 1985, tras una gran jugada, le permitió a Carlos Salvador Bilardo ser el entrenador que luego, con un Diego Maradona extraordinario, conquistó la segunda estrella mundial.

Esa tarde Argentina formó con Ubaldo Fillol; Julián Camino, Daniel Passarella, Enzo Trossero, Oscar Garré; Jorge Burruchaga, Juan Barbas, Ricardo Giusti; Pedro Pasculli, Diego Maradona y Jorge Valdano.

Todo era fiesta en la previa, no había mucha preocupación porque el equipo era líder de su zona con un punto por encima del propio Perú aunque al verse 2 a 1 abajo todo cambió. A los 36 minutos del segundo tiempo, Daniel Passarella, quien había ido a cabecear en el córner, se quedó y recibió el balón sobre la derecha del área: la paró con el pecho, avanzó unos pasos y sacó un remate que el arquero desvió sin poder contener. La pelota no quiso entrar, pegó en el palo, y allí Gareca -no fue convocado al Mundial como varios de esa jornada- la empujó y sacó boleto para México.

Perú siempre fue un obstáculo complicado, sobre todo cuando la memoria emotiva se traslada a 1969 en La Bombonera y se refresca la eliminación con un idéntico resultado, pero esa vez solamente servía la victoria.

Años después Martín Palermo, bajo una lluvia torrencial, y con Maradona esta vez como entrenador, se vistió de héroe y clavó un 2-1 agónico en claro offside para darle aire al seleccionado.

El 10 de octubre de 2009 quedó grabado en todos los futboleros, por la lluvia, por el sufrimiento, por la nariz ensangrentada del delantero y por la palomita del Diego, en medio de toda la locura.

Argentina estaba obligada a ganar para llegar con ventaja a la última fecha sobre Uruguay -a la que venció luego por 1 a 0 con un gol de Mario Bolatti- y se puso 1-0 con el debutante Gonzalo Higuaín hasta que Hernán Rengifo, a los 45 minutos del segundo tiempo, marcó el 1 a 1.

Por ese entonces, un cuestionado Maradona, que se hizo cargo del proceso ya en la segunda ronda tras la renuncia de Alfio Basile, supo que Palermo podría darle una salida feliz y así sucedió a los 47 minutos entre un sinfín de piernas y levemente adelantado, la empujó.

«Llegué al vestuario y hubo saludos de todos, desde el técnico, los ayudantes, el mismo Grondona, Bilardo, Messi; todos los que estaban por ahí. Me acuerdo de Bilardo, que me decía ‘con el tiempo vas a ver lo importante que va a ser para tu carrera este gol'», recordó Palermo el año pasado.

La película tuvo su cierre en Sudáfrica 2010 (a diferencia de Gareca, Palermo sí fue al Mundial), cuando ingresó sobre el cierre con Grecia y aprovechó, como siempre, la oportunidad para meter el 2 a 0.

Finalmente, los mitos que se tiñeron sobre el recordado 6 a 0 en lo que fue el primer título de Argentina a nivel Mundial llegaron a todo tipo de locuras: desde supuestas exportaciones de trigo a Perú por parte del gobierno militar de Rafael Videla hasta ligazón de los propios futbolistas con la dictadura.

Con el tiempo quedó demostrado que Argentina, con las atajadas de Fillol, la suerte en un tiro en el poste y el empuje de Mario Kempes -dos goles- y del público local consiguió una victoria ansiada y necesaria para jugar la deseada final.

«Nos quisieron culpar de algo increíble. Fuimos bastardeados. Con el tiempo pasa lo que pasa siempre. Del ’86 a la última Copa del Mundo jugaron ocho mundiales y no pudieron ganarla. Es difícil y la gente se dio cuenta de eso, por eso empezaron a valorar al ’78 y ’86», apuntó el propio «Pato» Fillol en ESPN hace un año atrás.