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A 20 años de la muerte de Favaloro, el médico que entregó su corazón


Este miércoles se cumplen dos décadas del día en que René Favaloro se quitó la vida. La historia y las frases más recordadas de una de las figuras más trascendentales del país

Si se habla de personalidades destacadas de la historia argentina, es inevitable el nombre de René Gerónimo Favaloro. El médico argentino no sólo dejó un legado de enormes avances en la cardiología gracias a su bypass coronario, sino que dedicó gran parte de su vida a crear una institución dedicada a la asistencia, la docencia y la investigación que aún perdura en el tiempo. Este miércoles se cumplen 20 años de su muerte.

«Los progresos de la medicina y de la bioingeniería podrán considerarse verdaderos logros para la humanidad cuando todas las personas tengan acceso a sus beneficios y dejen de ser un privilegio para las minorías». Una de las tantas destacables frases de Favaloro que ejemplifica lo que fue su carrera y el rumbo que le marcó a la misma.

Fue el desarrollador de la cirugía conocida como bypass coronario y su primera aplicación práctica, el 9 de mayo de 1967. Realizó un total de 13.000 bypass hasta sus 69 años. La también llamada cirugía de revascularización miocárdica es hoy el procedimiento quirúrgico de corazón más difundido en el mundo.

Favaloro nació en el humilde barrio El Mondongo de La Plata el 12 de julio de 1923. Si bien es probable que haya heredado la pasión por la medicina de su tío médico, lo cierto es que el argentino fue mucho más que eso.

«Después de la escuela, pasaba las tardes en el taller de carpintería de su padre ebanista, quien le enseñó los secretos del oficio», cuenta la biografía publicada por la fundación, donde se agrega que de joven trabajaba de obrero. «Gracias a sus padres —su madre era una habilidosa modista— aprendió a valorar el trabajo y el esfuerzo», agrega el texto. De su abuela materna aprendería a apreciar la naturaleza, lo que luego se convertiría en una militancia ecologista.

Estudió medicina en la Universidad Nacional de La Plata, donde se doctoró con una tesis sobre el íleo.​ Luego de realizar su preparación profesional en el Hospital Policlínico, en 1950 se mudó al pequeño pueblo de Jacinto Aráuz (La Pampa) para reemplazar por un tiempo al médico local, quien tenía problemas de salud.

Allí constató en persona la dura vida de los pobladores, con veranos insoportables y crudos inviernos. Lo que iban a ser dos o tres meses, terminaron siendo doce años. Cuando Favaloro se fue, la mortalidad infantil de la zona disminuyó hasta casi desaparecer, se redujo la desnutrición y la cantidad de infecciones en los partos, y en Jacinto Aráuz quedó establecido un centro asistencial.

En el año 1962 decidió continuar su carrera en Estados Unidos y se radicó en Cleveland, donde se desempeñó primero como residente y luego en el equipo de cirugía en colaboración con médicos locales, concentrando su trabajo en enfermedades valvulares y congénitas. Allí fue donde comenzó a desarrollar el que terminaría siendo el principal trabajo de su carrera y «el procedimiento que cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria».

En 1971 emprendió su regreso a Argentina para operar en el Sanatorio Güemes de Capital Federal. Cinco años después, junto con el doctor Luis de la Fuente, creó la Fundación Favaloro, no sólo una clínica, sino un centro de capacitación donde estudian alumnos de diferentes partes del mundo y donde cada dos años se celebra el congreso Cardiología para el Consultante.

El 29 de julio del 2000, en medio de la crisis económica y política que atravesaba el país, y con la Fundación Favaloro siendo acreedora de grandes deudas del PAami y otras obras sociales, René Favaloro se encerró en su baño y se disparó un tiro en el corazón.

A lo largo de su vida Favaloro también se dedicó a denunciar problemas sociales como la desigualdad, el armamentismo y la violencia, y escribió varios libros de historia nacional. El exitoso médico supo decir: «Quisiera ser recordado como docente más que como cirujano».

Frases y pensamientos del recordado médico

A continuación, un recorrido sobre algunas de sus más recordadas frases:

  • «Proceder con honestidad en aras de la dignidad del hombre es el compromiso más trascendente en nuestro corto paso»
  • «Debe entenderse que todos somos educadores. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas. Procuremos entonces enseñar con el ejemplo»
  • «Los progresos de la medicina y de la bioingeniería podrán considerarse verdaderos logros para la humanidad cuando todas las personas tengan acceso a sus beneficios y dejen de ser un privilegio para las minorías»
  • «Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad»
  • «En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad»
  • «Nunca recibí distinciones a título personal. Para mí el ‘nosotros’ siempre estuvo por encima del ‘yo'»
  • «Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades las mayores caerían sobre las clases dirigentes»
  • «Sólo espero que no se haga de este acto (el suicidio) una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad». Lo escribió en su carta de despedida.
  • “Reitero la obligación de cremarme inmediatamente, sin perder tiempo. Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles”, manifestó. Una carta fue enviada al entonces presidente Fernando De La Rúa, en la que expresaba su cansancio de “ser un mendigo en su propio país”.
  • «La ciencia es la expresión de una necesidad inherente al ser humano y, en todo caso, está ligada a la función superior de su naturaleza inteligente: la capacidad de crear»
  • «El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano». Esta la escribió en su carta póstuma.