La crisis que desató la pandemia dejó decenas de millones de desempleados en un tiempo récord, y se vive un contexto de recuperación incierta
La economía siempre iba a ser uno de los ejes centrales de la campaña presidencial en Estados Unidos, pero el derrumbe provocado por la pandemia de coronavirus desdibujó el crecimiento constante de la última década y enfrentó a los candidatos a un difícil escenario, en el que la mayoría de los economistas no se animan a pronosticar cómo y cuándo se recuperará el país.
La crisis económica provocada por el coronavirus no se parece a ninguna de las recesiones que vivió antes Estados Unidos: no surgió de la explosión de una burbuja financiera, como pasó en la Gran Depresión de 1930 o en la Gran Recesión de 2008, ni del fracaso de una política económica, como le sucedió a Ronald Reagan en los años 80.
Esta surgió de la necesidad del propio Estado de detener la actividad productiva y comercial para frenar una pandemia, y esa causa hizo que todos los sectores de la economía se vieran afectados al mismo tiempo y de inmediato, con decenas de millones de desempleados en un tiempo récord.
A más de ocho meses de la explosión de la pandemia, Estados Unidos atraviesa el tercer pico de contagios de la primera ola y se consolida como el país con más casos y muertos del mundo.
«No podemos reanudar completamente las actividades productivas si el virus no está bajo control. Han habido muchas discusiones sobre la tensión entre la salud y la economía, pero en realidad es una falacia», explicó a Télam la economista Lara Merling del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), con sede en Washington.
A mediados de año, antes del segundo pico nacional de contagios, el economista jefe del influyente banco de inversión Goldman Sachs, Jan Hatzius, afirmó en una columna: «Esta es definitivamente la recesión más profunda (desde la Segunda Guerra Mundial) y también es casi con seguridad la más corta».
Pero la imposibilidad de controlar la pandemia se reflejó en las marchas y contramarchas de la evolución del PBI este año que, según todos los pronósticos, terminará con un balance negativo.
Hoy se anunció que el tercer cuatrimestre del año marcó un crecimiento récord del PBI del 33% «pero lo importante es que fue precedido por un segundo cuatrimestre con una caída récord», aclaró Merling.
«Esto significa que, a nivel anual, todavía vamos a tener un crecimiento negativo. Además, es posible que el crecimiento del tercer cuatrimestre se pierda en el cuarto cuatrimestre porque ahora los casos volvieron a aumentar, hace frio y la gente probablemente salga menos y haya menos actividad», añadió.
Hasta la llegada de la pandemia, el país vivía el período de crecimiento económico ininterrumpido más largo desde la posguerra.
Pero tras una década de esta recuperación lenta, una encuesta del reconocido Centro de Investigación Pew, publicada en abril, evidenció que las dos minorías más afectadas por las crisis epidemiológica y económica llegaron al derrumbe sin un colchón de ahorros.
Un 73% de los afroestadounidenses y un 70% de los latinos dijeron no tener ahorros para cubrir tres meses de gastos si perdían el trabajo, dos cifras muy altas en comparación al 47% de los blancos consultados.
«El otro sector especialmente afectado fueron las mujeres. Por un lado, las que trabajan en servicios y perdieron sus trabajos y, por otro, las que, aún si podían trabajar de sus casas, tienen hijos y, al quedarse sin servicios de cuidado, tuvieron que abandonar en números récord el mercado laboral», explicó la investigadora.
Este efecto desproporcionado sobre estos sectores se evidenció, rápidamente, en el incremento dramático de los niveles de inseguridad alimenticia entre los hogares de clase trabajadora, que alcanzó los niveles del peor momento de la crisis de 2008.
«Durante un par de meses, los que perdieron su trabajo recibieron 600 dólares extras por semana de seguro de desempleo del Gobierno, lo que significó a veces más dinero del que ganaban antes. Pero este beneficio se terminó en agosto y el Congreso no volvió a aprobar otra ley de ayudas», explicó Merling.
Hasta hace unos días, el oficialismo y la oposición intentaron sin éxito aprobar un segundo paquete de ayudas. El primero ofreció un plan de 1.800 millones de dólares, que incluía un salvataje a las aerolíneas y una nueva tanda de 400 dólares extras para los desempleados.
La oposición, sin embargo, se negó a aceptar un paquete menor a 2.200 millones, que, entre otros puntos, restablecía la ayuda extra a desempleados a 600 dólares semanales y aumentaba las partidas para servicios de cuidado infantil y educación.
Uno de los argumentos que esgrimieron legisladores republicanos fue el déficit récord del Estado.
Para finales de septiembre, producto de la baja en la recaudación y el aumento del gasto, el déficit presupuestario había aumentado un 218% y alcanzado un total de 3.100 millones de dólares, más que el doble del de 2009.
Pero para Merling, esa no es la razón de la parálisis política: «Si hay un país que puede sostener de manera sostenida un déficit es Estados Unidos, el país que que emite dólares. La razón no es por falta de dinero, sino por disputas políticas.»
En los últimos meses de campaña, tanto Trump como el candidato opositor, Joe Biden, terminaron de delinear sus propuestas económicas y ambos se enfocaron en la creación de empleo: el primero prometió crear 10 millones de puestos en los primeros 10 meses y el segundo, una masiva inversión en producción nacional para generar 5 millones de trabajos.
Según la investigadora, los republicanos apuestan por una creación indirecta de puestos de trabajo, a través de incentivos para la inversión privada; mientras que un sector del Partido Demócrata le reclama a Biden que sea el Gobierno el principal generador de empleos para salir de la crisis, como lo fue en los años 30.
La gran incógnita hoy, con una pandemia aún fuera de control, es qué tipo de puestos de trabajo se pueden crear cuando no hay condiciones para reactivar el sector servicios con atención al cliente o garantías para permitir la congregación de trabajadores en fábricas u otros ambientes cerrados.