A los 18 años, Lionel Messi jugaba su primer partido con la camiseta albiceleste en un amistoso ante Hungría: la Pulga ingresó desde el banco y duró 45 segundos en cancha
“Sale Lisandro López, hace su debut en la Selección Argentina Lionel Messi, señores”, destacaban los narradores a los 18 minutos del segundo tiempo del amistoso ante Hungría. Como Diego Armando Maradona, Leo tenía sus primeros minutos en la Mayor en un amistoso ante ese seleccionado europeo. Mismo rival, mismo contexto. Diego debutó en La Bombonera, a Messi le tocó en Budapest.
Si bien ambos partidos terminaron con victoria Albiceleste, el de Lionel Messi no fue del todo grato para él. Apenas si duró menos de un minuto, en realidad ¡43 segundos en cancha!
Ya en la semana previa no se hablaba de otra cosa que no sea del debut del rosarino en aquella Selección de José Pekerman. “La Pulga” venía de ganar el Mundial Sub-20 en Países Bajos con el seleccionado argentino, siendo figura y goleador del certamen. Entonces todo el mundo futbolero aguardaba expectante que llegue el ansiado bautismo de Lionel con la casaca de Selección Argentina mayor. Era 17 de agosto de 2005, la fecha para recordar.
Aquellas, para algunos “odiosas”, comparaciones con Maradona ya eran moneda corriente. Zurdo, habilidoso, con perfil más bajo claro, pero tocado con la misma barita mágica que Diego.
“Toqué dos pelotas, creo”, analizó unos años más tarde Leo, aun resignado, en declaraciones televisivas. “A lo sumo era amarilla eso. No lo toco. Tenía 18 años yo. Lo primero que pensé es ‘entré y me echaron, no vuelvo nunca más’. Se te cruzan un montón de cosas por la cabeza, ese día fue terrible”, continuó Messi cuando le volvían a mostrar la jugada.
El alemán Markus Merk fue el árbitro de aquel partido, el responsable de que el debut de un Leo de 18 años termine así.
Franco; Scaloni, Ayala, Heinze, Sorín; Lucho González, Bernardi, Maxi Rodríguez; D’Alessandro; Crespo y Lisandro López fueron los once que saltaron al campo en aquella oportunidad.
Leo tocó tres pelotas en 43 segundos hasta que el jugador húngaro Vilmos Vanczák se interpuso y “sobreactuó” para algunos.
Messi recibió de Bernardi, intentó ir para adelante a pura velocidad, pelota al pie, Vanczák lo tomó de la camiseta y, en su instinto natural de sacárselo de encima, dejó volar el brazo derecho. Merk no dudó y le sacó la roja. Así, como si nada. Decidido.
Tocalli, ayudante de Pekerman en aquel entonces, recordó: «En ese momento vimos que ni lo había tocado, por ahí un poquitito después de verlo tantas veces. Lo primero que hicimos fue llegar al hotel y mirar la jugada. Nosotros nunca protestamos a un árbitro ni hicimos gesto. Fue una decisión y tuvimos que aceptarla, pero ni lo tocó».
Lo concreto es que un jovencito Lionel dejaba el campo desahuciado, triste, como no entendiendo lo que pasaba. Atrás de él, Sorín, Scaloni, Henze, entre otros, iban a la caza de Markus Merk.
Según se supo con el tiempo, Messi estuvo más de treinta minutos entre lágrimas y bronca en el vestuario. Se duchó para bajar las revoluciones y, entre Tocalli y el cuerpo médico, le dijeron lo que necesitaba escuchar: «Son cosas del fútbol. No vamos a cambiar la opinión que tenemos sobre vos y vas a estar con nosotros en el próximo partido».
Tras la victoria, llegaron sus compañeros y los referentes lo contuvieron. Messi estaba destinado a tener otra historia con su Selección y esto era solo un inicio. Doloroso inicio, pero así se escribían las cosas.