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Argentina: el mundo post pandemia es una oportunidad, ¿se aprovechará?


Por Diego Martínez Burzaco - Jefe de Estrategia de Inversor Global

Absolutamente todos los economistas y analistas financieros coincidimos en que la pandemia del Covid-19 traerá mayores desafíos para la economía argentina de los que presentaba previamente antes de este brote.

La situación previa ya era de por sí muy delicada. Un déficit fiscal crónico que no fue corregido a tiempo generó dos efectos no deseados: un endeudamiento acelerado para financiar gasto corriente y una presión impositivo insoportablemente elevada para el sector privado. Cuando el financiamiento desapareció, entonces se recurrió a la emisión monetaria espuria.

El resultante fue una creciente caída del nivel del peso, repudio por parte de los argentinos y una escalada de la brecha cambiaria.

El Covid-19 llegó para profundizar estos problemas. La impresión de billetes se aceleró para financiar un fisco que aumentó su desequilibrio, mientras que la presión impositiva no cesó, sino que por el contrario cumplir con las obligaciones impositivas se hizo una carga más pesada en un contexto de ingresos decrecientes.

¿Acaso está todo perdido? 

El escenario es más difícil y desafiante, sin dudas, pero si se avanza con políticas que tengan sentido común se puede sacar provecho, incluso, del nuevo mundo post-Covid 19 que se avecina.

Lo primero, y más urgente, es resolver el tema de la deuda soberana. No entrar en default resulta condición necesaria, pero no suficiente, para ver la luz al final del túnel para la economía argentina.

No se trata de «pedirle a los bonista que ganen menos», sino de que Argentina tenga la posibilidad de apalancar una futura recuperación económica con el engranaje del crédito.

Un default no solo tendrá consecuencias nocivas para la inflación y la brecha cambiaria, sino que dejará en una situación de virtual default a las provincias argentinas que buscan renegociar sus pasivos y totalmente aislado al sector privado para poder financiarse con el fin de invertir aumentando la frontera de producción.

Asimismo, un default limita fuertemente la posibilidad de que los organismos multilaterales permitan financiar infraestructura tan necesaria para mejorar la competitividad del país.

Precisamente, si de competitividad se trata, la Argentina tiene una gran oportunidad de potenciar dos sectores que pueden salir extremadamente favorecidos de esta pandemia en el mundo.

El primero, lógicamente, es el de la industria alimenticia.

Si hay algo que el mundo no dejó de consumir en estos traumáticos meses ha sido los alimentos.

El campo argentino tiene una competitividad de primera línea acá, con la posibilidad de generar valor agregado en sus exportaciones con la consecuente creación de empleo de calidad.

Solo hace falta una cuestión central ligada a los incentivos.

Es necesario promover políticas que fomenten e impulsen este sector y no que le pongan un freno de mano.

El segundo sector en importancia es la exportación de servicios informáticos y de las áreas conocidas como la economía del conocimiento.

Se trataba de un sector que cobró muchos dinamismo y competitividad en los últimos años, aportando un salto cualitativo a nuestra balanza comercial superavitaria.

La implementación de retenciones a las exportaciones de estos servicios, sumada a la suspensión en la aplicación de la Ley de Conocimiento vitada por el Congreso, son obstáculos muy difíciles de entender a esta altura.

Todo esto debe ser implementado en un marco de un programa macroeconómico, que deje en claro cómo se procederá a sacar de circulación la inmensa cantidad de pesos emitidos por la emergencia de la pandemia y con un sendero transparente de recuperación del equilibrio fiscal.

Me quedo con las palabras de nuestro presidente, que esta semana dijo que «financiar el déficit con deuda no es una buena idea».

Para ello, no queda otro camino que el equilibrio de las cuentas públicas.

Ojalá sus palabras se materialicen en la práctica y que la Argentina aproveche esta nueva oportunidad que le brindará el mundo post pandemia.