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Entre el miedo y la empatía, así trabajan los hospitales españoles


"Te da miedo que estén mal, porque cada día ves que hay gente joven que también están mal y piensa: ¿es que si le pasara a mi padre?", relató una enfermera

El noveno piso de un hospital en Badalona, España, congrega a los enfermos por coronavirus. Allí los casos llenaron los consultorios, las camas y todos los espacios, y presenta la realidad de cualquier otro hospital español. El personal del Germnas i Trias Pujols trabaja incansablemente ante el gran número de casos: jornadas duras y difíciles que atentan contra el ánimo de los médicos y enfermeros. Así lo cuenta Angela Llobell, asistente de enfermería: “Bueno, llevamos un días que como estamos más sobrecargadas, entre nosotras estamos un poco más sensibles, igual estamos riendo que nos pasamos la tarde llorando… y, no se, tendremos que enseñarnos a desconectar, pero será muy complicado desconectar”.

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Las emociones suben y bajan. La angustia invada a cada trabajador sanitario. La exhaustiva desinfección que se realiza luego de cada intervención cansa y el miedo siempre está presente. Ese miedo a contagiar o contagiarse. Y la empatía con los pacientes que lleva a entrometerse en cada caso: “Te da miedo que se contagien, que estén mal, porque cada día ves que hay gente joven que también están mal y piensa: ¿es que si le pasara a mi padre? ¿habrá respiradores suficientes por si les pasara? Eso es lo que no me deja dormir cada día. Y luego lo mal que lo pasas cuando los pacientes están tan solitos”.

El hospital reconvirtió su biblioteca en una unidad de cuidados intensivos. Lo mismo ha hecho con una sala nueva destinada a la recuperación de pacientes de cirugía cardíaca. Aún así, tal es el flujo de pacientes, que se ven forzados cribarlos utilizando criterios de medicina de catástrofe. Otra espina clavada en el corazón de los sanitarios: «Estas máquinas de respiración se mantienen para las personas que tienen una mayor probabilidad de supervivencia. Aunque es cierto que hay muchas personas mayores que salen de aquí caminando (después de recuperarse) y te dices «¡Oh, Dios mío! ¡Son geniales! No hace tanto daño a todos. Pero es cierto que tenemos que filtrar, y eso es muy triste», sentencia.