Por Emilia Ottogalli
Caminaron sin desmayo hacia una vida mejor, hacia una realidad que es solo una ilusión, un sueño o una esperanza que ahora se topa con un señor llamado Trump. Familias enteras con sus trastos, sus deseos y, sobre todo, esas penas y frustraciones que pesan más que todo el bagaje que llevan. Salieron desde Centroamérica con el destino en la mente y atravesaron todos los obstáculos que fueron apareciendo en el camino para poder llegar a la meta.
El último 12 de octubre, el grupo salió de Honduras y a lo largo de los kilómetros se fue sumando gente de El Salvador y Guatemala. Un camino arduo pero que hicieron de manera constante. La peregrinación es una muestra de la desastrosa realidad que se vive en algunas naciones del centro del continente y de la necesidad de algo mejor.
Poco a poco fueron llegando a la ciudad mexicana de Tijuana. Fronteriza con Estados Unidos, se presentaba como la última parada antes de concretar el gran sueño. Sin embargo, desde el país vecino no tienen intenciones de permitir la entrada. La esperanza que rodeaba la llegada a este punto empieza a convertirse en desolación y esta ciudad podría pasar a ser ahora un nuevo hogar, al menos durante varios meses mientras se espera poder ingresar a suelo estadounidense.
Trump ha sido claro con su política migratoria. Ni el dolor, ni el esfuerzo, ni la desesperación de salir a pie en busca de un futuro mejor parecen ablandarlo. El mandatario no tiene ningún tipo de intención de darles asilo. Pero los migrantes no se dan por vencidos. Bastantes sacrificios han hecho para llegar hasta la puerta de una nueva vida como para dejarla ir así como así.
Uno de los miles que han arribado a México decía por megáfono frente a los demás: «Ya caminamos hasta aquí. Hemos atravesado países y pasado muchas dificultades, queremos establecer un diálogo». En la mayoría de sus manifestaciones y pedidos ha reinado la paz. Los carteles que sostienen dicen: «Las armas no son la mejor opción. Exigimos al gobierno de Estados Unidos el diálogo. No a la deportación».
Buscan, simplemente, una oportunidad para comenzar de nuevo. Y dejar atrás, finalmente, las carencias y horrores que han tenido que afrontar víctimas de la pobreza y la violencia de sus países de origen. Quieren progresar. ¿Quién puede culparlos?
A lo largo del trayecto se han enfrentado con un sinfín de problemas. Viajar, a pie, una distancia tan larga dio lugar a enfermedades y demás conflictos. Ahora, la situación en el refugio en Tijuana no es mucho mejor. La gran mayoría tiene que dormir a la intemperie porque no hay espacio suficiente. Algunas carpas ayudan, pero no alcanzan.
«El jueves llovió muy fuerte y nos mojamos todos. Estamos ya desgastados de caminar tanto y pasar los días al rayo del sol y las noches con frío. Estamos todos enfermos de las vías respiratorias: ya le decimos la tos de la caravana», contó Alejandro, uno de los migrantes, a la cadena internacional BBC.
La desesperación tocó la puerta el último domingo. A una parte del grupo se le agotó la paciencia y decidió que a través de pedidos pacíficos no llegaría a buen puerto por lo que decidió usar la fuerza, pero sólo fue peor. Cerca de 500 personas intentaron saltar la valla que separa México de Estados Unidos. No pudieron.
Las fuerzas de seguridad los reprimieron y se quedaron así sin el apoyo que venían teniendo del lado mexicano. La secretaría de Gobernación confirmó que los involucrados serán deportados.
Más de un mes caminando por extensas rutas, a la merced de la buena voluntad de quien los veía pasar, esperando la colaboración del prójimo y con la esperanza a flor de piel. Más de un mes soportando las inclemencias del tiempo y haciendo breves pausas para reabastecerse. Muchos años soportando una calidad de vida insoportable.
El tiempo pasa y la solución no llega. Abandonaron sus países por malas condiciones, pobreza, violencia y falta de respuesta. Pero ahora no están mucho mejor. La idea de progreso se hace cada vez más efímera. Un país, una simple persona en un puesto de poder, le niega a miles la posibilidad concreta de un futuro digno. De una realidad mejor.
La cobertura de todo el recorrido
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