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Visita del canciller chino a Roma genera expectativa del Vaticano para nombrar obispos


Si bien por el momento no hay en agenda encuentros anunciados entre Wang Yi y su par vaticano, Paul Gallagher, fuentes de la Santa Sede dijeron que "no hay que descartar" posibles encuentros informales

 

La llegada a Roma del canciller chino Wang Yi para un encuentro con su par italiano Luigi Di Maio en agenda para este martes, volvió a poner el foco de atención en el histórico acuerdo provisorio sobre el nombramiento de obispos firmado entre el gigante asiático y el Vaticano en 2018, con vencimiento el próximo 22 de septiembre, y que se podría extender «uno o dos años más».

En medio de las últimas negociaciones entre Roma y Beijing para prorrogar el acuerdo que hace dos años supuso el primer acercamiento bilateral en más de 50 años, Wang Yi iniciará mañana en Roma una gira europea de una semana por la que también visitará Países Bajos, Noruega, Francia y Alemania.

Si bien por el momento no hay en agenda encuentros anunciados entre Wang Yi y su par vaticano, Paul Gallagher, fuentes de la Santa Sede dijeron a Télam que «no hay que descartar» posibles encuentros informales entre el jefe de la diplomacia del gigante asiático y los negociadores de la Santa Sede.

En febrero de este año, en el encuentro bilateral de más alto nivel desde 1949, Wang Yi y Gallagher se reunieron en Munich, en una reunión en la que resaltaron «la importancia del Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los Obispos, firmado el 22 de septiembre de 2018, renovando además la voluntad de continuar el diálogo institucional a nivel bilateral para favorecer la vida de la Iglesia Católica y el bien del pueblo chino», según indicó entonces el Vaticano.

La llegada de Wang Yi a Roma se da así a menos de un mes del vencimiento del acuerdo provisorio firmado por dos años y que podría ser prorrogado por uno o dos años más.

«El diálogo con China no es un camino fácil pero nos hemos embarcado en un camino de respeto, atención, y comprensión recíproca para resolver los nudos que permanecen y las situaciones que nos dejan preocupados», planteó semanas atrás el arzobispo Claudio Maria Celli, jefe de la delegación de la Santa Sede en la negociación con Beijing.

«Pienso que probablemente deberemos reconfirmarlo todavía por uno o dos años, aunque todavía la Santa Sede no tomó una decisión al respecto, que luego será comunicada a las autoridades chinas», agregó Celli en declaraciones televisivas.

Tras un lustro de acercamiento entre China y el Vaticano desde las elecciones de Francisco y el presidente Xi Jinping con apenas un día de diferencia en marzo de 2013, el gran hito bilateral fue la firma, el 22 de septiembre de 2018, de un acuerdo para la designación conjunta de obispos, que permitiría poner fin a más de 50 años de divisiones en una Iglesia en la que por medio siglo convivieron obispos leales a Roma y obispos leales a Beijing.

En esa línea, con el texto del acuerdo aún secreto, se ha nombrado a Stefano Xu Hongwei como coauditor de Hanzhong y a Antonio Yao Shun titular en Jining/Wulanchabu.

De todos modos, los dos Estados aún mantienen diferencias sobre el pleno desembarco de la Iglesia católica en China, como por ejemplo por el número de diócesis que debería haber en el gigante asiático, ya que Beijing reconoce unas 100, frente a las cerca de 140 que imagina el Vaticano

Pese a que con más de 1.300 millones de habitantes en China hay «apenas» unos 10 millones de católicos, los constantes acercamientos en el primer lustro de convivencia entre Francisco y Xi incluyeron puntos altos como que Bergoglio obtuviera en 2014 el permiso de sobrevuelo que le había sido negado a Juan Pablo II en 1989, o que tanto el Papa como su secretario de Estado concedieran en 2016 y 2018 entrevistas a medios de comunicación del gigante asiático.

En ese marco, Celli planteó que «el clima es positivo, es una atmósfera de respeto, claridad, corresponsabilidad, previsión».

«Intentamos mirar hacia el futuro y tratar de darle al futuro de nuestras relaciones una base profunda y respetuosa y yo diría que estamos trabajando en esta dirección», añadió.

La firma del acuerdo puso bajo órbita de Francisco a los últimos siete prelados que quedaban fuera del radar vaticano, y sentó las bases para que las futuras designaciones fueran concordadas entre ambas partes.