Por Diego Mussetta
¿Caballero, Armani o Guzmán? No. ¿Línea de 4 o con líbero y stopper? No. ¿Doble cinco o con volantes interiores? No. ¿Agüero o Higuaín? No. Nada de esto hay que analizar. Hoy lo que fluye es la pasión, esa que se renueva cada cuatro años y que este sábado volverá a acelerar nuestros corazones, esa que nos pone nerviosos, esa que nos alegra o nos entristece. Hoy un nuevo sueño comienza. Hoy volvemos a ponernos la celeste y blanca, esa que está bien guardada, esa de piqué, la que está amarillenta, o la alternativa azul de los goles de Diego a Inglaterra en el 86, esa que nos llevó al suplementario ante Alemania y que luego llenamos de lágrimas, esa que tanto queremos…
Hoy una nueva ilusión enciende los corazones de 40.000.000 de argentinos. Hoy todos, desde el trabajo, el living de casa o muchos en la mismísima Moscú, sentirán en carne esa adrenalina que sólo se siente cuando arranca una Copa del Mundo. Esa que despierta el interés de los que nunca ven un partido de fútbol durante cuatro años. Esa que te hace sentir un cosquilleo en la panza durante 90 y pico de minutos… o más, porque la noche se hizo larga, porque a muchos nos costó dormir y porque una vez que el árbitro pite el final seguiremos analizando y polemizando lo que dejó el debut.
Hoy todos seremos Sampaoli. Vamos a pedir a tal jugador si fulano no anda bien, bufaremos si no podemos doblegar a los ignotos islandeses y hasta insultaremos ante algún fallo arbitral que nos perjudique.
Hoy todos dejaremos de lado nuestras diferencias. Hoy ya no se discutirá si aborto sí o no, hoy nos vamos a olvidar aunque sea un ratito del rumbo económico y de un dólar que sube y sube y golpea nuestros bolsillos, hoy el fútbol vuelve a unirnos bajo una misma bandera, como cada cuatro años… la celeste y blanca hoy es nuestra ilusión y con pasión gritamos ¡vamos Argentina!