Ciudad

Una mujer judía debió pasar por un bochornoso hecho de discriminación


El conductor de un taxi la obligó a bajarse del auto en la intersección de las calles San Martín y Mendoza. “Bajate acá y caminá”, le dijo el taxista

El conductor de un taxi la obligó a bajarse del auto en la intersección de las calles San Martín y Mendoza. “Bajate acá y caminá”, le dijo el taxista

Un hecho tan inadmisible como repudiable debió soportar una mujer de 38 años, Valeria G., profesora, el viernes por la noche, pasadas las 21.30 horas, cuando un taxista la obligó a bajarse del auto por ser judía. “Bajate acá y caminá”, le dijo el chofer.

La mujer en cuestión se aprestaba a tomar un taxi en la esquina de Paraguay y Mendoza y un hombre con una discapacidad, que presumiblemente salía del templo judío ubicado a escasos metros de esa esquina, se acercó para lo mismo. Entonces frenó un taxi, aclaradas las prioridades de espera, subió la mujer. Una vez dentro del auto, el conductor comenzó a expresar improperios contra el señor “una basura que seguramente era judío y salía de la mezquita” (confundió el templo judío sinagoga con el templo del islam).

El taxista, conductor de un servicio público, siguió hablando mal y descalificando a los judíos, motivo por el cual, y transitadas ya unas cuadras, la mujer le pidió que por favor dejara de hablar en ese tono, por cuanto ella también era judía y le estaba haciendo mal, la estaba ofendiendo y humillando.

En ese momento, sin más, sin el menor atisbo de respeto, el taxista le dijo “bajate acá y caminá”, lo que tuvo que hacer la mujer en la intersección de calles San Martín y Mendoza cerca de las 22 horas del día viernes pasado. Se bajó llorando y en un estado de conmoción anímica.

A pocas horas del suceso, distintos concejales de la ciudad, entre ellos la ex presidenta del Concejo, Daniela León, se interesaron por el tema.

Nota de la Redacción

Una clara e intolerable muestra de discriminación, de violencia moral, agravada por cuanto partió de alguien que en definitiva es un servidor público. Una falta de respeto por el prójimo y además (y no es novedad) un claro ejemplo de la ausencia del Estado a la hora de discernir quién está capacitado o no para conducir en el transporte público, pues no se trata solo de conducir un vehículo, sino de respetar normar de tránsito, de convivencia y de mostrar respeto por el prójimo, algo que en este país y en esta ciudad suele brillar por su ausencia.

El antisemitismo, así como la discriminación en general, campean peligrosamente en esta sociedad, sin que se le ponga fin con medidas ejemplificadoras. Lamentable.