Opinión

Una inflación del 25, las paritarias del 15 sin gatillo y los tenidos por “gilipollas”


 

 

Por Carlos Duclos

Los eclipses duran poco. Los astros y todo en el universo sigue su curso, el movimiento de las cosas y ese andar hacia un destino predeterminado no puede ser detenido. Esa es la verdad, porque esa es la realidad.  El sol no puede ser tapado por la luna y mucho menos por la mano del hombre. Como a una acción corresponde una reacción de la misma fuerza y en sentido opuesto, a la pseudo realidad dibujada por discursos elaborados por genios de políticas equivocadas para el reino del bien común se le corre el velo finalmente y queda al desnudo. Para andar sin eufemismos y prólogos floridos, aplicado lo precedente al mundo de lo social argentino, dígase sin vueltas que el Indec ha reconocido (“oficialmente”) una inflación del 1,8 por ciento para enero. Si a este porcentaje se le multiplica por 12, da por cierto que el porcentaje anual proyectado es del 21,6 por ciento.

Pero claro, como los cálculos del Indec siempre traen bajo del brazo una trampilla, es dable pensar, como lo saben las amas de casa, que el porcentaje termina siendo siempre mayor. Para más datos, aun cuando el Banco Central dispuso mantener las tasas para que el dólar no se disparara éste está cerrando hoy, viernes, a 20 pesos o aún más. Y “os guste o no” (decía un madrileño en Buenos Aires) a vosotros el dólar los lleva del puto pelo hacia estados inflacionarios y delirantes”. Es decir, que la cosa viene mal y que las predicciones del gobierno nacional del 12 o 15 por ciento anual de inflación son un sueño o…

 

¡Oh, qué lejos está esa España que algunos tildan de quebrada con un índice inflacionario “preocupante”, del 0,6 porciento para enero que da una proyección del 7 por ciento anual y que el gobierno peninsular tilda de problemático disponiéndose a bajarlo aún más. En fin.

Pero la cuestión no es la Puerta del Sol española, sino esta puerta del sol argentina con rayos que se filtran dejando poco menos que ciegos a millones de ciudadanos y que algunos suponen que pueden mitigar apelando a discursos vestidos con verdades relativas o absolutas mentiras y, por lo demás, descaradas. No, al sol no lo tapa la luna, ni la mano, ni la palabra. El sol abrasador de la inflación solo puede ser detenido no solo con políticas económicas de largo plazo correctas que apunten al bien común. No solo con políticas económicas se dice, porque hacen falta además políticas educativas, culturales y hasta penales. Sí, pues si aquí no hay una modificación de conductas en todo el espectro social para modificar un estado de cosas ético y moral despreciable y nocivo, no hay política económica que salve a este país y a las generaciones inocentes que vienen.

 

En este marco cabe una pregunta: ¿qué harán aquellos líderes sociales, políticos, gremiales, que diciéndose defensores de los derechos de las clases postergadas adhieren, por diversas vías y de diversos modos, a estas propuestas oficialistas? El líder bajo cuyo manto mamaron políticas favorables a los sectores más postergados, el ex presidente Juan Domingo Perón, exhortaba a los trabajadores con una arenga que hoy cobra forma en algunos cerebros: “con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes” ¿Qué no puede suceder? ¿Que el statu quo es siempre statu quo? No, claro que no lo es, porque todo tiene su tiempo bajo el sol y algunos reinados suelen durar lo que un suspiro y con ellos se vienen por tierra aquellos señores feudales que por años mandaron especulando con el poder de turno. Al mejor cazador se le escapa la liebre. Estos son tiempos, y se vendrán más sensibles, en los que desdeñar el humor social y el subsiguiente comportamiento es un disparate. Especialmente cuando se trata de trabajadores, porque como decía el madrileño de marras: “mira, cuando el trabajador no tiene para pagar la olla, deja de ser indiferente y se vuelve sabio y bravo. No lo tomeis por gilipollas”.

 

A propósito ¿se ha visto la indignante forma de pago a los trabajadores de Vassalli que estas familias han debido aceptar acuciados por las necesidades? ¿Son los únicos en el país en esta situación? Por supuesto que no.