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Un infierno: Israel bajo fuego y las sirenas de alarma suenan cada tres minutos


La nueva escalada con grupos palestinos empañó la vuelta a la normalidad tras la exitosa campaña de vacunación; dos mujeres israelíes murieron por los misiles lanzados desde Gaza, donde se registraron 26 muertos

Del éxito de la vacunación y el retorno de la normalidad a una escalada dramática entre Israel y Gaza cuyo final aún no se vislumbra, en un contexto de extrema inestabilidad y vacío político -el primer ministro Benjamín Netanyahu, con un juicio en proceso, no pudo formar gobierno y el mandato del presidente Reuven Rivlin culmina el 2 de junio- y de reciente duelo por una de las mayores tragedias del país, la estampida que el 29 de abril dejó 45 muertos en el Monte Merón.

Por estas horas, la dramática escalada, que Gaza llamó “Espada de Jerusalén” e Israel denominó “Guardianes del Muro”, deja hasta el momento 26 muertos en el primer sitio, 17 de ellos militantes de Hamas y de la Jihad Islámica, y dos mujeres fallecidas en Israel, con cientos de heridos en ambos lados. Cayeron más de 300 misiles en Israel, el 90% de ellos fue interceptado por la Cúpula de Hierro y se prevé que la violencia continúe por varios días. El Jefe de Estado Mayor, Aviv Kochavi, aseguró que todas las unidades deben prepararse una campaña “de duración indefinida”.

En el centro y sur del país rige una alerta para las comunidades que están dentro del radio de 80 kilómetros de Gaza (incluye ciudades como Tel Aviv, Jerusalén, Beer Sheva, Ashdod y Ashkelón, donde abrieron los refugios antiaéreos públicos, cerraron rutas, prohibieron grandes reuniones al aire libre y suspendieron las clases).

El escenario del conflicto: Jerusalén

La capital de Israel está bajo fuego, en máxima tensión, con muertos, heridos y detenidos. Un gran despliegue policial y militar, evacuaciones en el Parlamento y en el Muro de los Lamentos, explosiones, enfrentamientos, incendios, piedrazos, amenazas y balas de goma conformaron el escenario de una batalla campal que tuvo lugar en uno de los lugares más sagrados del país: la Ciudad Vieja de Jerusalén y la Mezquita de Al-Aqsa, en la Explanada.

Los disturbios, que llevan semanas pero recrudecieron en los últimos días, comenzaron con el inicio de Ramadán cuando la policía israeli colocó vallas alrededor de la Puerta de Damasco, lo que generó múltiples protestas, y encontraron su punto máximo de tensión ayer por la tarde, cuando Hamas lanzó un ultimátum, que luego cumplió: “Liberen la zona oriental de fuerzas policiales a las 18”.


Las sirenas sonaron en Jerusalén, por primera vez desde 2014, y ése fue el gran punto de quiebre: “Organizaciones terroristas en Gaza han cruzado una línea roja y nos han atacado con misiles en las afueras de Jerusalén. Israel responderá con gran fuerza, quien nos ataque pagará un precio muy alto”, dijo Netanyahu, horas antes de que el ministro de Defensa, Benny Gantz, convocara a 5000 reservistas del ejército.

“Sonó la alarma y nos pidieron por los altavoces del edificio de estudiantes donde vivo que fuéramos al refugio. No sabíamos dónde ir, hasta que un profesor nos guió. Ahí llamé a mis amigos, para asegurarme de que todos estuvieran bien”, cuenta Dana Koralek, una joven chilena que emigró hace pocos meses a Jerusalén.

Julia Hanono es rosarina, tiene 20 años y vive en el barrio Sheikh Jarrah, en Jerusalén del Este, uno de los focos de mayor enfrentamiento, tras el pedido de desalojo de cuatro familias palestinas. “Hubo peleas en la puerta de mi casa, pero la sirena no la escuché porque justo estaba en un shopping -y tampoco avisaron por altavoz-. Me enteré cuando salí porque mi hermano me escribió un mensaje para saber si estaba bien. Corrí a mi casa, muy asustada, y me fijé dónde estaba el refugio”, explica la joven estudiante.

El sur de Israel, bajo una lluvia de misiles

Tras el ultimátum de Hamas, las ciudades aledañas a la zona de Gaza se prepararon para una de las peores escaladas de los últimos años.

Itzik Horn es residente de Sderot, una ciudad que está a un kilómetro de Gaza. Es el único lugar donde no suena una sirena, sino una voz femenina que dice tres veces “tzeva adom” (color rojo, en hebreo). “No dormí en toda la noche. No hay gente en la calle, y estamos todos en los refugios o cerca de ellos. No puede ser que el Hamas dirija nuestra vida. Yo ya perdí la cuenta de la cantidad de explosiones y sirenas”, indica, segundos antes de que la comunicación se corte ante el sonido de explosiones y una nueva sirena.

Claudia Zabolinksy vive en Ashkelón junto con su marido. En el transcurso de los cinco minutos que dura la entrevista, se escuchan dos sirenas: “Es un bombardeo tras otro, sin parar. Un cuarto de mi casa es un refugio, y ya estamos agotados de entrar y salir. A pocas cuadras de mi casa está la Cúpula de Hierro, así que escucho todos los estruendos”, explica.