Combinar actividad cardiovascular y de fuerza ayuda a prevenir la enfermedad, a sentirse mejor durante el tratamiento y a evitar recaídas
A medida que pasa el tiempo y la ciencia avanza, diversos estudios van poniendo en evidencia ciertos factores que ayudan notablemente en la prevención y acompañamiento de una de las enfermedades más temidas, el cáncer.
Tal es así que hoy podemos saber del beneficio que brinda la práctica regular de ejercicio físico, científicos aseguran que resulta muy beneficioso para la prevención de ciertos tipos de cáncer. Y no solo eso, sino que mover el cuerpo también ayuda a mejorar los efectos secundarios asociados a los tratamientos y a la enfermedad, así como a reducir las posibilidades de los pacientes de sufrir una recidiva o recaída.
“Se considera que aproximadamente la mitad de los cánceres podrían prevenirse evitando la exposición a ciertas sustancias en la dieta y en el ambiente, como el tabaco, el alcohol, los rayos ultravioleta…, y mejorando nuestra alimentación y estilo de vida”, explica la doctora Begoña Mellado, oncóloga y consultora sénior del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínic.
Y continúa detallando: “Así como el tabaco se asocia a diecisiete tipos distintos de cánceres, más recientemente se ha visto que la obesidad, que es la consecuencia de un consumo excesivo crónico de energía (es decir, exceso de nutrientes en la ingesta) en el contexto de un bajo gasto energético, (es decir, ejercicio insuficiente) va a superar al tabaquismo, y se asocia ya a un mayor riesgo de trece tipos diferentes de cáncer”.
En el Hospital Clínic, siguiendo una iniciativa del equipo de enfermería del Institut Clínic de Malalties Hemato-Oncològiques, se acaba de presentar el manual Guía práctica: ejercicio físico en el tratamiento del cáncer, de Anna Serrahima y Yolanda Torralba, que contiene información útil y detallada al respecto para los pacientes, sus familiares y cuidadores.
“Actualmente sabemos que el ejercicio disminuye la inflamación crónica en los tejidos, y sabemos que uno de cada seis cánceres está relacionado con la inflamación crónica tisular”, asegura por su parte la doctora Odile Fernández, superviviente de cáncer de ovario metastásico, autora del éxito de ventas Mis recetas anticáncer (Urano) y una gran activista del ejercicio físico y de la alimentación saludable.
Fernández continúa explicando: “También sabemos que el ejercicio estimula y fortalece el sistema inmune, y hace que las natural killers, los linfocitos que están en primera línea de defensa, sean más agresivas para eliminar virus, patógenos y células tumorales. La actividad física mejora también la resistencia a la sensibilidad a la insulina, lo que se relaciona con mayor riesgo de diabetes, obesidad y cáncer. Además, mejora la circulación sanguínea y la salud de nuestras mitocondrias, por lo que ayuda a eliminar radicales libres que pueden influir en nuestro riesgo de padecer cáncer”.
También resulta beneficioso mover el cuerpo durante el tratamiento, tal como explica la doctora Begoña Mellado: “La actividad física y el ejercicio son beneficiosos en pacientes con cáncer antes, durante y al finalizar el tratamiento».
«Dichos beneficios son múltiples: mantener la masa muscular y la fuerza muscular, mejorar la capacidad cardiovascular, mejorar el estado de ánimo, mantener la salud del hueso, tolerar mejor los tratamiento. El ejercicio mejora también un efecto muy frecuente en los pacientes con cáncer, como es la astenia o cansancio. Es un tipo de cansancio muy característico, que no mejora especialmente con el descanso, frente al que no hay tratamiento farmacológico y que puede tener un impacto negativo en su calidad de vida”.
¿Qué tipo de actividad está recomendada?
La doctora Begoña Mellado advierte que todavía queda mucho por investigar al respecto, aunque recomienda practicar tanto ejercicio aérobico como ejercicio de fuerza: “Es importante tener en consideración que hacer actividad física es mejor que llevar una vida sedentaria, que hacer ejercicio aérobico tiene unos efectos beneficiosos claros, pero que el mayor beneficio se obtiene al combinar el ejercicio aérobico con ejercicios de fuerza».
Precisa que cuando hablan de ejercicios de fuerza, puede tratarse de ejercicios muy suaves, que puedan ser accesibles a la gran mayoría de enfermos, o incluso pueden realizarse sentados.
«Sí que es importante que el paciente, antes de hacer un ejercicio intenso, consulte con su médico, enfermera o fisioterapeuta para que valore su condición física y pueda recomendarle lo que pueda serle más adecuado”, advierte.