Por Ariana Operti
El 25 de octubre de 2017 el submarino ARA San Juan zarpó desde Mar del Plata hacia Ushuaia rumbo a una misión. Sería la última, pero ninguna de las personas que se encontraban allí, ni quienes los despidieron en tierra lo sabían.
Los tripulantes se embarcaron entregados a su patria, a cumplir con un cometido que tal vez nunca fue claro para quienes no integran el mundo naval, pero se trataba de una participación en ejercicios militares de Etapa de Mar lll en aguas del Canal del Beagle, frente a la provincia de Tierra del Fuego.
Los objetivos secundarios de la misma eran, según explicó en un informe el jefe de gabinete Marcos Peña, “buques y aeronaves que operan desde las Islas Malvinas. Ello con el propósito de verificar el cumplimento de los convenios suscritos por” Argentina e Inglaterra.
El regreso que nunca pudo ser comenzó el 8 de noviembre con 37 tripulantes hombres y una mujer, además de seis buzos tácticos. En el trayecto desde la capital fueguina hacia Mar del Plata, colaboraban con la supervisión de la zona económica exclusiva de la plataforma continental argentina. Sin embargo, algo ocurrió, y aún se desconoce con exactitud qué.
7.30 de la mañana del 15 de noviembre de 2017, en el Golfo de San Jorge. Ese día, en ese horario y lugar, se tuvo el último contacto con el submarino. La prensa, ya alertada, intentaba descifrar qué había detrás del hecho mientras que, la Armada Argentina comenzó la búsqueda.
El submarino debía reportarse dos veces al día. Con el correr de las horas y al no tenerse información sobre el mismo, se activó el protocolo de búsqueda y rescate (Sarsub) y comenzó a recibirse asistencia de otros países. El buque tenía oxígeno, combustible, agua y víveres suficientes para 90 días, pero debía subir cada 48 horas a la superficie para cargar sus baterías.
Mientras tanto, la incertidumbre en tierra de familiares y amigos de los tripulantes iba en aumento, pero no perdían las esperanzas: pedían un rápido actuar, porque el oxígeno se consumía y así podrían ser rescatados con vida a los 44.
El vocero de la Armada Argentina, Enrique Balbi, confirmó que el buque había sufrido una avería en sus baterías, pero que el problema se había controlado con normalidad. Que ese inconveniente no se haya hecho público en un primer momento sembró muchas dudas, pero lo primordial era hallar al submarino.
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A ocho días de la desaparición del submarino se presentó un informe que llevó más angustia y dolor. Las esperanzas disminuyeron casi en su totalidad cuando Argentina conoció que la Organización para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares le brindó a la Armada el detalle sobre un «evento violento consistente con una explosión», detectado por dos equipos de medición hidroacústica que se dedican a monitorear episodios nucleares.
Esa “anomalía hidroacústica” fue a casi 60 kilómetros y tres horas después de la última comunicación del submarino, por lo que podría presumirse que fue el causal de la desaparición del mismo. La oficina de Inteligencia Naval de los Estados Unidos la analizó y determinó que el ARA San Juan liberó una energía similar a una explosión de 5.700 kilos de TNT.
La comisión investigadora del ministerio de Defensa se enfocó sobre la hipótesis según la cual una falla en una válvula de ventilación de las baterías de proa llamada “Eco 19” habría sido la causa de la implosión.
La búsqueda de sobrevivientes continuó con efervescencia hasta el 30 de noviembre, cuando se anunció que, a partir de ese momento, no existían más posibilidades de rescate de personas y se pasó a la siguiente fase: “La búsqueda del ARA San Juan en el lecho submarino”.
En los numerosos operativos por agua y aire colaboraron, entre otros países, Francia, Alemania, Italia, Brasil, Noruega y Perú, que pusieron a disposición tanto buques como aeronaves y personal. Además, embarcaciones de Reino Unido y Estados Unidos y vehículos sumergibles de Rusia para rastrear en aguas profundas, se sumaron a los procedimientos.
A nivel nacional participaron, entre otros, los destructores La Argentina y Sarandí de la Armada que realizaron un mapeo del fondo continental con un sistema que emite ondas de sonido bajo el agua. No se obtuvieron resultados positivos.
Este año, tras el acampe de familiares de los tripulantes por 52 días, se pidió continuar con la exploración y la empresa Ocean Infinity fue contratada para continuar la búsqueda y sólo cobrará si encuentra al submarino. Con tres familiares como veedores en la actualidad (en un principio eran cuatro), el buque Seabed Constructor ya analizó más de 15 mil kilómetros cuadrados de mar argentino sin éxito hasta la fecha.
La incertidumbre y el escándalo estallaron cuando se anunció que la compañía abandonará sus tareas en alta mar el próximo 16 de noviembre y las retomará febrero, ya que el buque debe repararse. Los familiares estallaron en dudas ante esta situación, porque temen que el Seabed no regrese como está previsto y lanzaron un duro comunicado criticando el accionar del gobierno en todo el proceso de búsqueda.
Durante la búsqueda se hizo el rastrillaje de 13 zonas sin éxito y se descartaron 22 puntos o contactos de interés, la mayoría de ellos formaciones de piedras de grandes dimensiones y se encontró un viejo barco hundido.
Casi 365 días del fatídico 15 de noviembre. La incertidumbre, las dudas y el dolor continúan latentes en torno a la desaparición del ARA San Juan y sus 44 tripulantes. El sentimiento de orgullo y el reconocimiento de héroes para aquellas personas que perdieron su vida por la patria, también.
La causa judicial
La investigación judicial comenzó tras el reporte de la desaparición de la embarcación. Rápidamente, el caso quedó envuelto en una fuerte polémica ante los datos que se fueron conociendo sobre el estado de la nave y la manera en que se fueron informando, a cuentagotas.
El expediente por la desaparición del submarino cuenta con más de 50 mil fojas de información reservada y veintiséis querellantes. La causa, bajo la carátula “averiguación de ilícito”, está a cargo de la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yañez. El descifrar qué sucedió con la nave desaparecida es el principal objetivo.
Se tomaron más de 50 declaraciones, entre ellas al ministro Oscar Aguad y al ahora ex Jefe del Estado Mayor General de la Armada, el almirante retirado Marcelo Srur, que fue pasado a retiro luego de lo sucedido; ex tripulantes; comandantes anteriores, calificados submarinistas en actividad y retirados de la Armada, integrantes del Proyecto Submarino que tuvieron a su cargo la reparación de la media vida de la nave; personal de Inteligencia, miembros de la Comisión Investigadora del Ministerio de Defensa, entre otros.
Además, la jueza Yañez ordenó allanamientos en la Base Naval de Mar del Plata, hacia donde se dirigía la embarcación, la de Puerto Belgrano; las Oficinas del Comando de Fuerzas de Submarinos, y el Departamento de Psicología de la Base marplatense, entre otros puntos.
Sin embargo, los avances parecen ser nulos también en el aspecto judicial. La magistrada tiene una decena de auditorías por el caso en los días previos a cumplirse el primer aniversario de la desaparición y en concreto, hay pocos datos certeros.
Los 44 tripulantes
- Capitán de fragata Pedro Martín Fernández
- Capitán de corbeta Jorge Ignacio Bergallo
- Teniente de navío Fernando Vicente Villarreal
- Teniente de navío Fernando Ariel Mendoza
- Teniente de navío Diego Manuel Wagner
- Teniente de navío Eliana María Krawczyk
- Teniente de navío Víctor Andrés Maroli
- Teniente de fragata Adrián Zunda Meoqui
- Teniente de fragata Renzo David Martín Silva
- Teniente de corbeta Jorge Luis Mealla
- Teniente de Corbeta Alejandro Damián Tagliapietra
- Suboficial Principal Javier Alejandro Gallardo
- Suboficial Primero Walter Germán Real
- Suboficial Primero Hernán Ramón Rodríguez
- Suboficial Segundo Cayetano Hipólito Vargas
- Suboficial Segundo Roberto Daniel Medina
- Suboficial Segundo Celso Oscar Vallejos
- Suboficial segundo Hugo Arnaldo Herrera
- Suboficial primero Víctor Hugo Coronel
- Suboficial segundo Víctor Marcelo Enríquez
- Suboficial segundo Ricardo Gabriel Alfaro Rodríguez
- Suboficial segundo Luis Marcelo Leiva
- Cabo principal Jorge Ariel Monzón
- Cabo principal Jorge Eduardo Valdez
- Cabo principal Cristian David Ibáñez:
- Cabo principal Mario Armando Toconas
- Cabo principal Franco Javier Espinoza
- Cabo principal Jorge Isabelino Ortiz
- Cabo principal Hugo Dante César Aramayo
- Cabo principal Luis Esteban García
- Cabo principal Sergio Antonio Cuellar
- Cabo principal Fernando Gabriel Santilli
- Cabo principal Alberto Ramiro Arjona
- Cabo principal Enrique Damián Castillo
- Cabo principal Luis Carlos Nolasco
- Cabo principal David Alonso Melián
- Cabo principal Germán Oscar Suárez
- Cabo principal Daniel Alejandro Polo
- Cabo principal Leandro Fabián Cisneros
- Cabo principal Luis Alberto Niz
- Cabo principal Federico Alejandro Alcaraz Coria
- Cabo segundo Aníbal Tolaba
- Suboficial Primero Alberto Cipriano Sánchez
- Suboficial segundo Daniel Adrián Fernández