Se trata de la nave europea que por primera vez en la historia alcanzará una zona desconocida del sol, lo cual va a permitir entender mejor las tormentas
Se trata de la nave europea que, por primera vez en la historia, alcanzará una zona desconocida del sol, lo cual va a permitir entender mejor las tormentas
Por primera vez en la historia una sonda espacial europea va a viajar más allá de Mercurio para sobrevolar y fotografiar una zona completamente inexplorada: los polos del Sol, que son imposibles de ver desde la Tierra.
La Agencia Espacial Europea (ESA) tiene todo listo para lanzar su misión Solar Orbiter, un ambicioso proyecto cuyo principal objetivo es entender mejor nuestra estrella, en cuya protectora burbuja están envueltos todos los planetas, incluida la Tierra, y que es esencial para comprender también el futuro del clima.
Cada 11 años el Sol completa un ciclo de actividad y su campo magnético se invierte cambiando de dirección. Aún se ignoran muchos detalles de qué gobierna cada momento de ese ciclo y también del comportamiento de los vientos de partículas cargadas que lanza el Sol hacia la Tierra y su potente campo magnético. También es esencial comprender por qué y cuándo se producen las tormentas solares, que son capaces de dañar las redes de satélites que orbitan la Tierra e incluso tumbar el sistema eléctrico de grandes regiones, como ya ha sucedido en Canadá y posiblemente también durante el apagón que sacudió la isla de Tenerife el septiembre pasado.
Por primera vez la Solar Orbiter contemplará en detalle esta estrella, que es una enana amarilla, pero cuyas dimensiones apabullan ya que tiene un volumen equivalente a un millón de planetas como la Tierra. Solo las pequeñas manchas que en ocasiones aparecen en su superficie tienen extensiones decenas de veces mayores que la superficie terrestre. Y toda esta mole, centro del sistema solar que le acompaña, viaja por el espacio a 220 kilómetros por segundo. Dadas las dimensiones de la Vía Láctea, incluso a esta velocidad, el Sol solo completa una vuelta al centro de la galaxia cada 250 millones de años. En comparación, nuestra especie lleva solo 200.000 años habitando este planeta.
Poder contemplar por primera vez los polos del Sol es sin duda lo más importante que va a hacer esta misión”, explica Yannis Zouganelis, responsable científico adjunto del proyecto. “Gracias a estos datos vamos a entender por primera vez cómo se conecta toda la estrella, desde las capas altas de su atmósfera, o corona, a las profundidades de su núcleo, que está unos 900.000 kilómetros más abajo”, resalta.
“La Solar Orbiter va a hacer en el Sol algo parecido a lo que hace la sismología en la Tierra”, detalla Luis Sánchez, jefe de la infraestructura de ciencia en tierra de la misión. “Vamos a medir la vibración de la superficie de la fotosfera solar y eso nos ayudará a entender mejor el interior del astro”, añade.
La sonda robótica de la ESA va acercarse al Sol como casi ninguna otra nave lo ha hecho hasta ahora. Su objetivo es situarse en una órbita muy apaisada en torno al astro, de modo que en su punto de mayor acercamiento estará a 42 millones de kilómetros de la superficie solar. Solo su compañera, la sonda Parker de la NASA, ha llegado más cerca, aunque la misión liderada por Europa lleva muchos más instrumentos científicos —diez— capaces de hacer observaciones mucho más detalladas.
“Las dos misiones son muy complementarias”, explica Zouganelis. “Parker se acerca mucho más al Sol, pero solo mide la temperaturas y la cantidad de partículas, no tiene instrumentos ópticos capaces de ver de dónde vienen esas partículas. Con Solar Orbiter sí podremos mirar hacia donde esté Parker y comprender mejor cuál es el origen del viento solar”, señala.
La sonda de la Nasa es la primera de la historia que lleva el nombre de una persona viva, Eugene Parker, que en 1958 predijo la existencia del viento solar, una corriente de núcleos atómicos, electrones y otras partículas que viajan por el Sistema Solar a unos tres millones de kilómetros por hora.
Uno de los grandes misterios de nuestra estrella es que su atmósfera está a un millón de grados, mucho más que la superficie de la estrella, a unos 5.000. Para evitar achicharrarse, la Solar Orbiter lleva un escudo térmico capaz de soportar 500 grados. La nave lleva unas ventanas que se abrirán para dejar entrar la luz solar y las partículas cargadas para que lleguen a las cámaras y los espectrómetros que van protegidos al otro lado de la coraza.
La Solar Orbiter tiene previsto despegar desde Cabo Cañaveral (Florida) el próximo 8 de febrero a las 5.15 de la mañana hora peninsular. Comenzará a hacer mediciones científicas en mayo, todavía durante su etapa de travesía hacia el Sol. En 2021 alcanzará su órbita final en torno al astro y comenzarán a operar el resto de instrumentos. Aunque la misión tiene una duración oficial de seis años, la nave está construida para durar al menos 10.
«Esta misión es la primera en la que hay un liderazgo español en dos instrumentos científicos», resalta José Carlos del Toro, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Del Toro es coinvestigador principal del instrumento PHI, encargado de cartografiar el campo magnético del Sol y medir la velocidad del plasma, que es el gas ionizado de protones, neutrones y electrones que viajan a velocidades de unos pocos kilómetros por segundo. «El campo magnético es la magnitud física más importante para entender la actividad solar y su impacto en la Tierra», resalta Del Toro. El otro instrumento desarrollado en España es el detector de partículas EPD, dirigido por Javier Rodríguez-Pacheco, de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
Fuente: El País