Diego Valle, licenciado en Ciencia de la Familia, ofreció detalles de las consecuencias de esta práctica en menores y cómo abordar el tema
Joaquín recibe la foto. La mira sin darse cuenta y reenvía. Florencia del otro lado espera una respuesta que tarda en llegar, pero llega. No es lo que esperaba. Joaquín está, pero no está en el chat. Florencia lo nota. En otra línea de comunicación, Joaquín y sus amigos comparten fotos. El adolescente no lo sabe y tarda unos cuantos días en entrar en razón. Se equivocó. “No quería quedar afuera, mis amigos siempre mandan”, dijo con la mirada pérdida con lamento y con la inconciencia de sentirse invulnerable.
Los adolescentes están expuestos. Las horas que pasan delante de una pantalla los convierte en carne de cañón para diferentes prácticas que atentan contra su intimidad, integridad física y su estabilidad. Una de ellas, opacada por el “boom” de las apuestas online, es el sexting, una realidad que debe abordarse con seriedad. Aunque la tecnología permite nuevas formas de expresión, es crucial educar y proteger a las personas más vulnerables, asegurando que comprendan los riesgos y sepan cómo enfrentarlos.
CLG dialogó con el licenciado en Ciencia de la Familia, Diego Valle, quien junto a Gloria Chale realizaron un profundo trabajo sobre la problemática que “se profundizó desde la irrupción de la pandemia y la posibilidad de estar inmerso en las redes, en juegos en red, en visualizarse”, explicó.
El sexting, una práctica que combina las palabras en inglés «sex» (sexo) y «texting» (enviar mensajes de texto), se refiere al envío de imágenes o videos de contenido sexual, erótico o pornográfico a través de dispositivos electrónicos. Aunque inicialmente se practicaba entre adultos, esta tendencia ganó popularidad entre adolescentes, especialmente en los últimos años.
El sexting involucra la creación y el envío de contenido explícito a través de mensajes instantáneos, redes sociales o correo electrónico, con la intención de compartirlo con personas de confianza. A diferencia de prácticas como el grooming o el ciberacoso, el sexting se realiza de manera voluntaria. Sin embargo, la falta de conciencia sobre los posibles riesgos hace que muchas personas subestimen las consecuencias de compartir este tipo de material. “Esta práctica puede derivar en ciberacoso, en grooming y en situaciones más trágicas si se agrava”, explicó Valle.
¿Por qué los adolescentes recurren al sexting?
Según estudios realizados en la provincia de Tucumán, el sexting entre adolescentes se motiva principalmente por el deseo de ganar popularidad, impresionar a alguien que les gusta o explorar su sexualidad. Sin embargo, las preocupaciones más comunes relacionadas con la viralización de este material incluyen la posibilidad de que los padres se sientan avergonzados y el riesgo de sufrir acoso o extorsión.
“No se dan cuenta de la vulnerabilidad a la que están expuestos. En la red cualquiera puede entrar, captar fotografías y después empieza el cyberbullying o el grooming, que son delitos mucho más graves”, remarcó Valle.
Recomendaciones
“A raíz de la publicación, muchos conocidos se sorprendían porque no conocían el tema y motivó a los padres a involucrarse”, reconoció Diego Valle, licenciado en Ciencia de la Familia. No obstante, también indicó respuestas negativas de parte de adultos que negaban la posibilidad de que sus hijos o familiares adolescentes practiquen el sexting. “Esto se debe a que no es fácil abordar el tema”, apuntó el especialista.
El diálogo es clave para prevenir los riesgos asociados al sexting. Es fundamental que los padres mantengan una comunicación abierta y sin prejuicios con sus hijos, explicándoles las posibles consecuencias de compartir imágenes íntimas. Algunas estrategias recomendadas incluyen:
- Conversar sobre la pérdida de control que ocurre una vez que el contenido se envía.
- Compartir ejemplos reales de casos de ciberacoso para reflexionar sobre las implicancias.
- Proporcionar herramientas para proteger la privacidad, como aplicaciones que eliminan automáticamente los mensajes enviados.
Es igualmente importante fomentar la colaboración entre las familias y las instituciones educativas para organizar talleres y conversatorios que sensibilicen a los jóvenes sobre este tema. “Como adulto no hay que escandalizarse, asustarse, sino acercarse a los jóvenes y si es necesario ir a un profesional que te dé una mano”, sugirió el especialista y no descartó la posibilidad de solicitar ayuda a en la Justicia para reclamar divulgación de imágenes.
“Siempre remarcamos con Gloria (Chale) no cerrarle la puerta al diálogo con nuestros hijos, con nuestros menores a cargo, estar siempre abierto, porque si cerramos la puerta se le va a abrir un abismo entre ambas partes y no vamos a poder entrar a ayudar”, sentenció Valle.
Medidas de protección
Para quienes han sido víctimas de ciberacoso, existen recursos disponibles en varios países:
- Argentina: Línea 137 para emergencias, disponible las 24 horas, y la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (+54 11 5071-0044).