En el Día de la Madre, tres historias que conmueven. Conocé lo que vivió una psicóloga, una community manager y una periodista
Atravesar los últimos meses del embarazo, el parto y las primeras semanas con los recién nacidos en soledad, dar a luz con barbijo y con miedo al contagio de coronavirus o incluso recibir el diagnóstico positivo en las primeras horas posteriores, forma parte de la realidad de mujeres que se convirtieron en madres durante la pandemia.
La historia de Laura
«Con lo lindo que fue mi parto natural pasó desapercibido porque tres horas después de parir me hisoparon y me dio positivo, nos tuvieron aislados y una infectóloga me dijo que me tenía que separar de mi bebé recién nacido, una locura todo», contó a Télam Laura Rameri, quien tuvo a Lucas cuatro semanas atrás.
La psicóloga de 35 años relató la doble incertidumbre que vivió con su maternidad, de dar a luz a su primer hijo y atravesar la Covid-19 con su bebé recién nacido, en la víspera del Día de la Madre que se festeja este domingo.
«Lucas nació a las 10.30 del martes 22 de septiembre por parto natural, a las 13 me hisoparon por protocolo del Cemic de (el barrio porteño de) Saavedra y fue tan horrible porque no sabía si podía contagiar al bebé o a mi papá que tiene 73 años, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), es obeso, hipertenso y diabético y lo había visto tres veces», recordó Laura.
La joven contó que se cuidó mucho, tomó todos los recaudos del aislamiento y admitió que desconoce cómo se contagió. Luego de que los médicos hisoparan a su compañero y a su hijo, con resultado negativo, los tres fueron dados de alta dos días después.
«Me dijeron que como tuve una carga viral muy baja, no contagié y fui asintomática, pero nos aislamos todos en mi casa 14 días y pasamos mucha incertidumbre», agregó.
Sobre los días posteriores a su parto, Laura confesó que «fue duro» porque tuvo miedo de contagiar a su bebé o tener síntomas que le impidieran estar con el pequeño, a quien finalmente pudo amamantar y abrazar barbijo mediante.
«Me costó que me bajara la leche por tanto estrés y nadie podía ayudarme con nada, todo el dolor físico post parto y la vulnerabilidad se vive con mucha soledad», describió Laura, ahora aliviada al saber que su hijo pronto finalizará el período de aislamiento y podrán hacer los controles de su primer mes de vida con el pediatra.
La historia de Macarena
Macarena, de 27 años, quien pidió reserva de su apellido, trabaja como community manager y tuvo a su primer bebé el 16 de junio pasado en el Sanatorio Los Arcos, también de la Ciudad.
«Fue caótico, pasé mis últimos cuatro meses de embarazo en aislamiento, tuve mucho miedo de contagiarme en controles y recuerdo que en la ecografía donde nos enteramos el sexo del bebé, mi compañero vio el estudio por video llamada porque no podía entrar al consultorio por protocolo Covid», recordó en diálogo con Télam.
La joven contó que sus amigos y familiares la vieron sin panza antes del inicio de la cuarentena y la mayoría no conoce al bebé que ya tiene cuatro meses, con excepción de algún encuentro reciente en la plaza, «pero sin poder cargarlo».
«En el momento del parto no pensé en nada, tuve que llevar barbijo y todo el personal médico tenía protección; según me dijeron era un equipo reducido de médicos», señaló y resaltó que para los controles posteriores al parto el personal de salud ingresaba a la habitación con barbijos y guantes y los descartaba antes de salir.
La única de la familia que conoce al bebé es su mamá, de 48 años, quien tuvo Covid-19 y también estuvo en aislamiento durante 14 días con síntomas muy leves.
«Toda la familia de mi pareja es de Neuquén y no lo conoce, me angustié mucho por no poder compartir con nadie el embarazo, el parto y al bebé recién nacido», dijo aunque remarcó que «lo más importante es que estamos todos bien, nos cuidamos y lo vamos a seguir haciendo hasta que esto termine».
La historia de Florencia
La periodista Florencia Álamos dio a luz a su segundo hijo el 1º de abril, a una semana de declarado el aislamiento social preventivo y obligatorio. «Recién empezaba toda la locura», relató a Télam.
«En la clínica no estaba claro qué pasaba y en ese momento no estaba recomendado el uso de barbijo y había faltantes de alcohol en gel», aseguró la joven, quien en ese escenario adoptó por su cuenta los cuidados.
El coronavirus influyó en su decisión de ir a cesárea programada debido a que tenía un antecedente de esa operación de urgencia con su primer hijo, que hoy tiene tres años. «Me empujó a la decisión porque decían que el pico de casos iba a llegar entre el 10 y 13 de abril, cuando tenía fecha de parto».
«Ese mes previo lo viví con mucha ansiedad y miedo porque no se sabía mucho, el coronavirus estaba en Europa y nos llegaban imágenes terribles y yo me imaginaba un parto rodeada de gente con Covid», contó.
El 13 de marzo, su hermana, su cuñado y su sobrina viajaron desde Alemania donde residen, pero por esos días el presidente Alberto Fernández había anunciado el aislamiento por 14 días para las personas que regresaban del exterior.
«Mi hermana vino a ver mi panza y el parto; por las nuevas medidas y por miedo a que tuvieran Covid no los vi, así que regresaron a Alemania en un vuelo sanitario que dispuso la Embajada de ese país y adelantaron su pasaje», relató Florencia.
«En marzo y abril nadie hablaba de las embarazadas», remarcó y agregó que «recién después se supo que los bebés no son los que más riesgo corren, sino los adultos mayores».
Florencia recibió el alta tras su parto en menos de 24 horas, lo que consideró «muy rápido y nada positivo, porque en casa tenía un nene de 3 años y a nadie que me ayudara salvo mi marido».
Sin embargo, destacó como algo muy bueno del aislamiento el estar «muy conectados, muy tranquilos al no haber visitas».
«La lactancia funcionó perfecto en esa burbuja, pero después se puso espeso el hecho de no tener ayuda y que los abuelos no la conocieran y todo lo que implica un puerperio en soledad», compartió Álamos.