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Elecciones en Estados Unidos: comienza la cuenta regresiva


Por Damián Umansky – Periodista especializado en internacionales

Por Damián Umansky – Periodista especializado en internacionales

“No importa cuántos votos obtengas, sino dónde”, reza una vieja máxima de la política estadounidense. Esta frase es tal vez la que mejor resume el complejo sistema electoral norteamericano y, en consecuencia, explica porqué los analistas de ese país aún no se animan a asegurar quién ganará las presidenciales del 3 de noviembre.

El candidato demócrata, Joe Biden, aventaja desde hace meses en las encuestas a su rival, el presidente Donald Trump. Por mayor o menor diferencia, todos los sondeos nacionales coinciden en que los norteamericanos votarán mayoritariamente al retador. Sin embargo, para poder hacer un pronóstico certero, debemos poner el ojo en lo que pasa en cada estado, en particular, en los denominados “estados péndulo” o “swing states”.

El sistema político de los Estados Unidos es muy particular. Se trata de una democracia indirecta en el que el presidente no es directamente elegido por el sufragio popular. Los votantes (unos 218 millones habilitados) en realidad escogen al Colegio Electoral. Este organismo está conformado por un total de 538 electores provenientes de todos los estados, incluyendo Washington D.C. (el distrito de Columbia). Es decir, el partido que obtenga al menos 270 delegados, definirá al próximo mandatario. A su vez, el número de electores que le corresponde a cada estado se calcula en proporción a su población y a la cantidad de congresistas que lo representan (tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado).

Por eso cobra especial importancia el dónde, más incluso que el cuánto. Por ejemplo, California, el estado más poblado del país, tiene 55 votos electorales. Washington D.C. sólo cuenta con tres. Además, es importante señalar que, a excepción de Maine y Nebraska, se le asignan la totalidad de delegados al partido ganador. Así se explica un antecedente muy reciente: Hillary Clinton en 2016 obtuvo casi 3 millones más de votos que Trump, pero el republicano se impuso en el Colegio Electoral.

Por lo general, la mayoría de los estados es consecuente con su simpatía política a la hora de la votación. No obstante, hay algunas jurisdicciones en donde el sufragio suele ser más volátil. Se trata de los denominados “estados péndulo”. Allí se define la elección. A menos de 20 días, se estima que en esta oportunidad la conversación se reduce a 7 distritos claves.

¿Dónde puede definirse la elección?

Según las encuestas, Trump es favorito en 23 estados y Biden en 20 más DC. Estas proyecciones significan, empero, 232 electores para el candidato demócrata, y 187 para el aspirante republicano. Por eso la disputa se definiría en 7 distritos. Florida, Wisconsin, Pennsylvania, Michigan, Ohio, Arizona y Carolina del Norte son el mayor objeto de deseo de ambos contendientes.

Biden confía en ganar Wisconsin y Michigan. Dos bastiones demócratas en las que Trump sorprendió hace 4 años cuando se los arrebató a Hillary. Además, espera ser profeta en su tierra y alzarse con la victoria en Pennsylvania. Con esto, le dan los números para convertirse en presidente.

Ohio, Arizona y Carolina del Norte presentan escenarios parejos de acuerdo a lo que dicen los sondeos, y la gran expectativa está puesta sin dudas en Florida, tercer distrito en importancia, y que aporta 29 electores al Colegio.

Sin Florida, Trump deberá abandonar la Casa Blanca más allá de cómo le vaya en los otros estados. Aquí es imperioso seducir al votante latino. A nivel nacional, los latinos se inclinan por Biden. Algo lógico si nos remitimos a los antecedentes del actual mandatario y a sus actitudes de desprecio hacia esta comunidad.

Para revertir la tendencia, Trump ha adoptado el latiguillo de asimilar a su oponente con la “izquierda socialista de Maduro y Castro”. El objetivo es dividir la opinión latina, especialmente la de los floridianos, donde residen muchos exiliados cubanos críticos de la Cuba de Fidel y Raúl.

Otro target al que apuntan los republicanos es a los latinos evangélicos, una comunidad cada vez más influyente y un baluarte en el triunfo de 2016. La postura de este sector respecto, por ejemplo, al matrimonio homosexual o la legalización del aborto, es claramente antagónica a la que promueve el ala progresista que apoya a Biden.

Así están las cosas a menos de 20 días. La campaña vivirá sus horas más frenéticas. Los demócratas están confiados, los números así lo avalan. Los republicanos apuestan todas sus fichas al último debate y a que las encuestas fallen, como ocurrió en 2016. Y con un Trump, que volvió al ruedo luego de recuperarse del coronavirus recargado, más Trump que nunca.

Damián Umansky