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San Juan, la primera provincia en volver a las aulas: máscaras, bancos a 2 metros y recreos por tandas


Después de 145 días y con solo 22 casos de coronavirus desde marzo, retoma la educación presencial desde este lunes. Alumnos y padres, conformes con el regreso.

Sin besos, abrazos, apretones de manos, ni selfies. Con uso del barbijo en las cuatro horas de cursada, con distanciamiento de dos metros entre los bancos y recreos por tanda de hasta 15 alumnos: así arrancan las clases presenciales este lunes en San Juan​.

Pasaron 145 días de aislamiento social por la pandemia de coronavirus y, en una decisión inédita en el país, el gobierno del peronista Sergio Uñac decidió retomar la educación presencial, para achicar la brecha de desigualdad entre hogares ricos y pobres. La condición sanitaria de esta provincia del oeste argentino es excepcional: solo 22 casos de covid-19 desde marzo, sin circulación comunitaria del virus y sin nuevos enfermos desde hace una semana.

Aún con este bajo riesgo, las clases solo comienzan en 14 de los 19 municipios de la provincia cuyana, ya que quedaron excluidos los cinco municipios del Gran San Juan con mayor población. Son 288 escuelas que recibirán desde las 8 de la mañana del lunes a los 10.470 alumnos de sexto del primario y sexto del secundario, los últimos cursos de cada ciclo, que irán la primera semana. Las familias pudieron elegir si enviaban o no a sus hijos al colegio. La mayoría optó por el sí.

El acto de retorno a las aulas será a las 9 en la localidad de Pocito y estará encabezado por Uñac, quien se comunicará vía teleconferencia con el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta. “A cada alumno se le entregará un kit de jabón líquido, alcohol en gel, una toalla de uso personal y barbijo, que iremos reponiendo durante el mes”, anunció el ministro de Educación de San Juan, Felipe De Los Ríos.

Habrá hasta un máximo de 15 alumnos por aula. En los cursos del interior provincial que tengan pocos alumnos, irán todos los días y en los que sean más numerosos, irá un grupo una semana a clases y otro lo hará con guías en su casa. A la semana siguiente se invertirá la asignación de turnos, de acuerdo al protocolo definido.

Hay un consenso generalizado entre padres y docentes que, con algunos temores, apuestan a la escuela presencial. “Estamos estancados en el aprendizaje. Quiero que comience”, le dice a Clarín Laura Avellaneda, mamá de un alumno de sexto grado de primaria de la escuela Larrea, del municipio de San Martín. La maestra de su hijo Emiliano subió el grupo de whatsapp del curso la propuesta de vuelta a la escuela este lunes y explicó que la decisión quedaba en manos de cada familia: “Aunque siempre hay algo de miedo, le dí el sí. Acá no hay circulación del virus”, explica Laura.

Solo una familia, de las 30 que hay en el curso, dijo que continuará con clases virtuales. El resto enviará a los chicos a la escuela, desde las 8.15 a las 12.15 del lunes. “Extraño jugar en los recreos y ver a mis amigos”, dice Emiliano Andino (11), abanderado del primario.

La directora del colegio Normal Superior General Manuel Belgrano, Claudia Yacante, adelanta que en su escuela, ubicada en Caucete, “todos los alumnos que fueron convocados han respondido que sí”. Otra realidad que han debido enfrentar es el temor de los docentes por volver a clases presenciales: “El miedo existe siempre, porque hay docentes que tienen padres que son de riesgo, o sus hijos, y el virus es un enemigo invisible, pero tienen la seguridad de que si cumplen con el protocolo pueden prevenir los contagios”.

 

Los chicos manifiestan su alegría por volver a rencontrarse con sus compañeros y sus señoritas. “Nunca pensé que iba a extrañar tanto la escuela”, admite Jazmín Farías (11), alumna del turno tarde de la escuela Normal Belgrano, en el municipio de Caucete, a 30 kilómetros de la capital. La nena que tiene listo el barbijo, alcohol en gel y la remera de egresada que casi no pudo usar, confiesa con un razonamiento que sorprende para su edad: “Con tantos días sin clases, uno empieza a decir cuánto quisiese que esto no hubiese pasado”. Y sigue: “Ahora ya todos sabemos cómo cuidarnos. Todos deberíamos tomar conciencia y tomar precauciones para no contagiarnos”.

Su mamá, Carolina Quintero (38), quien tiene cinco hijos y atiende un pequeño negocio como único ingreso familiar, admite: “Ha sido súper difícil este tiempo de cuarentena. Tenía que mostrar fortaleza, pero sentí mucha angustia cuando los chicos lloraban porque no podían salir a jugar o tenían que permanecer encerrados sin contactos con sus amigos”. Y cuenta que estos casi cinco meses le han demostrado la importancia de la escuela física y los vínculos que genera. “Por más que los chicos tengan variados recursos de estudio con computadoras o guías, el aprendizaje este año no ha sido significativo. Faltó el vínculo afectivo, el aprender con el otro”, dice esta mamá que, además, estudia la carrera de programación web.

En la vuelta a clases será obligatorio para directivos, docentes, no docentes y estudiantes ingresar con tapabocas. La docente Andrea Narváez, de la escuela Mercedes Nievas de Castro, ubicada en el Municipio de Zonda, a pie de las Sierras Azules, conoce la dificultad que han tenido sus alumnos de primer grado. La mayoría de los padres y madres de esa localidad rural son jornaleros, que trabajan en la viña, cosecha de olivos o en minas, y no tienen acceso a computadoras e internet.

“Todos los domingos, con mi compañera María del Carmen Aguilera, preparamos las guías de estudio y las enviamos en un micro de línea urbana que llega hasta la escuela. Allí dos mamás esperan las fotocopias para repartir con el resto del curso”, explica la docente. Su escuela ha dado capacitación a los maestros que vuelven al aula para contener emocionalmente a sus alumnos. “Cómo contener los miedos de contagiarse o la angustia de no poder abrazarse o compartir un juego, una merienda”, dice la señorita Andrea, con 30 años enseñando en primer grado, y que debió adaptarse a educar a la distancia.

La directora Yacante enumera algunos de los nuevos hábitos que deberán incorporar: “Ya no sonará el timbre, no habrá acto de apertura de la jornada ni izaremos la bandera. Los chicos no podrán jugar como antes en el recreo ni podrán compartir sus útiles. Tendremos que usar todos tapabocas y habrá limpieza de aulas y baños cada 80 minutos. Los padres que quieran asistir por algún motivo, deberán pedir una entrevista previa por teléfono y las familias deberán asumir la corresponsabilidad de asegurar que los estudiantes no presenten síntomas propios del covid-19”. También la directora entiende que estos primeros días será fundamental transmitirles a los chicos que “el vínculo con la seño no se ha perdido y que los quiere mucho más que antes”.

El mismo dilema enfrentan los padres. Carolina, la mamá de Jazmín, dice que las ganas de volver a la escuela pueden más que el miedo. “Por ahí dudo si estamos haciendo lo correcto con dejarla ir, pero me siento confiada por el estatus sanitario de la provincia. Si lo cuidamos y mantenemos entre todos, creo que será posible que también sus hermanos vuelven a clases”.