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Sabella, un predicador del fútbol


Fue un hombre de convicciones muy profundas, muy culto; estudiante inconcluso de abogacía, siempre utilizó frases inspiradoras para definir momentos y situaciones

Alejandro Sabella fue un hombre de convicciones muy profundas, muy culto; estudiante inconcluso de abogacía, siempre utilizó frases inspiradoras para definir momentos y situaciones.

En uno de los homenajes que le realizó la Universidad Nacional de La Plata post Mundial mezcló la política y las acciones de vida y lo encuadró en esta definición: «La democracia es el poder del pueblo, que gobierna a través de sus representantes. Y eso es en definitiva lo que he sido yo: un representante de la patria deportiva«.

Y remató su pensamiento: «Somos representantes de sueños y de ilusiones y no nos podemos olvidar nunca. Y en cada una de nuestras actitudes tenemos que dejar bien sentado el orgullo, la dignidad y lo que es el ser argentino«.

A pesar de ser un digno representante de la escuela «pincharrata», Sabella supo diferenciarse de una máxima del doctor Carlos Bilardo «el segundo es el primer perdedor» y en un reconocimiento que le hicieron en la Municipalidad de Ensenada dio su opinión.

«Cuando salimos segundos con 40 puntos y habiendo jugado 10 partidos por Copa Libertadores, me preguntaban eso. Por ser segundos no fuimos reconocidos, pero aquel fue el mejor equipo de Estudiantes que dirigí y no ganamos nada«, afirmó Alejandro.

«Después tuvimos la suerte de salir campeones con 45 puntos y desde en ese momento me acordé del Vélez que salió segundo con 43. Quería reconocerlo porque gracias a ellos nos esforzamos más, nos hicieron mejores y también merecieron salir campeones. Es difícil perder pero también hay que saber ganar, ser justo y magnánimo en el momento de la victoria, por eso quiero reconocer a mi amigo el Flaco Gareca«, expresó Sabella por entonces.

El día que asumió en el 2011 como entrenador de la Selección Argentina en la presentación miró hacia un costado y expresó lo que iba a transformarse en un estilo de conducción, una semblanza de su forma de ser: «Allí tenemos la bandera (señalando la bandera argentina en la sala de conferencias), creada por Manuel Belgrano. Él dio todo por la Patria, dejó su sueldo, murió pobre. Es el ejemplo a seguir: el de poner el bien común por encima del individuo«.

Fiel a sus convicciones políticas y su excelente oratoria en el balcón de la Municipalidad de La Plata, usó frases de dos líderes, Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín, ante una Plaza Moreno repleta de hinchas de Estudiantes que disfrutaban la obtención de la cuarta Libertadores.

Una de ellas fue «la ciudad está en orden«, y tras el delirio y la ovación dijo «llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es el grito del pueblo pincharrata» y remató con un «Estudiantes de la Patria«.

También Sabella era gran motivador, con arengas imborrables, pero antes de la final de la Libertadores y antes del viaje a Brasil colgó un marco vacío en una de las paredes de la concentración del Country y les dijo a sus jugadores «ahora falta la foto de ustedes con la Copa«. Antes de jugar en el Mineirao completó «ahora salgan, miren al cielo y bajen una estrella para ponérsela en la camiseta«.

Sabella alguna vez contó una anécdota previa a la final de la Copa del Mundo ante el Barcelona y una charla que tuvo con Rodrigo Braña: «Chapu, tengo un amigo que me dice que te pida una cosa, que entres y le pegues una patada terrible a Iniesta. Yo te voy a pedir por favor que no lo hagas, si nos quedamos con 10 vamos a conocer el infierno mismo«. Así les inculcaba a sus jugadores que el partido se empezaba con 11 y se tenía que terminar con 11.