Leonel Morelli comentó "al pasar” que había ayudado a un comedor y a partir de allí nació esta red de ayuda solidaria. “El rosarino es el tipo más solidario que hay en el planeta tierra", dijo el creador del grupo ante CLG
Por Gonzalo Santamaría
“Yo me encargo de la logística. Me dedico a eso. No soy político, ni quiero serlo”, fueron las palabras que utilizó Leonel Morelli para definirse. Él es empresario, corre en motonáutica y desde que comenzó la pandemia está ayudando a comedores populares de Rosario. Primero con uno, luego el “boca en boca” masificó su labor y llegó a más de 20. En tiempos donde el coronavirus atenta contra las economías se intensificó un problema en los barrios de la ciudad: el hambre.
Morelli es el primer rosarino en ser campeón argentino de motonáutica. Pero más allá de su faceta como deportista, es un empresario rosarino que decidió junto a un grupo de amigos y conocidos comenzar a ayudar a merenderos y comedores.
Un día decidió ir a un merendero de Barrio Solidaridad donde había 30 chicos comiendo “pan duro y mate cocido”. Allí luego de hablar con el encargado se dio cuenta de las ganas que ponían chicos y grandes para vivir.
A partir de ese día llamó a su contadora y pospuso el pago de los 9.000 pesos que paga como trabajador autónomo y los gastó en comida para el merendero.
Tres días después decidió contarle a varios amigos empresarios, “como una cosa al pasar”, contó Morelli, y rápidamente comenzaron a darle dinero. “Junté 132 mil pesos en un día”, reveló y cuando arrancó a distribuir los packs de arroz, fideos y harina, los merenderos y comedores “hicieron correr la bola y me llaman para pedirme todos los días”, cuenta Morelli en diálogo con CLG.
Tres veces por semana visita los 22 merenderos que asiste, más de 20.000 personas están cubiertas por esta movida solidaria que se hace llamar Rosario Ayuda, donde participan 26 personas que donan, distribuyen y recolectan donaciones para dar una mano en tiempos de pandemia. “Vamos a hacer una fundación sin fines de lucro. Mi idea es poner a un amigo y ex presidente del club Fisherton (un club que siempre le abre las manos al grupo solidario) para que esté a cargo”, manifestó Leo, mientras mostraba mensajes en los que desviaba la plata para pagar el autónomo de la Afip para comprar comida.
Leonel lo tiene en claro: “No quiero ser político, prefiero mi actividad privada”. Cada vez que tiene la oportunidad de hablar con alguna autoridad le remarca que “no hacen falta políticas sino voluntad” para llevar la comida a los barrios. Se distancia de ellos y cada vez que visita a un merendero que reclama por la ausencia del Estado sirve como impacto inmediato para que la ayuda gubernamental llegue.
“Sólo hace falta voluntad, porque el argentino y en especial el rosarino es el tipo más solidario que hay en el planeta tierra”, expresó y justificó su respuesta por la cantidad de viajes que tuvo mediante a su empresa. Hoy la oficina de la misma dejó de ser para los negocios habituales y “me traen camas cuchetas, colchones, frazadas o almohadas”, su compañía se transformó en un lugar de acopio de alimentos, y cuatro palets de comida en su depósito son la clara muestra de esto. En ese momento, sacó una tarjeta y dejó su celular para quienes quieran ayudar, 341-5027005 o bien su cuenta de Instagram @leo.morelli.
Para solventar su concepto dio un ejemplo puntual: “Llevé 25 kilos de polenta a un comedor, al otro día me llaman, me dicen que sobraron 15 y que se lo quieren dar a otro comedor de la zona. Les digo que se los guarden para la próxima semana y me retrucan: ‘Leo, el hambre es ahora’”.
A estas palabras la acompañó con una corta reflexión: “Yo le doy comida y ellos están preocupados por otros merenderos que necesitan comer esa misma noche”.
En sus recorridas ya fueron dos veces las que Leonel casi sufre asaltos, aunque cuando lo reconocen no efectúan el robo: “Es Leo, el de la comida”.
«Tienen que venir a ver en qué condiciones están, evidentemente hay muchas falencias en el tema. Mucha gente está en la calle y nadie se entera porque estaban trabajando en negro”.
Algunos vecinos buscan aprovecharse diciendo que tienen un merendero que no existe, otros piden cosas irrisorias, pero la mayoría le da de comer a los vecinos de todo el barrio.
Morelli, como un destacado deportista y un empresario pujante, presentó varios proyectos a los gobiernos pero, remarcó: “El hambres es más urgente que todo”. Y si bien reconoció que “todo es política” teme porque piensen que busca un rédito en elecciones futuras, pero él despejó dudas: “Cuando se levante la cuarentena tengo que viajar a Estados Unidos por negocios”.
“Los comedores me preguntan qué va a pasar cuando me vaya y se los dije el primer día mientras pueda lo hago. Luego seguirá la fundación”, añadió el empresario solidario y cada vez que comparte una taza de té con los encargados siempre termina en la misma pregunta: “¿De qué nos quejamos?”.
“A mí me hace bien espiritualmente. Tengo todo materialmente. Lo mismo pasa en el grupo de WhatsApp, estamos felices”, afirmó Morelli.
La fundación, por voto de sus compañeros, tendrá el nombre de Osvaldo Morelli, en homenaje al papá de Leo. La confianza que generó en sus años de actividad avalan el pedido de donaciones, un objetivo que plantea el deportista: “Tengo que juntar 50 personas que pongan 400 pesos por mes y ahí junto 200 mil”. En ese objetivo también contempló la posibilidad de sumar repartidores a su grupo solidario. “Yo tengo mi negocio por otro lado y nada tiene que ver con esto, sí pongo las camionetas de la empresa, no tenemos redes y muchas otras compañías nos regalaron mecheros, ropa, horno industrial, plata, entre tantas cosas. Los despachantes de Aduana nos regalaron 40 bolsas de harina, una locura”. Leonel contó que recibe aportes de Miami y Atlanta desde los Estados Unidos y desde Sydney, Australia: «Es algo hermoso. Nos sacaron 20 dólares por la transferencia y nos queríamos morir, es un montón de plata para la causa«, contaba entre sorpresa y alegría.
En este sentido, Morelli hizo cuentas: «Con 400 pesos compro 10 kilos de arroz y le doy de comer a 200 personas, con 300 pesos compro 12 paquetes de fideos y le damos de comer a 160 personas. Ni hablar si conseguimos una bolsa de papa y de cebolla».
El hombre que llegó a ver 100 metros de cola por una ración de alimento puso en números su alcance: 22 merenderos, tres veces por semana y más de 20.000 personas. Pero más allá de estas cifras, el trabajo de Rosario Ayuda pasa por otro lado: se sostiene en la voluntad de todos sus integrantes y se evidencia con el reconocimiento que le dan a él y sus compañeros cada vez que pisa un barrio.