Opinión

Pymes en boca de todos, pero en manos de… Dios


Por Vicente Lourenzo. Especialista en temas pymes e integrante de la Comisión Problemática pyme del CPCECABA y de Asuntos Tributarios de CAME

Es una tarea difícil hablar de la situación de las mipymes sin mencionar la coyuntura actual. Todos sabemos que debido a la restricción en la importación de insumos para la industria y a la falta de productos importados, donde la industria nacional no llegó a desarrollarse como para poder suplantarla, la mipyme se encuentra en un estado de incertidumbre generalizada.

El empresario está viviendo tiempos que combina proveedores que no entregan el pedido realizado oportunamente, y que no aseguran un precio de compra, con una cartera de clientes que exigen el cumplimiento de su pedido en cuanto a cantidad y precio. Es consciente que esta combinación de factores mal calculada puede provocar una descapitalización creciente. Cuanto más vende más pierde.

A este cuadro de situación que raya lo absurdo, se suma el día a día, cada vez más difícil de afrontar. Presión fiscal ilimitada.

Provincias y Municipios que año a año crean artilugios con el objetivo de hacerse de impuestos «en forma adelantada» a través de sistemas de retención y percepción de impuesto a los ingresos brutos.

Solo observar el extracto bancario de cualquier mipyme se concluye rápidamente que este sistema inconstitucional de retenciones o percepciones en la fuente como técnicamente se la conoce, produce una transferencia de fondos del sector productivo al sector público.

Esta desmedida situación genera que se produzcan saldos a favor de la empresa que no es otra cosa que capital de trabajo en manos de los estados provinciales o municipales de imposible recupero y que tanto daño hace a la evolución de cualquier empresa.

No hace falta ser un especialista para concluir que esta situación genera un canal marginal de comercialización que se incurre, no para «ganar más», sino para subsistir.

A todo este combo le debemos agregar la situación laboral de los empleados y resto de colaboradores. El empresario mipyme considera a su fuerza laboral como parte de su propia familia.Vive cada día escuchando como su plantel no llega a fin de mes con el salario que paga.

Lee por distintos medios que hay que fidelizar a su personal pero es difícil esa tarea cuando los números no dan. Y es en ese momento que comienzan las situaciones tensas y algunas llegan al conflicto con resultados impredecibles. La mipyme es también consciente que cualquier juicio con resultado negativo le puede acarrear el cierre de su empresa e, incluso, su propio patrimonio personal.

Hasta aquí se mencionó, en una breve pincelada, lo que está atravesando la mipyme. Un sector que sorteó corralito, monedas espurias, trueque, hiperinflación, estanflación, e hiperdevaluación.

Es de esperar que esta nueva coyuntura que toca vivir sea una más, pero se hace imprescindible, de la mano de la política, encontrar un sendero de estabilidad y crecimiento. Nuestra pymes se lo merecen.