Ciudad

Alerta en los bares: «Hay que desterrar la palabra clausura de nuestra actividad»


CLG dialogó con el presidente de la Asociación Hotelera Gastronómica, Carlos Mellano, quien se refirió a las diversas clausuras: "En este contexto ponen a un bar entre la espada y la pared"

Luego de pasar 80 días con sus puertas cerradas, el 8 de junio los bares y restaurantes rosarinos volvieron a abrir al público bajo un estricto protocolo. Desde entonces, en el marco de una de las peores crisis en la historia del sector, semana a semana se empezaron a registrar clausuras a distintos establecimientos gastronómicos por no respetar las normas de bioseguridad.

En ese sentido, CLG dialogó con el presidente de la Asociación Hotelera Gastronómica de Rosario (Aehgar), Carlos Mellano, quien se refirió a las clausuras de varios bares y restaurantes de la ciudad: «Las clausuras tienen que obedecer a un incumplimiento, y allí ya se entra en un ámbito donde pueden haber cuestiones discrecionales o no, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que muchas veces se logran advertencias antes de llegar a una clausura».

«La palabra clausura la tenemos que desterrar de nuestra actividad, porque en cualquier lugar donde nos pueden correr de fase si nos clausuran la actividad se anula», cuestionó. Y añadió: «Es complicado, pero también hay que entender al Estado cuando hay cuestiones puntuales que tienen que ver con denuncias. Todos vamos haciendo un aprendizaje, pero también tenemos que entender que a veces la gente no adhiere a los protocolos, y nosotros tenemos que hacer docencia».

Además, Mellano hizo énfasis en la crítica situación que atraviesa la gastronomía y los efectos que un cierre tendría sobre ella: «En el contexto que estamos atravesando, hoy una clausura pone a un bar entre la espada y la pared. Entre el 10 de marzo y el 8 de junio han quedado muchísimos bares en el camino, y ahora empiezan a cerrar los que no pueden cubrir, no sólo el pasivo, sino los gastos operativos mensuales».

El eterno conflicto de Pichincha

En los últimos años Pichincha se ha convertido en el principal polo gastronómico de la ciudad, lo que a su vez ha generado un profundo malestar de muchos de los vecinos que ya vivían allí cuando el barrio era «tranquilo». Las habituales quejas por ruidos molestos se reanudaron prácticamente al mismo momento en que los bares reabrieron.

Al respecto, Mellano expresó: «El tema de Pichincha tiene antecedentes, no es algo de ahora. Es un grupo de vecinos que entiendo que pueden llegar a tener razón, pero en la práctica tienen un manejo sin diálogo: directamente quieren que la actividad no exista».

«El segundo análisis es que todos sabemos que la foto del momento tiene que ver con el cumplimiento de los protocolos, lo que dispara un control de la Municipalidad y el Ministerio de Trabajo que tienen mucha presencia en el lugar, con operativos que todos vemos. Tenemos que encontrar el punto de equilibrio donde nos ubicamos para que esto no siga sucediendo», añadió.

«La realidad es que antes de que abran los negocios los vecinos ya comenzaron a hacer un planteo, el cual puede ser legítimo, pero me parece aventurado que se realicen esas declaraciones antes de que abran los bares. Hoy los horarios están restringidos y la realidad es que hoy por hoy se está trabajando dentro de los límites de protocolo. Convengamos que la gente no sólo va a sentarse, sino que muchos pasean por la zona», concluyó.