La fecha elegida tiene su origen en la anécdota 'Inamura no hi', la 'quema de las gavillas de arroz'.
En los últimos 100 años, 58 tsunamis se han cobrado la vida de 260.000 personas, un promedio de 4.600 pérdidas humanas por desastre, superando cualquier otro riesgo natural, según la ONU. Hoy, 5 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Concienciación sobre los Tsunamis, una efeméride que promueve a la sociedad civil y organizaciones la concienciación sobre estos desastres naturales.
La rápida urbanización y el aumento del turismo en las regiones propensas a los sunamis expone a más personas al peligro. Eso convierte la reducción de riesgos en un factor clave para lograr una disminución sustancial de la mortalidad de desastres en el mundo.
La creación del Día Mundial es una idea original de Japón, que, desafortunadamente, se ha visto expuesto a estos desastres en repetidas ocasiones a lo largo de los años. Este país tiene una gran experiencia en áreas tales como la alerta temprana de sunamis, la acción pública y la reconstrucción posterior a los desastres para conseguir reducir los impactos futuros.
ORIGEN DE LA FECHA
La fecha elegida tiene su origen en la anécdota ‘Inamura no hi’, la ‘quema de las gavillas de arroz’. Durante un terremoto en 1854, un aldeano vio que la marea estaba bajando, una señal de que se avecina un tsunami. A expensas de sus bienes, decidió prender fuego a toda su cosecha para advertir al resto de habitantes de la aldea que huyeran a tierras altas. Posteriormente, construyó un terraplén y plantó árboles para que actuaran como sistemas naturales de amortiguación frente a futuras olas, según cuenta la ONU en su página web.
En definitiva, una fecha marcada en el calendario que pretende poner el foco de atención en promover e informar a la sociedad civil del riesgo que plantean los tsunamis y prevenirlos mediante infraestructuras en zonas sísimicas y cerca de las costas en situación de riesgo para evitar que se cobren más vidas humanas.
Puede que los tsunamis sean poco frecuentes, pero si no nos preparamos y creamos conciencia al respecto, al igual que con cualquier otro peligro natural, corremos el riesgo de pagar un alto precio: nuestra vida o la de algún ser querido.