Un documento elaborado por un químico de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) advierte sobre el peligro creciente que representa el uso del glifosato como herbicida.
El informe fue realizado por el químico Damián Marino, del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM) de la Facultad de Ciencias Exactas de la casa de altos estudios platense.
En tanto, ingenieros agrónomos de la UNLP rebatieron la investigación del profesional.
El debate por el uso de fitosanitarios se extiende en distintos ámbitos, y en el caso de la provincia de Buenos Aires, la falta de aplicación de la ley vigente genera más confusión, indicó el informe del sitio Del Sector.com.
Marino menciona «que los residuos de este peligroso herbicida con potencial carcinogénico están presenten, en diferentes concentraciones, en la lluvia que cae en el centro de nuestra ciudad (en referencia a La Plata), en el algodón, gasas, peces, en las lagunas bonaerenses, en distintos alimentos que consumimos, en todo nuestro sistema ambiental».
Según el profesional, «en los últimos 10 años entraron más de 1.000 millones de litros de glifosato. Este número pone a la Argentina en el primer puesto a nivel mundial en la cantidad de uso de plaguicidas por habitante por año (10 litros de plaguicidas por habitante por año)».
En sus argumentaciones, el investigador destacó que el uso del herbicida registra una tendencia creciente, y estimó que en los últimos 20 años, se pasó de una dosis de 3 litros por hectárea a 20 litros por hectárea.
«Las dosis han ido aumentando porque ya no hacen el mismo efecto que hacían al principio y esto se debe a la resistencia que van generando las distintas especies», argumentó.
Desde el Centro de Graduados de la Universidad de Ciencias Agrarias de la UNLP respondieron a Marino.
En primer lugar, remarcaron la ausencia de fuentes usadas por el químico para fundamentar su postura: «No pretendemos hacer una defensa del glifosato, pero sí evitar el sesgo a la hora de aportar información al debate acerca de los efectos y alcances del mismo», señalaron los profesionales.
A diferencia de Marino, los ingenieros agrónomos sustentaron su postura con estudios y estadísticas del Instituto de Estudios para la Salud Agrícola de Estados Unidos, la Autoridad Europea en Seguridad de los Alimentos y la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes.