Las cifras del INDEC, anunciando una significativa reducción de la pobreza y la indigencia le dan al gobierno de Macri la oportunidad de pasar a la ofensiva y continuar con su discurso triunfalista, remarcando los aspectos positivos, desde el punto de vista social, de su política gradualista de reducción de los desequilibrios heredados de la gestión anterior.
“Tiene razón el presidente, que en una nota con su firma, publicada el domingo por el diario La Gaceta de Tucumán, destaca que la pobreza no se vence con asistencialismo sino con la generación de fuentes de trabajo genuino y de calidad. Sin embargo solo el 27 % de los nuevos empleos son formales, el resto es en negro y cuentapropismo. Además, como otra nota negativa, aumentó el trabajo infantil”, analizó Jorge Bertolino, economista y asesor financiero local.
En la última década se disimuló con asistencialismo una dura realidad: nuestro país no crece en términos per cápita desde hace cuarenta años.
Un estudio reciente muestra que, en los últimos diez años, en los que los precios de las materias primas fueron muy superiores a los que rigieron en décadas anteriores, la mayoría de los países de Sudamérica, excepto el nuestro, redujeron significativamente sus niveles de pobreza. Entre ellos, Chile, Colombia, Bolivia, Perú, Paraguay y Uruguay. La reducción osciló entre un 35% y un 70%.
Otro estudio muestra que en los últimos 40 años en el mundo la pobreza bajó a la mitad, mientras que en la Argentina se cuadruplicó.
“La pobreza en nuestro país es estructural. Se fue gestando y acumulando año tras año y capa tras capa como consecuencia de políticas irresponsables por parte de todos los gobiernos que se fueron sucediendo en el poder en los últimos setenta años”, analizó Bertolino.
Hasta la década del ‘40 nuestra inflación fue similar a la del resto del mundo y nunca pasó del 10% anual, pero, desde entonces, comenzó a crecer y a alejarse de los estándares internacionales.
Para Bertolino, “la inflación no viene sola sino que es acompañada por un ejército de pobres” y fundamentó: “Como consecuencia de esto somos campeones mundiales de inflación y también campeones mundiales de pobreza. La cadena causal es alta inflación, baja inversión, bajo crecimiento, aumento de la pobreza. La inflación es una fábrica de pobres infalible”.
“Para acabar con la pobreza hay que acabar con la inflación y generar un entorno amigable para las empresas, de manera que el sector privado genere empleos de calidad para sacar genuinamente a la población de la situación de pobreza o indigencia”, añadió el economista.
En tanto, sobre este contexto, Bertolino consideró que este entorno se caracteriza por impuestos moderados, apertura económica, seguridad jurídica, burocracia facilitadora o no entorpecedora, fuerte inversión en capital humano, entre los factores más mencionados por los especialistas en la materia.
“Sin embargo, el gobierno está empeñado en una alternativa gradualista de bajar los impuestos solamente después de que aumente la recaudación, para no desfinanciar al Estado. De esta manera, será muy gradual en el futuro la eliminación de la pobreza. Además, luego del cierre de la última medición, aparecieron factores negativos, que se verán reflejados en la próxima. En los últimos meses, los sucesivos incrementos de tarifas de los servicios públicos reavivaron la inflación y disminuyeron el poder de compra de los salarios. Además, finalizados los comicios, disminuyó el empuje de la obra pública, que seguramente se incrementará solamente en cercanías del próximo turno electoral”, explicó.
Según los especialistas en la materia, es necesario crear un millón de empleos anualmente para que la reducción de la pobreza sea significativa. “Con la alta presión impositiva actual, la reducción será tan gradual que pasará casi desapercibida. La presión social será significativa y seguramente aparecerá en los próximos años una alternativa superadora que propondrá una agenda más activa y decidida de cambios estructurales para crecer rápidamente y superar esta dura realidad que nos aflige”, concluyó su análisis Bertolino.