Info General
Informes CLG

Dolor y pedido de justicia

«Pensar en un juicio por encubrimiento ya lo dice todo», dijo el rabino Pablo Iugt


Al cumplirse este jueves 25 años del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia) en Buenos Aires, donde murieron 85 personas y más de 300 resultaron heridas, el rabino de la Asociación Israelita de Beneficencia Kehilá Rosario, Pablo Iugt, recordó en diálogo con CLG el trágico 18 de julio de 1994 y criticó el curso que tuvo la causa judicial.

«Por esos años vivía en Buenos Aires, era un joven de 22 años. Cuando escuché que la Amia había explotado me acerqué hasta las proximidades e intenté ayudar como podía. Los días posteriores siendo estudiante de rabino me tocó acompañar a las familias que estaban aguardando los cuerpos. Recuerdo que con otro compañero acompañamos a dos familias a reconocer los cuerpos y los fuimos a saludar al velatorio», contó Iugt, y admitió que al recordar los hechos «se le remueven muchas cosas internas».

El ataque antisemita fue investigado en dos juicios diferentes, pero aún los culpables permanecen libres y las familias de las víctimas siguen sin obtener justicia. «Me da mucha tristeza ver que 25 años después la causa avanzó muy poco. Cuanto más tiempo pasa más difícil es llegar a la verdad y poder obtener justicia».

«Hubo avances, retrocesos, pero todo demasiado sucio. Que tengamos que pensar en un juicio por encubrimiento del peor atentando terrorista que tuvo nuestro país ya lo dice todo. Imposible pensar en un país de derecho en donde las autoridades cubren atentados que se cobraron la vida de 85 personas, judías, católicas, ateas, argentinos, bolivianos, hombres, mujeres, niños», agregó el rabino local.

Pablo consideró que «les estamos legando a nuestros hijos un país que no tiene Justicia y que no tiene memoria. Así es muy difícil sostenerlo, porque son valores fundamentales para que una sociedad pueda crecer y encontrar el desarrollo en todos los ámbitos».

De todos modos, Iugt sostuvo que «mientras hay personas que hasta el día de hoy siguen eligiendo el camino de la muerte, de la incomprensión y de matar a salva y siniestra a miles de personas, nosotros, desde nuestra tradición seguimos eligiendo el camino de la vida, del poder acercarnos el uno al otro, del diálogo y del poder reconocernos como hermanos más allá de nuestras diferencias, porque justamente nuestras discrepancias son las que nos enriquecen y hacen que nuestra vida tenga un poco más de color».

Por último, si bien por respeto a su envestidura rabínica no quiso ahondar en detalles sobre lo sucedido con el fiscal Alberto Nisman, quien apareció sin vida en su departamento de Puerto Madero en enero de 2015 horas antes de presentarse en la Cámara de Diputados para ampliar sus denuncias en la causa Amia, que estaba a su cargo, dijo que «el país sospecha que algo raro pasó».

Y concluyó: «Fue volver a abrir la herida de la Amia, de los familiares que perdieron madres, padres, esposas, hijos, nietos. Es la herida de un país que ve como un actor oficial de la Justicia muere en una situación demasiado sospechosa. Significó volvernos a tropezar con la misma piedra, cuesta mucho comprender cómo se manejan las cosas en Argentina».