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Pasó por Boca, hizo un golazo en un Mundial, se fue al campo y hoy se dedica a la política


El ex defensor Mauricio Pineda colgó muy joven los botines y se fue a vivir a Corrientes, donde hoy es secretario de Deportes en la Municipalidad de Santo Tomé. Conocé su historia

Mauricio Pineda, el ex lateral recordado por el gol que le anotó con la selección argentino a Croacia en el Mundial de Francia 1998, dejó el fútbol hace tiempo. Colgó los botines a los 29 años y se retiró al campo de Santo Tomé, en Corrientes, lugar que adoptó para radicarse con su familia. Una vida diferente, lejos del ruido de la ciudad y cercano a los sonidos de la naturaleza, que le permite dormir tranquilo cada noche.

Pineda tiene 45 años. Disfrutó del fútbol durante su período activo como futbolista consciente de sus limitaciones y exprimió sus virtudes. Huracán, Boca, Udinese, Mallorca, Napoli, Cagliari, Lanús y Colón fueron sus equipos entre 1991 y 2004.

El actual Secretario de Deportes de la Municipalidad de Santo Tomé se preocupa por sus vecinos y continúa viendo fútbol en su casa con calle de tierra a 900 kilómetros de Buenos Aires.

Pineda dedicó su vida fuera del fútbol al campo y las vacas durante una década. Ahora apunta a la resina de los pinos. Se mueve rápido, con proyección, como en sus tiempos de lateral veloz por la izquierda.

—¿Cómo es tu vida en Santo Tomé?

—Adopté esta vida y me encantó. Viví en lindas ciudades de Italia, pero extrañaba Buenos Aires. Cuando volví me casé en Santo Tomé, invertí en un campo, dejé el fútbol y por diez años estuve con vacas. Me casé en el 2004 y en el 2009 me instalé definitivamente. Antes vivía un mes acá y otro en Buenos Aires. Pusimos un montón de cosas en la balanza. Veíamos las libertades de los chicos que se parecían a nuestra infancia. No soy millonario, vivo al día, pero vivo bien. La realidad general es complicada.

—¿Volverías al mundo del fútbol?

—No creo. Tendría que abandonar esta vida. No veo mi vida fuera de Santo Tomé. Obvio que tengo problemitas, pero todo solucionable y estoy contento de ir a dormir tranquilo.

—¿Seguís el fútbol?

—Me retiré a los 29 años y por seis años no toqué la pelota. Volví por insistencia de unos amigos. Miraba poco, pero tuve la coincidencia del Barcelona. Para mí mirar el Barcelona de Xavi e (Andrés) Iniesta con (Lionel) Messi era como ir al teatro o al cine, un espectáculo de dos horas. Miro mucho deporte, desde rubgy hasta golf.

—Para ser el mejor futbolista de elite ¿hay que resignar muchas cosas?

—No hubiese podido soportar esa vida. Yo quería ser el Hernán Díaz de River en Boca. Un marcador de punta tranquilo, jugó diez años ahí y disfrutó de mil campeonatos. Ese era un fenómeno, cada uno tiene sus gustos para vivir.

—¿Qué significó Daniel Passarella en tu carrera?

—Fue fundamental. Me trató bárbaro como persona. Estoy agradecido eternamente. Y eso que yo no jugué mucho en la Selección. Tenía otros competidores como Juan Pablo Sorín y José Chamot o Diego Simeone. Eran grandes jugadores y el entrenador tiene que poner a uno.

—¿Es verdad que Passarella te anticipó el interés y la compra de tu pase por parte de Boca?

—Unos diez días antes de pasar a Boca, estuve cerca de ir a Racing. En Huracán me dijeron que con esa plata iban a pagar las primas para el plantel, pero un día, Carlos MacAllister se fue de Boca y pasó a Racing. Me lamenté. Poco después llamó Passarella a mi casa. Atendió mi abuela y me dijo: «Te llama Passarella». Y yo creía que era una broma. «Te llamo porque acabo de hablar con (Mauricio) Macri, me preguntó por vos y le dije que te compre sin dudar». Fueron palabras terribles. Si yo recomiendo a alguien es porque estoy seguro que esa persona no me va a fallar. Y yo sentí eso, ese respeto y cariño. Y con lo que sabe Passarella de fútbol.

—¿Cómo fue tu trato con Macri?

—Era un presidente de estar con los jugadores. Tenía buen trato. Boca era como su juguete. En mi último partido, antes de ir a Udinese, me llamó antes de jugar contra Colo Colo de Chile. Me dijo que no podía ir porque tenía otras cosas, pero como iba a ser mi último partido lo iba a mirar. Ese partido jugué dos minutos nomás porque me desgarré, pero me quedó eso de que se interesó en mi último partido.

—¿Cómo evaluaste su gobierno en el país?

—Y lamentablemente no me gustó. Acá veo la pobreza que hay en el interior y la lucha contra la inflación es algo que golpea mucho a la gente que tiene un salario y va al supermercado. O esas cosas de que tenía un gran equipo extraordinario y de que todo iba a mejorar, no se dio. El país necesita mejorar urgente. En vez de mejorar, empeoramos y nos endeudamos. Las promesas que hizo estuvo lejos de lograrlas y fue un mal gobierno.

—¿Ves los partidos de Boca?

—Sí, con expectativa. Veo que Riquelme quiere mucho a Boca y hará lo posible para que Boca llegue a lo máximo. Le tocó un momento complicado con un River que se armó bien, con un buen entrenador, con la mejor racha de su historia. Hay que darle tiempo.

—¿Y a River?

—La sensación del River de Gallardo es la misma que me generaba el Boca de Bianchi. Cuando volvía de Italia, veía las semifinales de la Copa Libertadores y a Boca le podía tocar un equipo brasileño y estábamos tranquilos. Cuando River jugaba contra Palmeiras, mis amigos de River estaban tranquilos y mis amigos de Boca no los cargaban porque tenían miedo de que podían darlo vuelta. Gallardo generó eso en River, de competir hasta último momento, de formar un equipo. El Bianchi de Boca siempre fue un equipo y River es eso.

—Hace unos años contaste sobre partidos arreglados en Italia, ¿fue motivo de tu alejamiento del fútbol?

—Tuvo que ver, pero no fue el único motivo. Cuando sos chico pateás la pelota nomás y disfrutás del juego, pero después crecés y sabés que hay muchos intereses y te desilusionás un poco. El fútbol no está corrupto totalmente, hay gente que lo hace con pasión como Nicolás Russo en Lanús. Vi cómo se manejaba con los socios, los jugadores y lo que hizo en el club. En Italia no encontré nada de eso. Allá son dueños, no hay asociaciones sin fines de lucro. No fue ameno lo que viví.

—¿Tenías que ir a menos?

—Sí, te pedían eso. Cuando me lo dijeron les dije a mis compañeros: «Miren muchachos, yo no hago papelones, si quieren ir a menos, vayan ustedes, pero ustedes me avisan y yo digo que me desgarré». Lo conté hace poco porque me preguntaron, pero lo sabe todo el mundo porque hubo sanciones para Juventus. El fútbol italiano estaba muy sucio.

—¿En qué lateral de la actualidad te ves reflejado por juego?

—Jordi Alba. Obviamente, con la distancia que hay. Lo veo como un jugador muy inteligente. Nunca lo vi gambetear a alguien. Se la da a los que saben, es rápido, con mucho estado físico. Se la da a Messi, corre como un loco para adelante, hasta que Messi se la pone justa para que se vaya solo. Me recuerda a mis inicios en Huracán cuando tenía a Hugo Morales delante y a Víctor Hugo Delgado de enganche. Dos fenómenos. Yo la recuperaba, se la daba a Huguito Morales y me decía: «Vos dámela a mí y salí corriendo». Yo corría una, dos o tres, pero sabía que una me iban a tirar para enviar el centro. Yo veía un montón de limitaciones en mí, pero trataba de esconderlas. Trataba de aprovechar algunas virtudes que tenía porque no era Messi.