Opinión

Pandemia: “Me dijeron que en el reino del revés nadie baila con los pies”


Por Carlos Duclos

La discordancia entre la perspectiva política y la realidad social es en Argentina proverbial. Las medidas adoptadas, las acciones desarrolladas y aquellas que jamás verán la luz y que son tan necesarias, está reñidas históricamente con lo que ocurre y necesita la vida argentina. Por eso, y nada más que por eso, hay males endémicos en este país, otros virus como la pobreza, la inseguridad, la injusticia, la dádiva perenne, confundida con asistencialismo y solidaridad, y toda esa suerte de aberraciones que, más o menos, han mantenido todos los gobiernos. Pero además, los argentinos han debido y deben ahora afrontar otro problema, fatal, dramático, que no solo mata, sino que asesta un golpe furioso sobre las economías: el Covid-19.

Anuncios y confusiones 

En este contexto, y luego de muchas medidas acertadas y desacertadas del gobierno nacional, como sería de esperar en un contexto nuevo, en la lucha contra un virus sobre el que poco se conoce y mucho menos sobre su comportamiento epidemiológico (como queda demostrado en el mundo), el gobierno nacional ha publicado hoy en el Boletín Oficial el decreto 792/2020, en donde después de un extenso y aburrido considerando, en el que no falta el innecesario texto marketinero, espacio que debería haberse usado para clarificar a la población de manera contundente las diferencias entre distanciamiento social y aislamiento social, se establece que algunas zonas del país continuarán con el distanciamiento social y otras pasarán a la etapa de aislamiento, es decir algo así como cierre de casi todo, en razón de la espiral ascendente en materia de contagios, desborde y colapso del sistema sanitario y muertes. Entre estas regiones y ciudades del país está Rosario.

Una Rosario que, con una población de un millón de habitantes, ha tenido en las últimas horas más casos que la ciudad de Buenos Aires con tres millones de habitantes. Una Rosario que ha sido noticia porque hay morgues que no dan abasto, porque las unidades de cuidados intensivos saturadas son una realidad, con médicos, médicas, enfermeros, enfermeras, personal de limpieza y de la salud en general desgastados, exhaustos, estresados, contagiados, mal pagos, mal considerados; una Rosario que, además, asiste a la falta de escrúpulo de algunos vecinos que no respetan la distancia social, que no usan barbijo y que encuentran en la falta de controles por parte de las autoridades, el caldo ideal para poner en práctica el “todo me da lo mismo”.

En este contexto de una ciudad que ha alcanzado oficialmente los 1000 casos en un día (si se hicieran los testeos mínimos y necesarios la cifra sería mucho mayor) el gobierno nacional con buen tino ha dicho que es necesario el aislamiento. Pero otra vez la incoherencia política, la falta de contundencia, tal vez la confusión y el no saber qué hacer, ha dejado en el mismo decreto todo en manos de los gobernadores e intendentes. Es decir, hay un “ni”, un “yo digo esto, pero ustedes hagan lo que prefieran”. Hagamos algo, pero sin hacerlo.

Y en la provincia de Santa Fe, y en la ciudad de Rosario, a las pocas horas de conocido y publicado el decreto, parece que todo sigue igual, o, lo que es lo mismo, todo al revés: ya lo sabe el lector, los vehículos particulares no podían salir después de las 20 horas, pero si lo desea puede arriesgarse al contagio en una cena con bellas luces y buena música. Un video de un vecino rosarino que circuló por las redes mostró la triste paradoja: la GUM haciendo controles de tránsito y a los pocos metros una fiesta o reunión o cena habilitada por la Municipalidad con luces y música. Sí, todo al revés, porque se sumió a la ciudad en un aislamiento de gente y cierre de negocios cuando no era necesario y ahora que la situación es crítica se oprime el botón verde. Mediocridad sin parangones. Contradictoriamente, en el momento que se termina de escribir esta opinión circula la noticia de que agentes de la GUM y personal policial estaban desalojando a personas que fueron a tomar sol a la rambla, todo una improvisación.

Lo que es más desgraciado, es que todo esto podría haberse al menos mitigado en la provincia de Santa Fe y en Rosario particularmente si se hubieran adoptado mayores medidas a tiempo como más testeos, más seguimientos epidemiológicos, más controles y aplicación de sanciones a quienes no respetaran los protocolos, más firmeza en el ingreso de personas cuando estalló todo en Buenos Aires, más equipamiento sanitario, más reconocimiento al personal de la salud, más campañas de concientización, y todo sin cerrar la economía como se hizo y que ha provocado la devastación de muchos sectores y de fuentes de trabajo. Ahora, en el pico, cuando todo es más crítico se hace lo que no debería hacerse. Todo sigue igual, todo al revés, María Elena Walsh era una visionaria: “Me dijeron que en el Reino del Revés nadie baila con los pies”.