La ministra de Salud de la Nación Carla Vizzotti participó de la cumbre y criticó "las barreras legales, de producción y de inequidad en el acceso a esos fármacos mientras hay países que tienen más dosis que las de su población"
Los países de Sur Global lanzaron este viernes una alianza para ampliar la producción de vacunas contra el coronavirus, durante una cumbre organizada por la Internacional Progresista, en la que se apuntó contra la inequidad actual en el acceso y se convocó a «acabar con la pandemia con solidaridad, no con caridad» en una crítica hacia el plan de donaciones del G7.
Políticos, representantes de farmacéuticas y sindicalistas participaron del inicio del encuentro virtual que durará cuatro días con objetivos bien definidos: revertir el acaparamiento que hoy hace que el 85% del suministro de fármacos haya sido usado por los países más ricos y acelerar su fabricación, ya que solamente el 6,2% de la población mundial está totalmente inmunizada.
Entre las propuestas para eso se incluyó el lanzamiento de una plataforma para compartir los progresos actuales sobre las vacunas candidatas, fomentar que los fabricantes locales produzcan dosis e invertir en los laboratorios públicos para crear inmunizantes a nivel local y regional.
Otro punto central es el llamado a la «desobediencia colectiva a través de la legislación nacional» para anular de forma colectiva la propiedad intelectual que tienen las vacunas que hoy se administran de forma masiva, ante el poco avance de este debate en la Organización Mundial de Comercio (OMC) por la oposición principalmente de la Unión Europea (UE), el Reino Unido y Suiza.
«No podemos esperar que los Gobiernos de los países ricos desafíen el sistema mundial de salud que ellos mismos construyeron. No podemos esperar más promesas de caridad. Nuestra supervivencia está en juego», indicó Varsha Gandikota-Nellutla, militante feminista y coordinadora de la cumbre desde India, una de las naciones más golpeadas por la pandemia.
De la actividad también participó la ministra de Salud, Carla Vizzotti, que destacó el avance de la vacunación contra el coronavirus en la Argentina, pero también criticó «las barreras legales, de producción y de inequidad en el acceso» a esos fármacos mientras «hay países que tienen más dosis que las de su población».
«Tenemos que redoblar los esfuerzos para identificar las vías adecuadas que posibiliten la transferencia de tecnología, el licenciamiento de los derechos de propiedad intelectual, e incrementar la producción regional de vacunas e insumos esenciales», sostuvo.
La funcionaria resaltó instrumentos multilaterales encabezados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Covax, pero aclaró que «no son suficientes» y convocó a usar la capacidad de la industria farmacéutica privada y pública argentina y de la región «para expandir la producción y reducir las brechas en el acceso».
A su turno, la viceministra de Salud de Cuba, Regla Angulo Pardo, subrayó que la isla cuenta con cinco candidatas propias, incluyendo la Soberana 02 y Abdala que están en fase 3 y a punto de obtener su aprobación de uso de emergencia, mientras que el canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, aprovechó el encuentro para anunciar que su país se sumará a la producción de esas dos vacunas.
Desde Londres, el parlamentario británico Jeremy Corbyn graficó la desigualdad en el acceso: «Mientras los países ricos tienen vacunas para inmunizar a su población tres veces, los expertos sugieren que 9 de cada 10 personas en los países más pobres no van recibirla este año».
«El Reino Unido y la UE priorizan las ganancias de los grandes laboratorios antes que la salud pública. Por eso eventos como los de hoy son tan importantes, las elites mundiales no lo van a resolver. Tenemos que buscar soluciones nosotros mismos», agregó el exlíder del laborismo.
Otra legisladora que fue muy dura con las acciones de su Gobierno fue la canadiense Niki Ashton: «Los esfuerzos del G7 de vacunar al mundo (en relación a la promesa de donar más de mil millones de dosis sobrantes) no tienen sentido si siguen rechazando la suspensión temporal de patentes que permitiría la producción de más test y tratamientos».
En la misma línea, el canciller de Bolivia, Rodrigo Mayta, indicó que «en la OMC no se cambió ninguna letra y cada minuto que pasa se exponen más vidas», al apuntar contra la falta de consenso sobre la propuesta de India y Sudáfrica para levantar las patentes contra la Covid-19 presentada en ese organismo en octubre del año pasado.
«Cambiemos las reglas de juego, no es posible que en una crisis sanitaria mundial se esté privilegiando el beneficio de las empresas farmacéuticas. Y no se trata de que queramos escamotearles sus ganancias: estamos dispuestos a reconocerles una ganancia justa pero necesitamos una provisión suficiente en un plazo prudente», agregó.
De la cumbre participó también el excanciller de Brasil Celso Amorim, que además de criticar al Gobierno de Jair Bolsonaro por las «demoras» en conseguir inmunizantes, propuso una cooperación sur-sur-norte: «Tenemos que expandir en el sur algunas tecnologías que hoy pueden estar más desarrolladas en el norte y después cooperar en mejorar la producción y bajar los costos».
Con una mirada más económica, el exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, utilizó la cumbre para destacar que los bancos centrales de los países ricos emitieron más de 9 billones de dólares en pandemia, gran parte de los cuales solo alimentaron «la riqueza de los multimillonarios» pero no la vacunación mundial.
En la primera jornada de la cumbre que finalizará el lunes participaron también políticos, sindicalistas y representantes de Chile, Sudáfrica, Estados Unidos, Vietnam, Palestina, Kirguistán y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).