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Oscar Chichoni, maestro de la ciencia ficción, estuvo presente en Crack Bang Boom


 

Por Mario Luzuriaga

Oscar Chichoni comenzó como autodidacta en el dibujo y el cómic. Luego de una importante trayectoria en la Argentina deslumbró con sus ilustraciones a Europa y Hollywood, habiendo trabajado con prestigiosos directores de cine como diseñador conceptual, entre ellos Guillermo del Toro, Francis Ford Coppola, Peter Jackson, James Cameron, Tim Burton, Andy Muschietti, Michael Hoffman y Ronny Yu, entre otros. Con todo ese currículum llegó a Rosario, para estar presente en la Crack Bang Boom.

Se inició como dibujante profesional en Ediciones Récord de Buenos Aires en 1976. Después de un período como pintor, trabajó como ilustrador diseñando las portadas de la colección Minotauro y las tapas de las revistas Fierro y Péndulo. Posteriormente se radicó en Europa, colaborando con las más importantes publicaciones y editoriales: Mondadori, Ed. D’Essai, Totem, Playboy y Metal Hurlant, entre otras.

En esta ocasión, Chichoni fue parte de la Crack Bang Boom, dando un taller intensivo que realizó durante los dos primeros días. Pero también fue homenajeado con una muestra que está vigente en los túneles 1 y 2 del Centro Cultural Parque España. El artista dialogó con CLG durante su estadía y dio declaraciones sobre su apasionante carrera profesional.

— Lo traen a Rosario dos proyectos interesantes: un taller y una muestra sobre su trabajo…

— La verdad es que fue una entrada triunfal a Rosario, porque siempre estuve ligado a Buenos Aires, ya que viví allí de joven, pero mi vida la pasé en Córdoba. Me fui muy chico de Argentina y estuve hasta muy poco afuera, entonces no pude establecer un vínculo con Rosario; básicamente porque no se dio. Sólo tuve un breve pasaje en la ciudad cuando trabajaba en publicidad, entre mi período de dibujante de cómic y pintura.

— ¿Cómo fue ese inicio en el cómic?

— Yo empecé en editorial Récord dibujando historietas, a los 17 años. Cuando uno tiene una pasión muy grande, se pierde ese temor reverencial. A la mayoría de los dibujantes les temblarían las piernas al entrar al edificio del Mondadori en Italia. A mí no me pasaba eso. Cuando fui a editorial Récord, me escapé de un viaje de estudios de la secundaria y me fui a Buenos Aires a buscar laburo. Pero no fui a una editorial de unos amigos hecha en un garage, fui a Récord, que era la máxima.

— ¿Quién fue el primer hombre de peso que lo atendió en Récord?

— Fue Manzalone, y cuando llegué había una cola de gente esperando y yo iba con mi carpetita del secundario, llena de dibujos adentro. Juan Zanotto, editor general, atendía a la gente. Así como entraban, rebotaban. Eran tipos de saco y corbata con unas carpetas de cuero impresionantes; y yo venía sucio y de un viaje larguísimo. Cuando él me recibe, me dice lo mismo que le dijo a todo el mundo y, viéndome a mí, me dijo que no había publicaciones para principiantes. Entonces me dije: “Por lo menos lo intenté». Pero sonó el teléfono y esperé a que terminara para saludarlo, porque era mi ídolo. En eso abre mi carpeta y vio uno, dos y tres dibujos. Colgó y se fue para adentro. Volvió a los cinco minutos con Alfredo Scutti, que era el director, y un pibito que ayudaba y que era Miguel Rep. Y vienen con un guión y ahí empezó mi carrera profesional, hace 45 años.

— Esa llamada fue del destino…

— Totalmente. Y eso se repite luego en Europa y con la misma persona, porque yo llego a la Bienal de Luca, sin invitación de nadie, a buscar laburo. Y ahí me encuentro a Zanotto con Murillo y me presentan a las primeras personas, como a Hugo Pratt, y se arma un lío tremendo en Luca por mis cosas, porque era algo nunca visto y yo era un caído del cielo, nadie sabía quién era. Y gano un premio muy importante allí.

— ¿Qué lo inspiró hacer estos dibujos que rozan el erotismo?

— Cuando dibujo mujeres, dibujo el ser humano en general. Me dibujo a mí y a todos, no es que dibujo mujeres operando máquinas inmanejables, sino que dibujo al ser humano. Si dibujara hombres, que también me gusta porque es súper interesante, en el imaginario colectivo sería poder, dominio. Si dibujo una figura femenina no quiere decir poder, es más real, me siento más identificado. No me siento identificado con un héroe, nunca me gustó dibujar figuras heroicas, siempre la mujer en un papel dominante, algunas veces, y víctima en otros momentos. Ese papel somos todos nosotros, no es la historia de la “chica”, por eso logré ilustrar las tapas de cómics con chicas, cuando ese lugar lo ocupaban los hombres. Yo me considero casi a la vanguardia, en donde si analizás mi obra, son chicas que tienen en un papel dominante en muchos casos y cuando son víctimas son iguales al género humano. Entonces, metía un discurso feminista en un momento donde era todo más machista y yo lo hice porque así lo sentía.