Análisis
Opinión

Opinión: «Rascando la olla»


Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

El día miércoles de la semana pasada el Gobierno nacional emitió el DNU N°164/2023 y a las pocas hora fue publicado en el Boletín Oficial. La normativa dispone que los organismos públicos nacionales deberán canjear sus tenencias de bonos en dólares (bajo legislación local y bajo legislación extranjera) por otros nominados en pesos. Se estima que el valor nominal de todos los bonos disponibles a canjear ronda los U$S35.000 millones, aunque aún no queda claro cuál será el monto final de la operación. Los cañones se dirigirán a desactivar la escalada de los dólares financieros, que vienen registrando una importante escalada en las últimas semanas. Si tenemos en cuenta la artillería en dólares que va a desplegar el Gobierno, podemos decir que las balas le sobran, al menos para esta batalla. Pensemos que el volumen diario negociado en el mercado del dólar blue es de menos de U$S5 millones, mientras que en el del contado con liquidación (CCL) ronda los U$S60 millones.

El hecho es que hoy el Gobierno se encuentra en una encerrona. Como venimos diciendo, no importa cómo se haga la cuenta, los dólares no le alcanzan, y el frente abierto en el mercado de los dólares financieros lo está complicando.

Además, incluso si pudiera conseguir algunos, como viene consiguiendo Massa en algunos organismos internacionales, los estatutos del FMI prohíben expresamente utilizar reservas para intervenir en la cotización de los tipos de cambio. Hago paréntesis. La prohibición es estatutaria, el cumplimiento es absolutamente político, recordemos que durante el gobierno de Mauricio Macri la norma quedó en suspenso y se utilizaron las reservas para pelear el tipo de cambio. Cierro paréntesis. Es entonces que, ante la emergencia, apareció el viejo plan ‘Rascar la olla’. No busquen sofisticaciones. Hoy el Gobierno está rascando la olla. Quemando los últimos cartuchos que le quedan, incluso quemando los bonos en dólares del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de ANSeS. Sí, como lo dijo Diego Bossio: con la plata de los jubilados.

El objetivo anunciado es intervenir en el mercado de los dólares financieros, sin utilizar reservas, claro, para bajar la presión que se viene generando en las últimas semanas, y tratar de achicar la brecha con el dólar oficial. En este caso el Fondo aprueba la medida precisamente porque no se utilizan las reservas del Central. En la práctica, y si sale bien, por supuesto, el gobierno va a salir a vender bonos a precio vil para tratar de calmar el ánimo de eso que eufemísticamente llamamos “los mercados”. Por debajo del objetivo confeso, se mueve el famoso objetivo de recuperar la confianza. En clave neoliberal, Massa pretende recuperarla del modo más simple: entregando a los que lo están presionando, aquello que le reclaman. Pero cuidado, alguien debería explicar cómo se genera confianza lanzando medidas de corto plazo para apagar incendios todo el tiempo. Además, recordemos, no hay que irse a la prehistoria. Este mismo gobierno, que a mediados de enero anunciaba que saldría a recomprar deuda para generar confianza, ahora anuncia que saldrá a venderla, con el mismo objetivo. Al margen de lo dicho, los primerdos días de operatoria sucedió lo previsible, los dólares financieros bajaron fuertemente al comienzo, pero luego recuperaron algo de terrreno; cayó algo el blue, pero también cayó el precio de los bonos. Veremos cómo sigue la cosa.

Durante la campaña para las elecciones presidenciales de 1993, Bill Clinton venía remando de atrás. George Bush padre, por entonces presidente, registraba niveles de aprobación superiores al 80%, gracias a su manejo de la política exterior y el “éxito” de la Guerra del Golfo, y se encaminaba a una reelección relativamente sencilla. Sin embargo, la gestión tenía un eslabón débil, y era la recesión por la que atravesaba el país en 1992. Según cuenta la historia, James Carville, que comandaba la campaña electoral de Clinton, pegó un cartel en el comité de campaña con tres frases que constituían el eje vertebrador de la estrategia comunicacional: 1. Cambio vs más de lo mismo, 2. La economía, estúpido y 3. No olvidar el sistema de salud. Como todos ya sabrán, sólo una de ella pasó a la posteridad (“La economía, estúpido”). Clinton, obediente a su estratega de campaña, cumplió con la consigna y ganó la elección concentrándose principalmente en la recesión.

Hoy el Gobierno ensaya medidas sueltas para tratar de apaciguar la situación económica. Ninguna de ellas tiene un horizonte de largo plazo, y ninguna tampoco apunta a resolver problemas estructurales. El Plan Aguantar, sólo pretende calmar el oleaje de corto plazo para llegar a diciembre. Casi digo para llegar “competitivos” a diciembre, pero eso ya es un problema de otra columna. Pero, claro, la búsqueda sólo apunta a poner en marcha iniciativas (precios justos, dólar soja, comprar bonos, vender bonos, etc), y daría toda la impresión de que hoy el problema está en otro lado. Probablemente seguir intentando ponerse creativos con las medidas económicas no sea la solución, digo, es sólo una idea. Seguramente sería un aporte invalorable que alguien se acercara al despacho del presidente y clavara en sus puertas como lo hiciera Lutero en las puertas de la iglesia del Palacio de Wittemberg con las 95 tesis, un cartel que dijera: “La Política, estúpido”.