Por José Odisio
Para el hincha leproso, el partido con Libertad del jueves y el Clásico de la próxima semana están marcados como de alta expectativa, de extrema tensión. Para Burgos, en cambio, son todas finales y la más cercana es la de Gimnasia.
Y está bien que sea así. El hincha tiene sus prioridades, se ilusiona con la Sudamericana porque es un torneo internacional, y sabe que el resultado del cotejo ante Central le modificará el ánimo por todo un semestre, sin importar lo que suceda después. Burgos piensa distinto. Es el técnico, y sabe que una cadena de resultados positivos generará más confianza, mejor ánimo y potenciará al equipo de cara a Libertad y Central. Por eso no está mal que hoy sólo piense en el Lobo, aunque tampoco ignora la realidad y sabe de la trascendencia emocional de los otros dos partidos.
El Mono no piensa en el Clásico, pero tal vez guarde a algún titular frente al Lobo por tener cuatro amarillas o por alguna molestia física no del todo recuperada. Y eso muestra que sus dichos, reales y genuinos, también esconden algo. Si guarda es porque sabe que no es lo mismo jugar con Gimnasia o Central, porque ganarle al Canalla será un espaldarazo fuerte, y no hacerlo generará algo de ruido en un ciclo que por ahora se respalda en resultados aunque con cierta deuda a la hora del juego.
Con las elecciones postergadas, lo político seguirá estando presente en lo deportivo, es inevitable. Aunque en estos primeros partidos del ciclo no pareció impactar dentro de la cancha. Pero ahora el Clásico estará presente en la compulsa. Y si bien para Burgos no cambiará su manera de pensar o encarar los partidos, y los hinchas no sufrirán ni disfrutarán más o menos el resultado ante Central porque los comicios sigan postergados, la realidad es que no dará lo mismo ganar o perder ese partido tan emocional. Y aunque el Mono mantenga su mensaje de cada partido es una final, al hincha lo desvela el Clásico, lo demás es puro cuento.