Por Diego Añaños
Por Diego Añaños
Solemos decir que la marcada visión parroquial que predomina en los análisis vernáculos, suele omitir de modo grosero la relevancia de los acontecimientos externos en los asuntos nacionales. De ese modo, no se presta la debida atención a las tendencias globales y los impactos, a veces selectivos, a veces directos, que operan sobre nuestra realidad local.
Venimos diciendo que el mundo está crujiendo, y que ese crujir repercutía de modo directo en la Argentina. El desplome de los papeles argentinos en las principales bolsas, no era más que el reflejo de dos tendencias: la fase bear market, en la que los mercados globales ingresaron en modo de caída, y por el otro lado el fly to quality, esto es, el proceso de salida de activos más rendidores, pero menos seguros, a activos menos rendidores pero más seguros, concretamente: el desarme de activos de países emergentes, para trasladarse hacia posiciones más conservadoras en activos de países centrales. Resumiendo, la inestabilidad financiera global afecta a todo el mundo, de eso no hay dudas. Sin embargo impacta de un modo más virulento en los países de desarrollo medio.
Esa volatilidad se puede explicar hoy por la existencia de tres factores concurrentes, uno de largo, uno de mediano, y uno de corto plazo. En el largo plazo, la volatilidad global se explica por los cambios producidos en el mundo a partir de los años 80s. Es decir, la sustitución de la valorización productiva por la valorización financiera del capital. Desde entonces, el mundo es una gran ruleta, donde el humor cambiante de los agentes financieros internacionales, dicta el ritmo al que bailamos, como en la cubierta del Titanic. Un verdadero polvorín a punto de estallar diariamente en el que todos estamos sentados. Si miramos un poco hacia atrás en la Historia, nos encontramos con que tuvimos un lunes negro en 1929, uno en 1987, y en lo que va de 2022 ya tuvimos tres. Más claro, echale agua.
El factor de mediano plazo es la inflación de los EEUU. En efecto, un país que flotaba alrededor de una inflación del 2% anual, algo menos en 2020 por efecto del parate que produjo la pandemia, llegó en 2021 a un impresionante (para ellos, aclaro), 7%. En un primer momento, las autoridades monetarias minimizaron la importancia del fenómeno.
Cargaron la responsabilidad sobre el acelerado proceso de recuperación de la economía norteamericana, y sostuvieron que se trataba de un fenómeno pasajero, transitorio. Hoy la economía más grande del mundo navega al 8,6% anualizado. Un poco más tarde de lo que esperaban los mercados apareció la respuesta de la FED que este miércoles anunció un aumento tasa de interés de referencia en un 0,75%, el mayor ajuste en casi 30 años. No parece ser un número dramático pasar a una tasa que rebote entre el 1,5 y el 1,75%, pero el aumento porcentual es impresionante (entre un 75 y un 100% de incremento). Si bien los mercados venían descontando una suba, la Reserva Federal jugaba al póquer y no emitía señales. Incluso el mes pasado, su presidente, Jerome Powell afirmó que la FED no estaba considerando activamente un aumento del 0,75%. Lo que se viene en breve es el efecto recesivo de la suba de tasas sobre la economía norteamericana y su previsible contagio al mundo.
El 3º factor a considerar, y el de más corto plazo, es la guerra entre Rusia y Ucrania. No vamos a abundar en una cuestión que ya hemos tratado en repetidas ocasiones, pero los efectos del conflicto sobre la economía global, si bien no han modificado las tendencias que se podían visualizar a fines de 2021, sin dudas las han profundizado. Es decir, más inflación, mayor enlentecimiento de la actividad económica, y un crecimiento significativo de la volatilidad internacional. En ese sentido, y paradójicamente, la inflación en la Argentina (en niveles altos, por supuesto), muestra una tendencia que se contrapone con el movimiento de los precios globales, porque lentamente tiende enlentecer su ritmo de crecimiento.
Continúo. El Banco Central Europeo anunció, luego de una reunión no programada (algunos medios incluso hablan de reunión de urgencia), que avanza en la creación de un instrumento para combatir la fragmentación financiera de la zona euro. Concretamente, la idea es llevar adelante un rescate de la deuda de Italia, España, Portugal y Grecia, ante los significativos incrementos de la prima de riesgo que vienen registrando los bonos de esos países, los mayores que se registran desde la crisis de la deuda a inicios de la segunda década de los 2000s. Como verán, Europa también se complica, y las soluciones diseñadas por el FMI para los PIGS de hace algo más de una década parecen no tolerar el paso del tiempo ni las turbulencias financieras globales.
Para cerrar. El jueves estuve hablando un rato de todas estas cuestiones con uno de mis cuñados, que es trader de cereales en una de las multinacionales más grandes del mundo, y me dijo: “Esto esta feo, gordo”. Y, créanme, estoy 100% de acuerdo.