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Opinión

Opinión: «Los derechos y la selectividad libertaria»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

Tuttle Twins (Los Gemelos Tuttle) es la serie animada norteamericana que el gobierno incorporó al canal oficial Paka Paka y que comenzará a transmitirse a partir del mes de julio. Es la historia de dos niños gemelos (Ethan y Emily) que viajan en el tiempo y el espacio con su abuela Gabby (una exiliada cubana anticastrista, es decir, una gusana). A través de sus viajes, los niños y la anciana, recorren el mundo en distintos momentos de la historia, donde conocen personajes que les enseñan lecciones vinculadas fundamentalmente a la libertad económica y, por supuesto, al anticomunismo. La serie es financiada por el Instituto Libertas con sede en Ohio (uno de los estados más conservadores de los EEUU), a través de donaciones privadas, y tiene como objetivo difundir las ideas ultraconservadoras  en lo social del liberalismo económico extremo y antiestado. Lo verdaderamente delirante del caso es que desde las cuentas oficiales de redes sociales del gobierno se viene anunciado el comienzo del envío diciendo: “Prepárense para una aventura totalmente renovada en Paka Paka! Después de meses de mucho trabajo, llega una nueva programación pensada para divertir, sorprender y acompañar a los chicos de hasta 12 años (y agárrense de los cinturones) “sin bajada de línea ideológica y poniendo el foco en los valores” (sic). Parece una joda, pero va en serio.

A lo largo de los capítulos, los niños y su abuela, viajan por la historia y conocen a diversos personajes como Frédéric Bastiat, Adam Smith, Benjamín Franklin, Milton Friedman, James Maddison, John Locke, Karl Marx o la madre Teresa de Calculta. Las lecciones aprendidas les sirven para cargar el depósito de combustible de la silla de ruedas de Gabby de “jugo del conocimiento”, lo que les permite volver a casa. Creo que no hace falta aclarar el tono de las enseñanzas, que no sólo incluyen una defensa encendida del derecho de propiedad, y un ataque al Estado y a los impuestos, sino que además se toman el trabajo de ridiculizar a aquellos pensadores que están por fuera del radar de las ideas de la libertad. La caricaturización de Marx es particularmente ofensiva: más allá de las discusiones teóricas y filosóficas, se trata de una de las mentes más brillantes del pensamiento occidental de los últimos 200 años, y no merece el trato humillante que se le dispensa.

Confieso que no vi la serie completa, ya que sólo tuve acceso a algunos tráilers que fueron apareciendo en los medios digitales, sin embargo debo reconocer que se han esforzado. El gobierno está dispuesto a dar la guerra en todos los frentes, y la batalla cultural está en el centro de la estrategia comunicacional libertaria. En una suerte de revancha con el kirchnerismo, La Libertad Avanza le planta bandera a Zamba, y sale a la caza del público infantil, utilizando los mismos métodos que criticó. Y no es un gesto nuevo. Desde el comienzo de la gestión, Santiago Caputo dejó bien que su problema con los K no era de estrategia política, sino ideológico, y no iba a dudar en utilizar cualquier instrumento que percibiera como efectivo para dar la disputa. No se puede criticar que un gobierno intente instalar su propio relato, lo realmente condenable es que Javier Milei se embarque en un proyecto de adoctrinamiento cuando juró que llegaba al Poder con la intención de desterrar esas prácticas. Una contradicción más y van . . .

Sin embargo, creo que la serie abre un debate interesante. El primero es acerca de la vigencia de las ideas. Cuando desde el oficialismo se intenta dar la pelea ideológica, se sostiene que no es posible aferrarse a las premisas del pasado. Nadie debería ya prestar atención a los postulados del peronismo, una ideología del pasado que va rumbo a cumplir 100 años, y mucho menos a los marxistas, que ya pasaron de moda. Sin embargo en la serie se citan las ideas de Bastiat, que murió apenas dos o tres años después de publicado el Manifiesto Comunista. También se recurre al pensamiento de John Locke, el primer pensador contractualista del liberalismo, que escribió su obra en el Siglo XVII. No es que yo pretenda invalidar el pensamiento por su antigüedad, creo en el infinito valor de las enseñanzas de los autores clásicos, es el gobierno el que lo hace. La cuestión es que es demasiado selectivo para elegir cuándo las enseñanzas del pasado son útiles y cuándo las despreciamos por anacrónicas.

También es notable cómo, de manera totalmente arbitraria, se elige qué derechos es valioso defender y que derechos no. A ver, mientras que se niega que de cada necesidad surja un derecho, se sostiene que el derecho de propiedad es inalienable. Partiendo de una suerte de iusnaturalismo selectivo, se naturalizan algunos derechos y se desconocen otros. Y aquí hay una cuestión muy relevante. Siempre debemos tener presente que nada hay de naturaleza en las instituciones sociales, y los derechos son instituciones sociales que surgen del consenso colectivo. Es decir, ni los derechos políticos, ni los derechos sociales, ni los derechos humanos son naturales. No los tienen los elefantes ni las cebras. Surgen de un pacto social en el que eventualmente acordamos que es valioso tutelarlos. Son el fruto de un acuerdo, son pura ficción, puro artificio (artificio del bueno, claro). Ahora, si decidimos eliminar el derecho a la alimentación, la vivienda o el trabajo, por considerar que no surgen del orden natural, vamos a tener que eliminar también a la propiedad privada, dado que es una institución que emerge a partir de la consolidación de los órdenes estatales en el Siglo XIX. Es decir, no hay derecho de propiedad hasta la cristalización del mismo en la legislación positiva, por tanto no hay derecho de propiedad sin Estado que lo garantice. Más antinatural y estatista no se consigue. Qué dicen, ¿estará Milei pensando en eliminar la propiedad privada?